España no es ingobernable, sólo es como otros muchos países que funcionan con pactos

España no es ingobernable, sólo es como otros muchos países que funcionan con pactos
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La erosión del sistema de partidos español nos ha dejado frente a un escenario político sin precedentes. Quien quiera gobernar, tendrá que conseguir el apoyo de al menos otra fuerza mayoritaria, y seguramente de un puñado de partidos con poca representación. ¿Gobierno de coalición? Parece improbable, pero sí se requerirán de acuerdos mínimos para alcanzar la investidura. A un lado y a otro del espectro político se repite el mismo mantra: ingobernabilidad, ingobernabilidad, ingobernabilidad.

¿Es España un país ingobernable? No debería serlo. Nuestro sistema electoral favorece la formación de grandes mayorías, de ahí que seamos ajenos a los grandes pactos de gobierno. Pero eso no significa que no funcionen, o que un país con gran pluralidad política no sea gobernable. Tenemos decenas de ejemplos a escasos kilómetros más allá de los Pirineos. En Europa, en países muy bien gobernados y con décadas de tradición política a sus espaldas, las coaliciones o pactos de gobierno son la tónica común. Sus escenarios políticos son fragmentados, y pese a todo no se han roto. ¿Cómo? Veámoslo.

Dinamarca

Ejemplo en tantos otros aspectos, Dinamarca también podría servir de espejo a la hora de articular alianzas de gobierno. El pluralismo político danés y la imposibilidad de obtener grandes mayorías con un sólo partido ha forzado a, históricamente, toda clase de pactos de gobierno. En la actualidad, gobiernan los centristas, tercera fuerza política del país (!) con sólo el 19% de los votos. Lo hacen en minoría, pero apoyados en su investidura por el Dansk Folkeparti, de extrema derecha.

Es el primer gobierno en solitario desde la década de los ochenta. Durante treinta años, las coaliciones han sido la norma: socialdemócratas y social-liberales; socialdemócratas e izquierda; centristas junto a conservadores, socialdemócratas y centristas, etc. La irrupción del DF ha corregido el tradicional equilibrio de fuerzas, relegando al Venstre a tercera posición y forzando su investidura sin compañía.

Países Bajos

El caso de Países Bajos es muy semejante al de Dinamarca: altísima pluralidad política en un estado con poca población. Resultado, imposibilidad práctica de gobernar si no es con el apoyo de otras fuerzas mayoritarias. En la actualidad, Países Bajos imita el modelo alemán: una gran coalición entre los conservadores y los socialdemócratas, las dos fuerzas que más votos obtuvieron en las últimas elecciones. Antes, el actual primer ministro, Mark Rutte, gobernó con los centristas y con el partido de Geert Wilders, de extrema derecha.

Rutte
Segundo gobierno de Mark Rutte, primer ministro de Países Bajos. Miembros tanto del partido conservador como del partido laborista.

Las alianzas de gobierno en Países Bajos son muy mutables. Es natural que un partido entre y salga de la oposición de una legislatura para otra mientras su otrora socio permanece en el poder. Como se puede apreciar aquí, las combinaciones son múltiples, de distinto signo político (centro-izquierda y centro-derecha son predominantes) e involucran a una multitud de partidos. La gobernabilidad es la cesión y la negociación.

Noruega

En la actualidad, el gobierno danés se compone de miembros de Høyre (conservadores) y de Fremskrittspartiet (extrema derecha). Es el primer gabinete liderado por un primer ministro del partido conservador desde finales de la década de los ochenta. En ocasiones anteriores, tanto los socialdemócratas como los democristianos habían logrado articular coaliciones de gobierno junto a socialistas, liberales y centristas. En Noruega, al igual que en la mayor parte de estados del norte de Europa, los pactos de gobierno son parte de la idiosincrasia política del país.

Con una excepción que se repite con cierta frecuencia: el Arbeiderpartiet, el partido socialdemócrata noruego, ha gobernado en solitario en repetidas ocasiones a lo largo de su historia. Gran dominador político del siglo pasado en el país nórdico, mantuvo el poder sin socios de coalición entre 1990 y 1997.

Suecia

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El gobierno actual de Suecia, formado por socialdemócratas y verdes.

