Los objetos de diseño se definen como tales cuando trascienden su función práctica para convertirse en símbolo de una época. Son concebidos por la mente de diseñadores talentosos que captan su esencia más auténtica.
El momento más fértil en la historia del diseño sin duda está vinculado al desarrollo industrial de la segunda mitad del siglo pasado, cuando el deseo de construir un futuro mejor dio origen a una nueva forma de pensar y crear. Muebles, accesorios y otros objetos han redefinido los espacios de la vida cotidiana.
El momento más fértil en la historia del diseño sin duda está vinculado al desarrollo industrial de la segunda mitad del siglo pasado
Si se observa la delgada elegancia de Egg de Jacobsen (1958), desaparece cualquier relación con el clásico sillón. Materiales, colores y formas revolucionan por completo los objetos cotidianos. Más recientemente, desde el Walkman hasta el iPod, pasando por la evolución de la máquina de escribir en los ordenadores y hasta las maquinillas de afeitar, la tecnología de consumo ha dictado las líneas de desarrollo del diseño de productos.
En un mundo dinámico, líquido, globalizado que no conoce fronteras, el diseñador debe actuar como una interfaz entre todo lo que nace a nivel de la investigación tecnocientífica y el consumidor. Debe transformar lo simplemente nuevo en algo útil, o ser capaz de resolver un problema aplicando la investigación científica y la innovación tecnológica de una manera muy concreta. En resumen, el diseñador debe ser un puente entre las grandes revoluciones tecnocientíficas y nuestra vida cotidiana.
Diseñar un producto hoy significa pensar en una experiencia completa
Steve Jobs solía decir que el diseño de los objetos no es su forma, sino la forma en que funcionan. Diseñar un producto hoy significa pensar en una experiencia integral, que tiene que ver con la atribución de significado y valor relacionados con el acceso, la compra o la posesión de un producto o servicio. Nos enfrentamos a objetos que establecen una relación cognitiva con nosotros, que deben poder comunicar su "inteligencia" incluso con la forma.
Todo esto incluye aspectos como la facilidad de uso y la eficiencia del sistema, pero va más allá. La user experience es la atención a las necesidades comerciales y de marketing, y no solo la interfaz o el look’n feel. Es un campo de conocimiento que acoge diversas disciplinas. A la hora de diseñar, hay que tener en cuenta características como innovación, funcionalidad, atemporalidad, finalidad estética, valor emocional y sostenibilidad.
Todo esto es lo que valoran grandes premios internacionales como los Red Dot Design Awards, uno de los premios de diseño más importantes del mundo. Desde 1955, han sido galardonadas marcas y productos como iPhone, Ferrari, Bulgari, Adidas o Coca-Cola. El objetivo del premio es celebrar la calidad excepcional de diseñadores y productores en el marco de una ceremonia anual que se celebra en Essen, Alemania.
Wallbox Copper, Red Dot Award Product Design 2019
El próximo 8 de julio, el Red Dot Award Product Design 2019 será entregado al Wallbox Copper, el innovador cargador para coche eléctrico diseñado por Wallbox con la colaboración de los alumnos del Grado en Diseño de Producto de ESNE, la reconocida Escuela Universitaria de Diseño y Tecnología de Madrid.
Javier Sanz, director del Grado y colaborador en el proyecto Wallbox, asegura que, para un diseñador, “el objetivo debe ser seducir a consumidores y usuarios desde un un punto de vista emocional, pero sin olvidar aspectos más racionales como la usabilidad y la calidad. En definitiva, hay que mejorar la experiencia del usuario en relación al producto”.
Wallbox Copper nace gracias a un acuerdo de colaboración académica cuyo objetivo es diseñar la tercera generación de cargadores para vehículos eléctricos e híbridos enchufables. “Con Wallbox Copper el reto era llegar a tener el cargador más compacto e inteligente del mercado y que su diseño reflejara ese carácter premium del producto”, anota Sanz.
