Nueva Caledonia seguirá perteneciendo a Francia. El pequeño archipiélago del Pacífico Sur rechazó ayer la posibilidad de convertirse en un país independiente. El 56,4% de los votantes votó "no" en el referéndum pactado con la metrópoli hace casi dos décadas, en los Acuerdos de Nouméa. El plebiscito pone un freno parcial a las aspiraciones independentistas de parte de la comunidad kanak, habitantes nativos de las islas que representan el 40% de la población.
Sólo parcial. Porque terminado un referéndum (y perdido), comienza la batalla por el siguiente. Como recoge AFP, el movimiento nacional de liberación nuevocaledonio (el FLNKS) interpreta la derrota como un paso más hacia la independencia. "Estamos cerca de una victoria y aún quedan dos votos en el futuro", explicó tras conocer los resultados un portavoz de la formación, Alosio Sako. El status quo no es definitivo.
¿Por qué? Porque el acuerdo obtenido con Francia recoge varios condicionantes al referéndum celebrado ayer. No se trataba de una decisión plenamente definitiva: en caso de "no", el pueblo de Nueva Caledonia tendría dos votos más en la siguiente década. El primero, dentro de dos años, en 2020. Si la independencia vuelve a ser rechazada, se celebrará otro (y ya definitivo) en 2024. El movimiento independentista tiene dos reválidas por delante.
El "no" temporal. Es una paradoja común a otros movimientos por la independencia. Al conocer los resultados del referéndum de 2014 en Escocia, Alex Salmond, líder del SNP, colocó sobre la mesa la celebración de uno nuevo. El independentismo escocés había perdido, pero su victoria era cuestión de tiempo en función de las circunstancias. A menudo, el veredicto de los referéndum por la secesión siempre es hipotético si el resultado perpetúa la unión.
Al fin y al cabo, celebrado uno, ¿por qué no celebrar otro? La misma lógica no suele valer para el "sí", como el ejemplo de Montenegro (victoria por el 55%) ilustra.
Los motivos. Nueva Caledonia cuenta con un alto porcentaje de la población étnicamente francés, lo que ha podido decantar la balanza hacia el "no". Al mismo tiempo, Francia tiene un elevado interés en mantener al archipiélago bajo su soberanía. Las islas disfrutan de amplias reservas de níquel, un metal valioso, escaso y preciado. El país, más pobre que Francia, recibe amplios subsidios por parte de París, y sus ciudadanos poseen la nacionalidad europea.
El independentismo, por su parte, argumenta la situación colonial de Nueva Caledonia, la explotación histórica de sus recursos, la marginación de su población nativa y la represión del estado francés. La comunidad kanak es aún hoy pobre, y la historia reciente del país está plagada de levantamientos y protestas contra la soberanía francesa.
La teoría. Su ejemplo es singular, no obstante, dado que Nueva Caledonia es una de las pocas regiones del planeta reconocidas por la ONU como en proceso de "descolonización". A ellos sí aplica el célebre "derecho de autodeterminación" ondeado por el independentismo catalán. Obviando al Sáhara Occidental, Nueva Caledonia y la Polinesia Francesa son los dos territorios más grandes amparados por esta cláusula. Ambos son franceses.
Imagen: Stephane Lemouton/AP