Qué tendrá Singapur para que casi todas las principales tecnológicas del mundo hayan abierto sus oficinas allí

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Singapur tiene poco más de 700 kilómetros cuadrados. El país entero, una ciudad-estado, es más pequeño que la ciudad de Madrid, pero además de casi duplicar su renta per cápita, también casi duplica su población. Y sobre todo, se ha erigido en la meca de las grandes tecnológicas: ya en 2018, 80 de las 100 principales del mundo habían abierto sus oficinas allí. La lista actualizada va más allá.

Apple, Amazon, Alphabet, Microsoft o Meta tienen allí sus oficinas centrales para la región de Asia y el Pacífico. Entre todas suman multitud de iniciativas en Singapur, como Google for Startups, Microsoft Innovation Centre, Facebook Developer Circle Program...

SAP, Adobe, IBM, Tencent, Coinbase, PayPal, GitLab u Oracle también han hecho lo propio. Incluso TikTok o empresas más recientes, como Shein. Dyson trasladó allí su sede central desde Reino Unido y Razer mantiene allí su sede junto a la de San Diego.

¿Qué ha hecho Singapur para lograr este hito? Hay varios factores.

Un PIB per cápita disparado, una estabilidad sin parangón

En primer lugar, su ubicación resulta estratégica. Geográficamente se encuentra justo entre Asia y Oceanía, sobre el archipiélago indonesio. Tiene buena conexión marítima y aérea que le sirve como enganche entre Oriente y Occidente.

Su puerto comercial es el segundo más activo a nivel mundial, solo por detrás del de Shangai; y su aeropuerto lleva más de diez años siendo nombrado el mejor del mundo.

Por otro lado, es un lugar neutral. Su miedo a perder oportunidades que le permitan seguir creciendo le ha hecho tener buenas relaciones con prácticamente cualquier país, incluyendo dualidades como China y Estados Unidos, cuya reciente tensión creciente empezó a dividir al país en dos bandos que de momento siguen conviviendo en armonía.

Singapur es parte de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) junto a Tailandia, Indonesia, Malasia y Filipinas. Esta vinculación tiene como uno de sus principios fundamentales la no interferencia en asuntos internos de otros países.

Su política exterior se basa en promocionar sus intereses nacionales, la seguridad y la estabilidad. Esto le ha permitido mantener buenas relaciones con China, con quien mantiene una fuerte relación cultural y comercial; con Japón, con quien ha trabajado conjuntamente en infraestucturas, educación o economía; y con Estados Unidos, quien ve en este país un socio importante para la economía y la seguridad.

De hecho, Singapur acoge una base naval estadounidense y ambos países tienen un acuerdo de libre comercio, al igual que lo tiene con la Unión Europea. Esta buena relación Singapur-Estados Unidos sirve como un equilibrio de fuerzas en Asia, para que la influencia de China no sea tan fuerte.

No es habitual que una nación tenga buenas relaciones con estos tres países a la vez. El logro de esta estabilidad ha sido uno de los pilares de una prosperidad económica que ha servido de reclamo para muchas empresas, también para las tecnológicas.

Una estabilidad que también se logró a nivel de legislación laboral y políticas que entregaron fondos a los sectores más grandes del país, como la electrónica, la banca o la construcción naval en sus primeras décadas de vida —Singapur solo tiene 58 años desde que se constituyó como país independiente—.

Aquello fue durante los años de gobierno de Lee Kuan Yew, quien impulsó al país mediante una industrialización basada en las exportaciones, el desarrollo de infraestructuras como el mencionado puerto comercial o una fuerte inversión en educación y capacitación laboral. Y eso que venían de una independencia que les debilitó económicamente, fruto de la retirada de las bases británicas.

Tras esos años de transición y consolidación, llegaron fuertes apoyos para el sector tecnológico, tanto por los incentivos para atraer y retener a estas empresas, incluyendo fiscales; como algo más indirecto, pero capital: una mano de obra cualificada, especialmente en perfiles técnicos, fruto de esos esfuerzos en educación.

Hoy en día, Singapur es el principal centro de innovación tecnológica a nivel mundial, solo por detrás de San Francisco; según KPMG. Superando a Londres, Tel Aviv, Tokio, Nueva York y Shangai.

Todo esto explica el descomunal crecimiento económico de Singapur, que en definitiva ha sido el gran atractivo para todas estas grandes tecnológicas.En 1990, España tenía un PIB per cápita superior al de Singapur. Tres décadas después, no le llega ni a la mitad: 30.000 dólares frente a 72.000 dólares. El PIB per cápita de Singapur es superior incluso al de Estados Unidos.

Y así llegamos a los años veinte de este siglo, con una perspectiva que le convertirá en el sueño del capitalismo. Según el banco HCSB Holding, el 13% de su población, casi uno de cada seis habitantes, será millonaria en 2030, superando así a Australia, Hong Kong o Taiwan.

Y todo con una atmósfera de higiene y seguridad que le da un orden público sin comparación con ningún otro país, donde incluso el tabaco tiene fuertes restricciones, muchas más que las que puede tener en un país como España, que ha avanzado mucho en ese sentido durante las últimas dos décadas. Ante todo, un país cívico y ordenado.

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