Según Bloomberg, Netflix está incorporando unas nuevas opciones de prueba para algunos usuarios de Android. La “velocidad de reproducción variable” hace que el espectador pueda seleccionar si ve el producto a 0.5x, 0.75x, 1x 1.25x o 1.5x. De la mitad a un 50% más rápido, algo que ya permitían desde hace eones los reproductores multimedia de medio mundo.
Y este experimento, que podría finalmente no incluirse como opción de su interfaz, no ha tardado en generar reacciones.
"No me hagáis llamar a todos los directores del mundo"
Las de rechazo provienen de voces importantes dentro del mundo del entretenimiento. Judd Apatow, creador de comedias como Supersalidos o Virgen a los 40, se ha mostrado radicalmente en contra: “No, @Netflix, no. No me hagáis llamar a todo director y creador de la Tierra para que intenten luchar contra esto. Ahorradme las molestias. Ganaría, pero me llevaría un montón de tiempo. No nos jodáis nuestro cronometraje. Os damos obras bonitas. Dejad que se vean como se pensó que tendrían que verse”.
Es sólo el primero de varios tuits. Un usuario le responde que posiblemente sea una opción interesante para aquellos que ven docuseries o realitys, a lo que Apatow se sigue oponiendo: “la gente sólo debería poder hacerlo si su creador ve bien que se haga eso. Si quieres ver El Padrino en hora y media inventa tu propia máquina para hacerlo, pero las plataformas no deberían permitir que los usuarios vean sus obras de una forma distinta a como fueron concebidas sin su consentimiento”.
Whelp— another spectacularly bad idea, and another cut to the already bleeding-out cinema experience. Why support & finance filmmakers visions on one hand and then work to destroy the presentation of those films on the other??? https://t.co/T7QdYAQGHU
— Brad Bird (@BradBirdA113) October 28, 2019
Brad Bird, el de Los Increíbles, Ratatouille o Misión Imposible: Protocolo Fantasma, también lamenta la decisión: “En fin. Otra idea espectacularmente mala y otra merma en la experiencia cinematográfica en vías de extinción. ¿De qué sirve apoyar y financiar la visión de los directores para luego destruir su trabajo por la forma en la que deciden presentarla?”. Peyton Reed (Ant-Man) y Peter Ramsey (Spider-Man: Into the Spider-Verse) se han manifestado en la misma línea. Asumimos, pues, que después de leer esta noticia Christopher Nolan se estaría un buen rato tumbado en el sofá de su casa con un frasco de sales a mano.
Incluso Aaron Paul, el actor de Breaking Bad al que recientemente la compañía le produjo para la esperada película de la serie, afirma estar en estado de negación, no entendiendo la decisión de la compañía, y apostando por que nunca lo llevarán a cabo.
La respuesta oficial de Netflix por el momento ha sido: “Siempre estamos experimentando nuevas formas de ayudar a los usuarios a utilizar Netflix. Este teste hace posible variar la velocidad a la que la gente ve los contenidos en sus móviles. Como cualquier prueba, no tiene por qué acabar siendo una prestación permanente en Netflix“.
Qué queremos decir cuando decimos que no queremos aburrirnos
La pequeña polémica entronca con el tema aún más amplio sobre el valor y la función que tienen en nuestras sociedades ciertos productos audiovisuales. Si son arte, cultura, una forma de pasar el tiempo o incluso un peaje por el que pasar para estar al día y poder hablar de ciertos temas con los demás.
Hace poco en Xataka contábamos que el hecho de consumir podcasts, series, shows televisivos y películas a 1.5x o incluso a 2x es una práctica mucho más extendida de lo que podría parecer en un primer momento. Los “fasters” tienden a criticar la “lentitud” de lo que ven: “me aburro, me pongo nervioso, saco el móvil, me distraigo... Necesito un poco (bueno bastante, je) más de velocidad que me obligue a mantener la atención y que condense el entretenimiento”.
Like si fastforwardeas las partes aburridas de las serise que obvio nada más metieron para alargar. https://t.co/RhWEviVYOX
— JAUN (@jaaaauuun) October 28, 2019
La paradoja máxima de la idea llega tal vez cuando vemos la respuesta de ciertos internautas al anuncio de Netflix. Muchos se alegran de que así podrán fastforwear esas series “innecesariamente estiradas” como un chicle, con tramos y episodios “en los que no pasa nada” por parte de la compañía. Algo que Netflix fomentó inicialmente en sus ficciones para tener más horas de producto y así lograr que la gente pase más horas consumiendo sus contenidos en la plataforma.
A su vez, esta idea de necesitar que las imágenes aburran menos está muy ligado a la deriva audiovisual contemporánea. Por poner tres ejemplos, los youtubers hacen cortes de planos incluso cuando el plano no necesitaba ser cortado para así dar la impresión de tener un mayor nivel de edición que “despierte” al espectador. En Tiktok se ha puesto de moda insertar parpadeos de la imagen en blanco de microsegundos con la misma finalidad. Y también sabemos que la duración media del plano en las películas se ha reducido a más de la mitad en los últimos treinta años.
Con las tecnologías digitales y el abaratamiento de los medios, ahora la edición es mucho menos costosa y da pie a que el montaje pueda ser más frenético, aunque también influye el hábito de los consumidores, que ha ido ahondando en esta tendencia.
Pero ojo, porque el frenetismo no quiere decir en absoluto que una imagen esté más cargada de acción. El ejemplo que mejor representa esta incongruencia podría ser este fragmento de una película de Liam Neeson: el personaje salta una valla. Eso es todo lo que hace, un movimiento que le lleva seis segundos, pero en el que el montador ha metido quince cortes para contar una sola cosa.
Pese a ser un cine con unos objetivos temáticos diametralmente distintos, un contrario a este modelo podría ser el cine del director taiwanés Hou Hsiao Hsien. En este plano de Ciudad Doliente podemos ver cómo la cámara se mantiene fija filmando una comida entre seis personas durante un minuto y medio. Pese a ser el mismo plano, contemplamos distintas acciones, distintos intercambios y sentimientos de los personajes, dentro de la imagen.
Así se evidencia que lo que muchas veces parece necesitar la gente no es tanto un audiovisual más rico en acciones, sino en elementos de avance de la trama y/o aturdimiento formal. O como critican los cineastas citados al inicio, si quieres ver Ciudadano Kane o 2001: Odisea en el espacio para ver qué pasa y no cómo pasa siempre tienes la opción de leer una sinopsis. Si estás pensando en el tiempo que pierdes mientras ves algo a su velocidad normal, tal vez es que simplemente no puedas disfrutar con ese producto y debieras dedicar tu tiempo a otra cosa.
Sin embargo, los tiempos cambian. El ritmo interno de una película o una serie es una parte esencial de la construcción de la misma, pero también lo son los formatos.
Desde hace muchos años la gente no se deja llevar por la pura “experiencia cinematográfica” de ver algo en una pantalla de cine y en celuloide, tal y como estaba concebido, y muchos se enamoraron del séptimo arte con la ínfima calidad de los VHS y con ediciones que truncaban la relación de aspecto, a veces incluso eliminando hasta un 30% de la imagen para que cuadrase mejor en el tamaño de la televisión, sin hablar todavía de cómo las televisiones recientes truncan la visión de los autores con aberrantes modos de colorear la imagen o mediante motion flow.
Cambiarán o no las cosas que hasta el mismísimo Scorsese está estrenando su próxima película en la plataforma que representa la muerte de las salas de cine. Tal vez los fasters sólo sean los primeros pioneros de una futura forma de relacionarse con el arte.
Foto: Quote Catalog.