Un caso semejante al de Noruega. Históricamente, el partido dominador de la vida política del país ha sido el socialdemócrata, que ha logrado gobernar en solitario en numerosas ocasiones. Sin embargo, no siempre ha sido así. Cuando ha sido relegado a la oposición, ha sido necesaria una coalición de partidos conservadores, liberales y de centro, variable en función de la legislatura y del clima político del momento. Por norma general, en Suecia las mayorías sí se articulan en torno a dos o más partidos. En la actualidad gobiernan los socialdemócratas, pero con un socio de gobierno: los verdes.

República Checa

No sólo en países con un alto grado de desarrollo social y económico se dan constantes casos de gobiernos de coalición. En muchos de los países de Europa del Este, por lo general más pobres y con una tradición democrática más limitada, también son habituales. Es el caso de República Checa: en la actualidad, tres partidos se reparten las funciones de gobierno. La alianza está liderada por el partido socialdemócrata checo, uno de los más relevantes del estado centroeuropeo desde su independencia. Cuando gobiernan los conservadores, también lo hacen coaligados.

Sólo en dos ocasiones un primer ministro ha gobernado con el único apoyo de su partido: Mirek Topolánek entre 2006 y 2007, conservador, y Miloš Zeman entre 1998 y 2002, socialdemócrata.

Alemania

El país germano tiene una larga tradición de grandes pactos de estado para formar gobierno. En la actualidad, el tercer gabinete de Merkel cuenta con ministros tanto de su propio partido, la CDU (democristianos conservadores) como del SPD (el partido socialista alemán). En las últimas elecciones, sólo el apoyo de los socialdemócratas a Angela Merkel podía impedir la repetición de los comicios. En la oposición quedaron tanto Die Linke (post-comunistas) como los verdes. No sólo se trata de un pacto de investidura, sino de una coalición de gobierno en toda regla con relevante peso del SPD.

Merkel Y Gabriel
Sigmar Gabriel y Angela Merkl. El primero, a la izquierda, es el vicecanciller y el líder del SPD. La segunda es la canciller y la líder de la CDU.

Con anterioridad, Merkel tuvo que gobernar tanto con FDP (liberal) como, de nuevo, con el SPD. Al igual que sus predecesores, en Alemania el gobierno requiere de apoyos laterales.

Austria

Una mezcla del caso alemán y del holandés. Por un lado, Austria cuenta con características semejantes a los países del norte de Europa: una amplia pluralidad política y una población escasa. Resultado, fragmentación frecuente del parlamento en varias fuerzas que no logran ser abrumadoramente mayoritarias. ¿Qué solución han adoptado históricamente los políticos austriacos? La fórmula alemana: la gran coalición. Es el gobierno más repetido desde la Segunda Guerra Mundial, combinando asociaciones entre el SPÖ, los socialdemócratas, y el ÖVP, los conservadores democristianos.

En la actualidad, el canciller es socialdemócrata, y el vicecanciller, conservador. El pacto de gobierno se ha mantenido desde 2007, durante tres legislaturas seguidas. Entre 2000 y 2007, fueron los conservadores los que accedieron a la cancillería, apoyados por el FPÖ, partido de extrema derecha. Sólo durante los setenta el país observó gobiernos en solitario estables, protagonizados en su mayoría por el SPÖ. En las décadas anteriores, la gran coalición se repetía, pero con el ÖPV al frente.

Italia y Bélgica: las excepciones

Ok, hemos elegido a un puñado de países donde la gobernabilidad basada en las alianzas y los pactos a varios niveles entre distintas fuerzas políticas sí es posible. Pero hay ejemplos donde la atomización del parlamento resulta en ingobernabilidad e inestabilidad crónica. Son los casos de Italia y Bélgica. Los primeros jamás han contado con un sistema de partidos estable. El país es un maravilloso caos político y la vida media de cada gabinete de gobierno es muy limitada. Su listado da auténtico vértigo.

Italia ha experimentado con pactos de gobierno a cuatro y cinco bandas, además de con coaliciones electorales variopintas unidas tan sólo por el liderazgo mediático y político de su candidato (Silvio Berlusconi). Los gobiernos han existido, pero han sido breves. En Bélgica directamente no los ha habido. Fruto de la fuerte división étnica que parte el país por la mitad, y resultado de un sistema federal con importantes contrapesos regionales, Bélgica se ha llegado a pasar casi año y medio sin gobierno. Pese a todo y de forma un tanto milagrosa, sigue funcionando. Aunque con importantes deficiencias.

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