De la investigación sobre materiales, probablemente lleguen las novedades más interesantes, capaces incluso de abrir nuevas aplicaciones y desarrollos de diseño. En el caso del Wallbox Copper, “fue clave el polímero frontal que no deja ver el marco de la pantalla y, por ello, parece extensiva a todo el frontal. También lo fue la posibilidad de personalizar por colores y texturas el envolvente perimetral de aluminio anodizado”, explica el profesor.
Con una interfaz de usuario personalizable y conexión a Internet (WiFi, Ethernet) y Bluetooth, Wallbox Copper proporciona las máximas prestaciones de recarga. Asimismo, está equipado con la última tecnología de reconocimiento facial y gestual para una interacción intuitiva con toda la información, directamente desde el móvil o la plataforma online.
“Este proyecto -relatan Javier González Hernández y Sergio Sesmero Vázquez, alumnos del Grado en Diseño de Producto de ESNE- comenzó cuando aún estábamos en primero de carrera. Nos sirvió como oportunidad para mejorar no solo aspectos relacionados con las herramientas de diseño, sino para conocer el mundo profesional y comprobar de qué éramos capaces”.
Diseñar el futuro
Hoy en día, el diseñador participa en el cambio poniendo más atención hacia las necesidades de las personas y el planeta. Lo hace a través de proyectos derivados del pensamiento lateral, como luces dinámicas para el ahorro de energía, dispositivos y servicios para simplificar las vidas de las personas o espacios que despiertan emociones sensoriales, pero que también aseguran el máximo confort ambiental con soluciones técnicas y materiales sostenibles.
"No solo se trata de una profesión con futuro, sino de una profesión que orienta el presente hacia un futuro mejor”
El diseñador ya no cuenta solo como perfil creativo, sino como profesional que se hace eco de las tendencias e inquietudes sociales y es capaz de anticiparse a las necesidades que puedan surgir mañana. Por lo tanto, garantizan los estudiantes de ESNE, "no solo se trata de una profesión con futuro, sino de una profesión que orienta el presente hacia un futuro mejor”.
Las empresas cada vez están demandando más perfiles creativos con los que diferenciarse de sus competidores. El sector del diseño de producto debe reorientarse hacia el Internet de las Cosas, alineándose con experiencias tecnológicas sostenibles, sencillas e intuitivas. “Como Wallbox, muchas empresas que nunca habían tenido en su equipo a diseñadores de producto, ya no se plantean la compañía sin el valor añadido que les aportan estos profesionales”, anota el profesor Sanz.
La formación académica y la experiencia profesional son factores determinantes para el éxito. En ESNE, “bajo la metodología Design Thinking, enseñamos el diseño de producto con un enfoque que combina teoría y práctica, experimentando y aprendiendo de las fases de maqueta o prototipado, a fin de mejorar el producto y poderlo testar”, explica el docente. Además asegura que “este enfoque lo entendemos en el contexto de una estrecha colaboración con empresas e instituciones”.
Diseñar para las personas
Ser diseñador de producto ya no consiste solo en diseñar objetos para la producción industrial. Se han agregado dos cuestiones muy importantes. Por un lado, la puesta en valor de la tecnología, el diseño interactivo y servicios que involucran funciones cada vez más inmateriales; por otro, el redescubrimiento de las tradiciones artesanales y la producción limitada, que empujan al diseñador cada vez más hacia el conocimiento y la relación con la materia.
Hoy más que nunca nuestra sociedad requiere un estallido de creatividad para adaptarse a la rapidez de los cambios que se están produciendo
El diseño es una expresión de la capacidad evolutiva del ser humano. Y hoy más que nunca nuestra sociedad requiere una transición y un estallido de creatividad para adaptarse a la rapidez de los cambios que se están produciendo. Los diseñadores deben empatizar con los lenguajes que atraen al público objetivo, pero también tienen que estar preparados para marcar o liderar tendencias de diferente naturaleza.
Dentro de un proceso de diseño correcto, las necesidades de la persona tienen prioridad en cualquier momento de contacto entre el producto, su contexto y el usuario final. Esta interacción ha de ser positiva y atractiva, personal, única e inmediata. De hecho, ya en los años sesenta, el maestro Dieter Rams avisaba: “el diseño está hecho para las personas; si no entiendes a las personas, no puedes diseñar bien".