Lo de mirar a los ojos a quien te habla va mucho más allá de las normas de educación elementales. Estudios hay —como los de Albert Mehrabian— que sostienen que en una charla de tú a tú, cara a cara, el 35% de la información parte de la conversación, el "componente verbal", y el 65% restante de lo que habitualmente se llama “comunicación no verbal”: aspavientos, muecas, inflexiones en el tono de voz... Solo gestos y señales representarían el 55% de todo la información que percibimos.
Con esos porcentajes claros, Google se ha lanzado al desarrollo de una herramienta de comunicación 3D basada en la telepresencia: Project Starline. Y aunque todavía sigue puliendo detalles —con resultados prometedores, eso sí— ha aprovechado la conferencia de desarrolladores Google I/O para generar expectación y, de paso, ir abriendo apetito en una sociedad en la que el teletrabajo se ha ido popularizando en el último año y medio a golpe de pandemia.
El objetivo de Starline es estirar al máximo el concepto de “telepresencia”, que —más allá de la distancia que los separe— los interlocutores sientan que comparten un mismo espacio. Para lograrlo, han creado básicamente una cabina de vídeo chat en 3D con una calidad que supera a la de las habituales videoconferencias 2D. La idea es conseguir una sensación similar a la de la realidad virtual o aumentada, pero sin que los usuarios deban utilizar auriculares, gafas o cualquier otro wearable voluminoso, incómodo y que moleste durante la conversación.
Misión: lograr la máxima sensación de copresencia
Según detallan los técnicos de Google, Starline está dotado de dos estructuras principales: una unidad de visualización con pantalla, cámaras, altavoces, micrófonos, iluminadores y computadora; y otra con retroiluminación infrarroja. Como precisan en The Verge, el sistema dispone de un gran panel 8K de 65 pulgadas que funciona a 60Hz y “módulos de captura” para imágenes en color y datos de profundidad. Cuatro cámaras de seguimiento adicionales, micrófonos, altavoces y proyectores de infrarrojos contribuyen a la sensación de “copresencia”.
No todo está solucionado, por supuesto. Google reconoce que su herramienta aún tiene "limitaciones" y que le quedan por pulir algunos aspectos para conseguir el efecto que busca. Elementos como el cabello o las gafas de los usuarios, sin ir más lejos, pueden generar errores de geometría y textura y romper la sensación de “copresencia”.
En la lista de tareas pendientes —recoge Europa Press— quedan detalles relacionados con los sistemas de profundidad, el sonido estéreo o el color. Entre las metas de Google estaría también que Starline permita aumentar el número de interlocutores. El objetivo, insisten, es lograr “la sensación de que dos personas están juntas, incluida la proximidad, el contacto visual y la interacción”.
El camino, en cualquier caso, es prometedor. A lo largo de nueve meses los técnicos de Google examinaron 308 reuniones con una duración media de 35,2 minutos. De las 296 respuestas que recibieron tras las pruebas, el 87% apuntaban una sensación ligera o francamente mejor que la de la videoconferencia tradicional en aspectos como la sensación de presencia, la atención, la conexión personal y la capacidad para medir las reacciones del interlocutor. Es más, los técnicos constataron incluso que los participantes recordaban más del contenido de la reunión.
Ya se sabe, a más realismo, más carga de información.
Imágenes | Google
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