La pista para descifrar el misterio de Stonehenge estaba en España 1.000 años antes, y pesa más que dos aviones Boeing 747

El gran misterio del icónico monumento necesitaba una pista del pasado. Exactamente, mil años antes

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Hay muchas hipótesis acerca de la construcción de Stonehenge, pero seguimos haciéndonos la misma pregunta: ¿cómo demonios levantaron semejante monumento en la antigüedad? No son pocos los arqueólogos que han apostado por buscar las pistas necesarias mucho más atrás en el tiempo, y ahora un nuevo estudio parece arrojar luz sobre la comprensión que tenían los ingenieros del pasado. La pista estaba en España. En un monumento de piedra asombroso construido 1.000 años antes.

El dolmen de Menga. Ubicado en Antequera, España, estamos ante uno de los monumentos megalíticos más impresionantes y antiguos de Europa, uno que data en torno al 3.500 a.C. Su importancia radica en su gran tamaño, con una cámara que se cree funeraria de 25 metros construida con enormes piedras que pesan toneladas, y en su orientación inusual hacia la Peña de los Enamorados, un rasgo distintivo entre los dólmenes, que suelen alinearse con eventos solares.

Sin embargo, éste es único, una obra maestra de la arquitectura prehistórica. Pensemos por un momento que su peso combinado es de aproximadamente 1.140 toneladas, más pesado que dos aviones Boeing 747 cargados de pasajero. Ahí está parte del misterio y la magia de este tipo de construcciones, y un nuevo estudio arroja claves sobre el conocimiento que se tenía para construir obras similares.


El nuevo estudio. Publicado hace unos días en la revista Science Advances, el análisis de un equipo de arqueólogos ha revelado que se construyó con un nivel extraordinario de comprensión científica. “Siempre me han sorprendido las habilidades de ingeniería necesarias para construir este dolmen”, cuenta Michael Parker Pearson, un arqueólogo del University College de Londres. “El trabajo revela con qué precisión se debió haber hecho, con un ojo extraordinario para las dimensiones y los ángulos. Con piedras tan grandes, no podrían haberse permitido cometer errores al maniobrarlas para colocarlas en posición”.

Para José Antonio Lozano Rodríguez, geólogo del Instituto Español de Oceanografía y primer autor de la investigación, “entrar en su interior y contemplar un monumento tan colosal del Neolítico despertó mi curiosidad por saber más sobre este dolmen. Lo que más me llamó la atención del dolmen de Menga fue su monumentalidad”.

Fig 9 Propuesta 2f 01 Jpeg Recreación del proceso de colocación propuesto de las piedras verticales

Cómo mover toneladas de piedra. Al parecer, lo que hicieron los investigadores fue sumergirse en lo que se conoce como análisis geoarqueológico del yacimiento, examinando escáneres láser y visuales de excavaciones anteriores, y descripciones etnográficas de las técnicas de construcción y la topografía de la zona.

Una vez recabados los datos, el equipo dedujo algo desconocido: el proceso de construcción de los ingenieros neolíticos. Partieron de hechos conocidos. Por ejemplo, un estudio previo ya había establecido que las piedras procedían de una cantera situada a un kilómetro de distancia, a una altura estratégicamente superior a la del dolmen de Menga. ¿Cómo? Se piensa que los constructores transportaron las piedras utilizando trineos sobre una pista hecha con vigas de madera, lo que implica un conocimiento de la fricción, la aceleración y el centro de masas.

Fig 10 Propuesta 3e 01 Jpg Recreación del proceso de colocación propuesto de las piedras verticales del interior del dolmen

Tallar las piedras, clave. Tal y como se detalla, una vez en el lugar, las piedras que formaban las paredes y las columnas se colocaron en posición vertical en cavidades profundas, de modo que hasta un tercio de cada piedra quedó bajo tierra. Los constructores, sugieren, probablemente lograron esto utilizando contrapesos y rampas que debieron tener en cuenta la naturaleza relativamente blanda (y, por tanto, fácilmente dañada) de la roca arenisca.

En cuanto a las piedras de la pared, la propuesta del estudio es que fueron talladas para que se entrelazaran y apoyaran unas contra otras, aumentando así la estabilidad de la estructura. "Estas personas no tenían planos con los que trabajar ni, hasta donde sabemos, experiencia previa en la construcción de algo como esto", explica el coautor del estudio Leonardo García Sanjuán, arqueólogo de la Universidad de Sevilla. "No hay forma de que se pueda hacer eso sin al menos un conocimiento básico de la ciencia".

El principio del arco, por primera vez. El trabajo de los investigadores subraya que las paredes se inclinan ligeramente hacia adentro, formando ángulos de entre 84/85 grados, de modo que la parte superior de la cámara es más estrecha que la parte inferior en forma trapezoidal. A este respecto, la mayor de las cinco piedras de cubierta fue tallada para aumentar la distribución de la tensión, creando un arco rudimentario, con su centro más alto que sus lados.

Esto no es ni mucho menos baladí. Según el estudio, “hasta donde sabemos, esta es la primera vez que el principio del arco ha sido documentado en la historia de la humanidad". El montaje de la cámara con sus paredes parcialmente bajo tierra también significó que las piedras de cubierta podían colocarse en la parte superior sin tener que levantarlas muy alto. Luego, excavaron el suelo en el interior para bajar el nivel del piso de la cámara, mientras que el exterior se cubrió con tierra para aislar y estabilizar aún más la construcción.

Conclusión. Los hallazgos suponen un ante y un después sobre lo que se pensaba de los conocimientos de arquitectura en el neolítico. El estudio ayuda a entender, no solo la ejecución del dolmen de Menga, sino las obras y monumentos que vinieron después, como el propio Stonehenge o la pirámide escalonada de Zoser.

Por eso, el equipo de expertos no tiene otra palabra para definir el manejo que se tenía de todos estos conceptos. “Tenemos que llamarlo ciencia. Nunca hemos hablado de la ciencia neolítica antes, solo porque quizás éramos demasiado arrogantes para pensar que estas personas podrían hacerlo de la manera en que lo hacemos nosotros".

De hecho, como asegura García Sanjuán a la CNN, “si cualquier ingeniero de hoy intentara construir Menga con los recursos que existían hace 6.000 años, no creo que pudiera hacerlo”, zanja.

Imagen | Pexels, Leonardo García Sanjuán, José Antonio Lozano Rodríguez et al., Science Advances

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