Un comentario en Twitter de @jornouk nos pone en aviso (en comentarios) de una curiosa costumbre en Países Bajos que sirve de gran ejemplo de lo alejadas que pueden estar dos culturas entre sí, en este caso la holandesa de la española.
En inglés la expresión “go dutch” (“tirar por la vía holandesa”) significa pagar a medias o pagar a escote. Resulta que la frase no sólo tiene base real, sino que estos ciudadanos la llevan a cabo con precisión milimétrica para muchas áreas de su vida social. A esto se le suma un reciente cambio tecnológico, Tikkie, que es, ni más ni menos, el reverso frugal de nuestro Bizum: en lugar de servir para enviar dinero, la app sirve para demandarlo, incluso en cantidades decimales. Seis millones de usuarios registrados para un país de 17,4 millones de habitantes.
Y de ahí nace la literatura digital de holandeses pidiendo dinero por razones delirantes asombrosas.
Según varios sitios web, desde la llegada de Tikkie a la vida sentimental holandesa allá por 2018 las normas sociales han cambiado un poco. Hay, como podemos ver, incluso guías de cómo debería funcionar una cita. Si no ha habido sexo en el segundo encuentro, está bien visto que el pagador de los días anteriores (sea hombre o mujer) mande un tikkie exigiendo la devolución de la mitad de las consumiciones tomadas en todos los momentos previos en los que hayáis hecho consumiciones juntos. Una chica cuenta cómo un chico, después de dos citas, le pidió los cinco euros de los dos cafés que la chica se había tomado en días anteriores con él.
A veces ni siquiera es necesario que la relación llegue a un punto infructuoso. En un gesto cargado de romanticismo, un candidato le escribe al otro “tuve una cita genial. “¡Me encantaría volver a verte!” para acto seguido pedir que le reintegre los 15 euros que se gastó en el otro en el restaurante.
Conozco gente a la que le han mandado un Tikkie por 50 céntimos de Euro porque el chico le pagó el baño público a la chica durante una cita, así que así de serio es el tema.
— Valyria Margulies (@vankatalaan) January 14, 2021
Hay quien es capaz de pedir la mitad de una botella de vino que compartieron tomándosela en un parque y también quien pide los 0.25 céntimos de euro prorrateando el gasto de su suscripción mensual de Netflix después de que vieran una peli en su casa (esperamos que al menos este sea una broma). Otra captura de un suceso neerlandés expone que un hombre le pidió a la mujer con la que acababa de romper que le diese los 200 euros equivalentes al tiempo que pasaron en su piso de alquiler mientras estaban juntos.
In Dutch we don't say 'you are a really good friend' but 'Ik stuur je wel een tikkie voor die stroopwafel die we gedeeld hebben' and I think that's really beautiful
— Frederieke Jongbloed (@Jeunesang) August 18, 2018
¿Cuál es el límite? La tacañería del sujeto, por supuesto. Un interlocutor parece aquí molesto de que otro tipo le quisiera cobrar la mitad del precio de una botella de vino que, tal y como le había contado en su cita, fue un regalo que había recibido. Una mujer acabó enfadándose hasta el tuétano con un compañero de trabajo que le mandó un tikkie por un café que le subió a su puesto sin que ella se lo hubiese pedido. El disfraz de Halloween más sonado en redes sociales en el país en 2019 fue el cursed tikkie: "por favor, ¿puedes darme 1,09 euros por el panecillo que te compré el otro día?".
Tal es a veces el desconcierto sobre lo que es o no adecuado que ya se están elaborando guías de buenas prácticas tikkies: es de tristes pedir ningún monto inferior a cuatro euros (aunque los consultores recomiendan llevar mentalmente la cuenta de todo lo que le has pagado a alguien y mandar la solicitud cada vez que se acumule esa cantidad), y no es aconsejable parecer un desesperado y pedir el dinero inmediatamente, sólo uno o dos días después.
Es difícil no pensar en la superioridad humana del modelo mediterráneo a este respecto. Desde las novelas del siglo de oro español se refleja cómo nuestra cultura es la del reparto y la camaradería, la que recuerda que, por muy pobre que seas, siempre sabrá mejor el pan y el vino si es en compañía y si mañana estás sin un duro, que te quiten lo bailao, que ya invitará otro. Una redistribución que busca la igualdad desde el karma, creyendo en la bondad del prójimo, y no desde la eficiencia tecnológica. Desde nuestras coordenadas mentales puede que a veces escueza esperar a que nuestro amigo nos haga el ingreso de las cervezas de ayer, pero siempre será mejor esa tesitura a una en la que nos veamos reclamándole el pago de las mismas.