La ciudad más fría de Finlandia, Salla, quiere organizar los Juegos Olímpicos. De verano

Salla Verano
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El Comité Olímpico Internacional tiene un problema. Cada vez menos ciudades desean organizar unos Juegos Olímpicos. A las reticencias económicas debemos sumar las climáticas si hablamos de sus ediciones invernales. El aumento de las temperaturas ha convertido a la nieve en un bien escaso. De ahí que el anuncio de candidatura por parte de una pequeña ciudad finlandesa situada en los confines del Ártico debiera ser una buena noticia. Las opciones no son tan abundantes.

El problema es que, contra todo pronóstico, no desea organizar los Juegos Olímpicos de invierno, sino los de verano.

La idea. Se trata de Salla, apenas 3.300 habitantes aposentados a 900 kilómetros al norte de Helsinki. "Nuestra intención con esto es clara: queremos mantener Salla tal y como es, y a nuestro inviernos fríos y repletos de nieve", explicó hace unos días el alcalde e ideólogo de la candidatura, Erkki Parkkinen, en un comunicado público. "Es una idea alocada, albergar los Juegos Olímpicos de verano en una de las ciudades más frías del planeta". En concreto, los de 2032.

En serio. La propuesta desea concienciar sobre los riesgos del cambio climático, subrayando el componente identitario que los habitantes de Salla asocian a su aislamiento y duras condiciones. Ahora bien, es seria: cuenta con un vídeo, un logotipo, una propuesta de mascota, un libro recogiendo los aspectos técnicos de la candidatura y actividades promocionales. La fecha también tiene un doble significado: "Si Salla puede albergar los Juegos en 2032, significa que las temperaturas no dejaron de aumentar".

Dicho de otro modo: hay que actuar ahora, porque la mera posibilidad de organizar unos Juegos de verano más allá del Círculo Polar Ártico sería un fracaso para la humanidad.

Cambios. Es una idea poderosa. Salla se promociona turísticamente como un lugar "en medio de ninguna parte". Durante los largos meses invernales el único horizonte disponible para sus habitantes es la nieve. Las temperaturas suelen caer por debajo de los -45º C. Con todo, algo está cambiando en el Ártico: sus temperaturas anuales están ya por encima de los 3º C sobre el periodo pre-industrial, en un calentamiento más agudo que en otros puntos del planeta. Esto está evaporando el hielo del océano, abriendo rutas comerciales en el camino.

Durante los últimos años nos hemos acostumbrado a récords extraordinarios. En junio Verkhoyansk, en Siberia, un de los puntos más fríos del planeta, superaba los 38º C. Un año antes, una ola de incendios arrasaba las masas boscosas vírgenes de Rusia o Canadá, en un patrón ya experimentado por Escandinavia. Sucede tanto en verano (Helsinki ya no es ajena a los 30º C) y en invierno. Este noviembre, Finlandia registraba la temperatura invernal más alta de toda su historia: 14,7º C.

Sin nieve. No son hechos esporádicos. Es una tendencia sólida. Los inviernos son cada vez más cortos y tibios, lo que está reduciendo el abanico de localizaciones para los Juegos Olímpicos invernales. Su próxima edición (2022) se disputará en Pekín, a 200 kilómetros de la montaña más cercana. Las pruebas de nieve se desarrollarán en Zhangjiakou, situada a las puertas del Gobi, y la mayor parte de la nieve será artificial (hace frío pero las precipitaciones invernales son casi inexistentes).

La candidatura de Salla es llamativa precisamente por ello. Es uno de los pocos lugares donde unos Juegos de invierno aún son plenamente viables. Sin embargo, cada vez lo son también los de verano. Allí se encontrará con la probable competencia de Mumbai, Jakarta, Doha (y el drama que supondrían las altas temperaturas, ya experimentadas por el atletismo) o incluso Madrid o Budapest.

Las opciones. Para el COI todo son problemas. En materia invernal, la elevada exigencia económica de los Juegos obliga ya a candidaturas híbridas. Pekín en 2022; Milán en 2026, externalizando las pruebas de nieve a Cortina (a más de 400 kilómetros y ni siquiera en la región de Lombardía); ¿y Barcelona en 2030? La suya es una de las candidaturas más sólidas... En inevitable conjunción con Andorra. No hay muchas grandes capitales cerca de puntos de nieve. Se requiere de imaginación.

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