Tal vez por encontrarnos en una etapa de pico pandémico, por la habituación de los sujetos a la prenda o por alguna otra cosa. El caso es que cada vez más a menudo vemos a personas por la calle (e incluso a políticos y profesionales sanitarios) usando la "doble mascarilla". Para el civil de a pie la combinación suele ser una mascarilla de tela que recubre toda el área bucal y una quirúrgica o higiénica por encima, con menos firmeza sobre el rostro. Para los entornos médicos lo que se suele apreciar es una FFP2 y encima de esta una quirúrgica.
¿Se trata esta de una buena idea? ¿Ayudaríamos a propagar menos el virus si la práctica se extendiese a toda la población?
Si al principio de la pandemia contábamos con pocos estudios claros sobre la efectividad del uso masivo de mascarillas a la hora de rebajar las tasas de contagio, podemos imaginarnos cuánta literatura habrá al respecto de la mascarilla doble. Al igual que sucedía en el primer caso, una cosa es qué ocurriría en un plano teórico en el que la mayoría de sujetos hacen un uso adecuado de estos productos, como pasaría entre los profesionales sanitarios, y otro cuando entran en juego componentes psicológicos a nivel demográfico de difícil corrección o mesura.
Lo que nos encontramos por el momento es una recomendación generalizada por parte de los expertos epidemiológicos de usar la mascarilla adecuada en el momento adecuado. En este sentido, la mascarilla doble tiene ventajas y desventajas.
Dejémoslo en que te ayudan a evitar fugas indeseadas
Linsey Marr, experta en transmisión de virus del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia, afirmó en The New York Times que la doble capa le parece bien siempre que se use algo de tela en la capa inferior por encima de una quirúrgica para que así se selle bien la salida de aire de todo el rostro. Raina MacIntyre, experta en bioseguridad, reconoce en NPR que dos capas son mejor que una y tres mejores que dos, y aporta sus estudios sobre efectividad de mascarillas en la Universidad de Nueva Gales del Sur. Investigadores de la Universidad Northeastern han estudiado que añadir una capa exterior de nailon (una media) al cubrebocas casero puede aumentar la capacidad del mismo de filtrar partículas pequeñas en el aire por lo mismo, porque la cara queda más sellada.
Un estudio de abril indica que usar dos capas de 600 hilos de algodón (la tela tipo de una funda de almohada) junto con una capa externa tipo seda, gasa o franela puede ayudar a filtrar "al menos el 94% de las partículas pequeñas y el 96% de las partículas más grandes". Que es más o menos lo que filtra una quirúrgica homologada, que ya se fabrican con dos capas de material protector.
Es decir, muchos de los sondeos que se han hecho son para estudiar si la doble protección casera puede ser tan buena como la de una quirúrgica estándar, lo que nos hace pensar que son ensayos pensados más para la protección en países menos desarrollados que donde sí podemos acceder a material homologado fácilmente.
Lo que muchos profesionales temen es, como ya se ha planteó con la mascarilla corriente, que usar doble capa induzca al sujeto a una falsa sensación de seguridad que le haga ser más indulgente con otras acciones preventivas necesarias como pueden ser lavarse las manos o dejar dos metros de distancia de seguridad. Pero ojo, los últimos estudios sobre "compensación de riegos" por la mascarilla niegan que nos hayamos vuelto más temerarios en nuestro día a día al usarlas frente a otras barreras.
Todo esto por no hablar del principal problema que puede conllevar la doble mascarilla: la baja capacidad de transpiración que podría afectar a la respiración de los sujetos, algo que han señalado los expertos consultados en todas estas cabeceras.
Pese a todo, si deseas aplicar la doble capa lo mejor sería pensar dónde podría ser más útil: si vas a pasear por la calle, una mascarilla regular podría bastar. Para pasar largo tiempo en el interior de un vehículo, ahí sería más útil, aunque lo ideal seguiría siendo usar una única mascarilla, pero una FFP2.
Hacia un posible endurecimiento del uso de la mascarilla con la FFP2
O la FFP3. Se ha visto recientemente que Francia y Alemania han dado pasos en este sentido. Este tipo de máscara será obligatorio en estos países siempre que el sujeto esté en transporte público o comercios. Además, en Francia está prohibido el uso de mascarillas de tela, que aquí se permiten.
Estas mascarillas son por sí mismas un poco mejores que las quirúrgicas a nivel de filtrado (protegen de casi todas las partículas de hasta 0,6 micrómetros mientras que la corriente lo hace de las de 3 micrómetros), pero son muy superiores por su nivel de ajuste al rostro, con "solo una tasa de fuga de entre el 2 y el 8% máximo", que es el beneficio aludido por la "doble capa", aunque su precio actual está entre 1 y 2 euros por unidad para una protección que deberíamos cambiar cada 4 horas, el mismo tiempo que nos recomiendan para la quirúrgica.
Es decir, son tres veces más caras que las que usamos ahora mismo, que es justamente también el motivo por el que, según los analistas, España se pensaría muy mucho la obligatoriedad de su uso, ya que entonces sería obligatorio que el Estado las financiase bien para todo el público bien para la población vulnerable.
Esto conecta precisamente por qué vemos a muchos de nuestros sanitarios usar la doble cama con esta FFP2 más una quirúrgica, para alargar su vida útil. La quirúrgica superior sería una barrera para las salpicaduras del habla o los estornudos de la gente, desechándola a medio día y poniendo otra por encima. En muchos sitios el tapabocas de mayor protección es escaso hasta para nuestros trabajadores de primera línea.
Imagen: Juan Medina/GTRES