Era cuestión de tiempo que los robots, además de amenazar nuestras evidentes carencias en el campo militar y de, en un futuro más cercano que lejano, ahorrarnos trabajos automatizables, también se adentraran en el terreno de las artes plásticas. Si una máquina puede crear música o, quién sabe, dirigir una película, por qué no iba a pintar un cuadro. Y qué mejor forma de empezar que mediante Jackson Pollock.
Maestro del expresionismo abstracto, Pollock es un pintor tan reverenciado como poco entendido, y a menudo acusado por quienes no entienden sus obras de simplismo. Su técnicas era elemental, pero revolucionaria: se dejaba llevar por la pintura por encima del lienzo, esparciendo los pigmentos directamente del tubo, optando por una forma de expresión frenética y visceral, tan libre como carente de narrativas evidentes. Y es por ahí por donde un robot puede entrar al mundo del arte (y no por Velázquez, obviamente).
Así lo ha entendido, al menos, un artista japonés HYde JII. Es él el maestro de un roomba, el pequeñito robot capaz de limpiarte el piso sin que apenas le prestes atención, en una máquina de crear cuadros (nunca mejor dicho). Nuestro hombre modificó la tecnología del roomba para insertarle tres botes de pintura e invitarle amablemente a desplazarse por el cuadro. El resultado habla por sí solo, y mola bastante.
Evidentemente no cuenta con la magnética pulsión de Pollock, pero tiene cierto mérito artístico y, ante todo, un indudable mérito robótico. Este cuadro que mostramos a continuación se titula "Spring Worm Hole".
Y este otro "Spring Starburst".
Y se pueden ver su forma de trabajar en este vídeo:
Lejos de parecer sencillo, nuestro amigo robot se toma tres horas para pintar cada cuadro (el primero es de 2014, el segundo es de 2015). Si estás interesado en otros robots-artistas, puedes pasarte por aquí, el trabajo de otro artista japonés, Chim↑Pom.