Países Bajos es, junto a Bélgica, el país de Europa donde la eutanasia está más normalizada e institucionalizada. Miles de enfermos terminales o aquejados de graves dolencias e impedimentos físicos se quitan la vida año a año, siempre bajo la tutela del estado y la supervisión de un especialista médico. Es así desde 2002, pero durante los últimos años el debate ha ido a más. ¿Se debe extender la muerte digna a todos?
Una parte del gobierno de coalición lo está impulsando.
Informe. Hace algunos meses, el gobierno encargó un informe a una comisión, liderada por la especialista Els van Wijngaarden, para determinar cuáles eran las actitudes respecto a la muerte de la población anciana. Los investigadores entrevistaron a más de 21.000 personas mayores de 55 años y descubrieron que el 0,18% consideraba su vida "completa" y deseaba disponer de herramientas para quitarse la vida.
Extrapolando, unos 10.000 holandeses desearían morir. La mayoría de ellos tiene problemas de salud, físicos y mentales, pero en ningún caso terminales. El trabajo también encontró un vínculo entre la mejora de las condiciones de salud y una menor preferencia por la muerte.
Política. El estudio ha causado un terremoto político. El actual gobierno de Mark Rutte lo componen cuatro partidos. Dos están parcial o totalmente a favor de una eutanasia más generosa (VVD, el socio mayoritario, y D66, ambos liberales), mientras que otros dos o bien son escépticos o bien se oponen (CDA y CU, democristianos y conservadores). Todos ellos han utilizado el informe para defender sus posturas.
Argumentos. Hugo de Jonge, ministro de Sanidad democristiano, ha recibido con cierta apertura de mente el estudio: "Los resultados muestran que la eutanasia es una cuestión social mayor. El deseo de morir de este grupo de personas es serio y el trabajo subraya la necesidad de tomar medidas". Pero no ha especificado cuáles, descartando una "ley" general que "abarque todos los casos", tan diversos.
Más radical ha sido la postura de D66. Su portavoz de asuntos éticos, Pia Dijkstra, ha anunciado un borrador de ley que extienda el derecho a la muerte. "Hay un amplio apoyo a una gestión digna de la vida propia", según ella, una que permita "completar" la existencia. Es una idea que tiene cierta tradición en Países Bajos. El momento en el que una persona considera "completada" su vida y, por tanto, desee ponerle fin.
Oposición. Las voces más conservadoras del ejecutivo lo ven de otro modo. El informe, a su juicio, ilustra que el deseo de morir está muy vinculado a un deterioro de la calidad de vida, por lo que obliga a las instituciones a "cuidar mejor" de sus mayores. "Es la respuesta humana", ha defendido Gert-Jan Segers, líder de la Unión Cristiana. "No veo forma de ayudar a las personas a quitarse la vida".
¿Entonces? El trabajo sí conmina al gobierno a tomar la cuestión en serio, lo que podría llevar a una fórmula quizá no tan radical como la defendida por D66 pero sí intermedia. Una que, en ciertos casos, extienda el derecho a la muerte digna a enfermos de condición leve. Es algo debatidísimo en Países Bajos. Ya en los noventa, un juez del Supremo holandés, Huib Drion, planteó una "píldora" que acabara con la vida de quien así lo deseara.
Sólo habría un requisito para acceder a ella: haber cumplido más de 70 años. Variantes de la "píldora de Drion" hay muchas. Una de las más célebres es The Sarco, una máquina que te mata de forma dulce y plácida. Está diseñada por otro "gurú" de la eutanasia, el doctor australiano Philip Nitschke, pero no podrás utilizarla en ningún país del mundo. El derecho a morir sigue estando limitado incluso en Bélgica y Países Bajos.
Imagen: Elien Dumon