Fueron muchos los cánticos que sorprendieron a los espectadores de los sucesos de este fin de semana en Charlottesville, desde "un pueblo, una nación, terminemos con la inmigración" a "que os jodan, maricones". Pero de todos ellos hay uno que sobresale por encima de todos los demás, por el desconocimiento general de sus orígenes y por lo radical de la consigna: con sólo tres palabras, "blood and soil", estaban expresando una categórica intención política.
They're chanting "Blood and Soil" as they approach Lee Park in #Charlottesville pic.twitter.com/2hPmJv9sq0
— Christopher Mathias (@letsgomathias) August 12, 2017
#Charlottesville 9:56pm 🔘 CHANTS: "One people, one nation, end immigration" & "blood and soil" in the usa 2017 ...smh pic.twitter.com/gwHzf60HKF
— rodrick tagara (@rodrules4) August 12, 2017
Blut und Boden, sangre y tierra en alemán, es tanto una consigna como el nombre que recibía toda una ideología supremacista. La expresión se acuñó a finales del siglo XIX, en parte, apoyada por el racialismo y romanticismo nacional, con tratados de crítica social y, especialmente, literatura que exaltaban la vida agraria.
En los textos de pensadores como Ernst Moritz Arndt y Wilhelm Heinrich Riehl iba calando la imagen de un campo armoniosamente trabajado por el campesinado alemán, que se convertía así en la fundación del estado germano y máximo exponente del conservadurismo. Blut und Boden se basaba en dos factores: la ascendencia (la sangre de un pueblo) y el Heimat (suelo, en tanto fuente de alimentación por la agricultura y no solo un hábitat natural)
El campo era naturalmente un tema de vital importancia para la nación. En 1890, por ejemplo, reaccionando ante la crisis agraria de ese mismo año mucha gente rural se organizó en torno a la Liga Germana Agraria. Antes de esa crisis la agricultura suponía más empleo para la nación que toda la industria y el comercio juntos, y la progresiva industrialización amenazaba su dominio político y social.
Richard Walther Darré, ministro de agricultura durante el Reich y popular teórico racista, fue el máximo estandarte de esta corriente. Durante su juventud en Alemania (antes había vivido en Argentina, su país de nacimiento), Darré entró en un grupo de völkischs, un tipo de comunidades populistas y supremacistas de la época que propugnaban un retorno al campo y sus ideas. Fue en este contexto, en los años 20, cuando Darré comenzó a desarrollar la idea de que la raza nórdica debía estar ligada al suelo.
En 1930 publicó "Una nueva aristocracia basada en la sangre y el suelo", un tratado que proponía un programa de eugenesia sistémica defendiendo que la crianza era la panacea para todos los problemas del Estado. Esto le ganó no sólo el favor de Himmler, sino que le popularizó dentro del partido nazi por atraer con su discurso a muchos agricultores de origen alemán que ya sentían simpatía por las ideas del Blut und Boden que empezaron a proliferar en décadas anteriores.
En los años 30 en Alemania, como en muchos otros países avanzados, el Blut und Boden encontró su mejor caldo de cultivo: la agricultura se iba mecanizando y perdía peso productivo frente a las ciudades, donde muchos jóvenes campesinos debían trasladarse para trabajar como empleados y no como dueños de su propio negocio.
Para esta población tradicionalmente rural la ciudad se veía como el origen de toda la corrupción moral de la civilización. En las ciudades, además, era más común la mezcolanza de etnias, ya que había más movimiento migratorio.
Para los cristianos fundamentalistas alemanes todo esto era una desviación. La supremacía de la raza blanca calaba, y el mensaje de Darré por el cual los campesinos eran el origen esencial del pueblo germano y se les pintaba como héroes sanos y virtuosos ayudó a exaltar a esta clase.
Por otro lado, mientras muchos alemanes debían trasladarse a los núcleos urbanos buscando la prosperidad, los comerciantes, entre los que había judíos, compraban las tierras. La propaganda se redactaba sola: los usureros de las ciudades, especialmente los judíos, oprimían al campesinado privándoles del derecho a su tierra.
El aldeano alemán y su crucial papel en la ascensión nazi
Los nazis no sólo prometían un retorno a los antiguos valores, sino toda una reconquista contra esas élites corruptas que estaban desvirtuando el espíritu alemán. Su idea no se iba a detener ahí, y por eso Hitler prometió que cuando conquistaran Polonia le arrebatarían las tierras a los locales para dárselas a auténticos alemanes. Los campesinos convencidos de la doctrina nazi se habían convertido en instrumento político, ya que ejercerían de colonos en el Este trasladándose más allá de Alemania y ayudarían a expandir geográficamente el nazismo.
Cuando el Partido Nazi llegó al poder en 1933, Sangre y Tierra se convirtió en una política oficial, y mediante el Reichserbhofgesetz se decretó que las tierras eran hereditarias. Los granjeros necesitaban un certificado ario para demostrar que eran alemanes sin trazas de impureza y así recibir los beneficios fiscales.
Al mismo tiempo, y al igual que hizo Darré en sus años de völkisch, se promovió que los jóvenes del país pasaran un año en el campo mediante los programas de las juventudes hitlerianas, aprendiendo a “trabajar la tierra” e imbuyéndose del espíritu nazi.
Dos millones de jóvenes se acogieron a estos programas, especialmente chicas, ya que se defendía que la mujer campesina era más fértil y sumisa y cumplía mejor su propósito en el movimiento. Ellos mismos ayudarían después a completar el siguiente proceso: después de Blut und Boden era más fácil legimitar el lebensraum o espacio vital, ya que los alemanes necesitarían cada vez más tierras y, a fin de cuentas, según su jerarquía ideológica la gente de Europa del Este no sabía trabajar la tierra de manera eficiente y sólo los arios podrían sacarle el máximo partido.
"Sangre y tierra": el granjero de Kansas que se siente oprimido
Here's an urban/rural map of America, county-by-county, side-by-side the election results. Compare & contrast: pic.twitter.com/eKAQAuHrRB
— İyad el-Baghdadi (@iyad_elbaghdadi) August 12, 2017
El mapa electoral estadounidense está profundamente dividido por varios ejes, pero uno de los más evidentes durante estas últimas elecciones ha sido el voto rural frente al urbano. El brutal aumento de voto republicano en 2016 (y su proporcional decrecimiento entre los demócratas) ha sido el de los núcleos de población de 20.000 personas o menos.
Protesters march to Emancipation Park, chanting "blood and soil". #Charlottesville pic.twitter.com/fzT0QQ6szq
— ACLU of Virginia (@ACLUVA) August 12, 2017
Como explicaron los analistas durante las elecciones, Trump ha dado alas al resentimiento rural, con comunidades que consideran que están perdiendo poder político y económico frente a la gente de las ciudades. La población de estas zonas es más mayor, tiene menos estudios y, sobre todo: el 78% de la gente que vive en pequeños núcleos de población es blanca, mientras en los núcleos urbanos del país representan, de media, el 44% de sus integrantes.