Una limpieza perfecta en solo 10 segundos: así persigue la tecnología el nirvana dental

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Los procesos de innovación avanzan muy rápido cuando se lanza una nueva solución, producto o servicio. Pero, una vez alcanzado un estado de evolución supuestamente “perfecto”, la innovación deja paso a la mejora incremental de las soluciones sin introducir cambios radicales en la forma de abordar un problema o necesidad.

Es lo que sucede con los cepillos de dientes, que llevan entre nosotros desde el año 3000 a.C., cuando los egipcios empezaron a usar ramas con puntas desgastadas para limpiar los dientes. Ese gesto, se ha mantenido hasta la actualidad, básicamente, sin alteraciones en la forma de encarar la limpieza dental.

Ha habido evolución, por supuesto, como la introducción de las cerdas en el cepillo, que tuvo lugar en China hacia el año 1498, llegando a Europa en el 1600 y reemplazando las cerdas de jabalí por otras de caballo o tejón. También fue novedad la llegada del nailon en la década de los años 30 del siglo pasado, que puso fin a los problemas derivados del uso de cerdas de origen animal, poco higiénicas en la parte bacteriológica, por ejemplo, o con una rigidez difícil de regular (o eran demasiado rígidas o muy blandas).

El mismo cepillado con distintos cepillos

También se usaban mondadientes al tiempo que los cepillos eran patrimonio de las clases más pudientes, al contener materiales como el marfil (para el mango) o crines de animales traídas de otros países. Con todo, el procedimiento de limpieza seguía siendo básicamente el mismo: recorrer todos los lugares de la cavidad bucal de forma secuencial y ordenada para eliminar los restos de comida e higienizar las encías y la boca en general.

Básicamente, los cepillos de dientes han mantenido durante siglos el mismo aspecto.

El nailon, en los años 30 del siglo XX, supuso la democratización del cepillado y dio paso al desarrollo de los cepillos eléctricos en los años 50. Estos últimos han evolucionado en tecnologías como la de las baterías o la de los métodos de rotación de los cabezales, maximizando la eliminación de placa y minimizando la erosión en las zonas más delicadas, como las encías o los aparatos de ortodoncia. Asimimo, se han ido adoptando de forma generalizada por sectores de la población cada vez más amplios.

Con todo, siguen siendo cepillos esencialmente secuenciales en los que hay que recorrer pieza por pieza y zona por zona de la cavidad bucal para completar la limpieza. Y son cepillos sujetos a la “arbitrariedad” de la “coreografía” de cepillado de cada usuario, que precisa de una atención rigurosa y metódica para llegar a todos los puntos sensibles a la acumulación de restos de comida de cada persona concreta.

Los métodos de limpieza tradicionales han de seguir una cuidada coreografía y tiempos determinados (fuente: dentagrama).

El sistema de limpieza secuencial más recomendado es el método Bass, en el que se especifica cómo usar el cepillo para cada diente o grupos de dientes y cómo moverlo de forma óptima, con un tiempo de cepillado recomendado de unos dos minutos.

Sin embargo, por cuestiones de falta de tiempo o simplemente pereza, lo más habitual es que el tiempo de cepillado se quede en menos de un minuto, descuidando la forma de ejecutar los movimientos. Esto es común en los adultos, pero más aún en el caso de los niños, que no tienen tan implantada esa rutina.

Y-Brush: del cepillado secuencial al instantáneo

Y-Brush es una marca francesa de soluciones de cepillado, con alcance internacional,  que ha conseguido innovar en un campo como el de la higiene bucal. Y lo ha hecho tras siglos de limpieza articulada alrededor del mismo procedimiento secuencial: diente a diente y zona por zona. Ni siquiera la introducción del cepillo eléctrico supuso un cambio en esta rutina de higiene.

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Y-Brush aprovecha los avances en el cepillado eléctrico, aunque aplicados a una nueva concepción de limpieza simultanea gracias al uso de un cepillo en forma de “Y”. Este se adapta anatómicamente a la dentadura de los usuarios, automatizando el proceso de cepillado de dientes y encías a partir de 35.000 filamentos de nailon, y cuenta con tres modos de vibración diferentes.

Así ha obrado el milagro: se pasa de dos minutos de cepillado a diez segundos, cinco para la parte de arriba de la boca y otros cinco para la de abajo, en el modo de vibración más intenso. Por supuesto, la limpieza se realiza de forma correcta y el resultado es muy satisfactorio. El Y-Brush se ha diseñado de acuerdo con el método Bass de cepillado, orientando los filamentos en el ángulo óptimo y eligiéndolos con la consistencia correcta.

De la I+D al producto final

En el origen del Y-Brush está la detección de una debilidad en los sistemas tradicionales de cepillado: hacerlo correctamente era muy difícil, anulando los potenciales beneficios de los cepillos eléctricos. Durante más de cuatro años, la tecnología de Y-Brush ha ido convirtiéndose en un producto final eficaz. Se ha sometido a un proceso de validación en el que han intervenido dentistas, se han investigado múltiples estudios clínicos y se ha escuchado el feedback de los usuarios.

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Y-Brush emplea vibraciones sónicas para la limpieza con tres modos (suave, estándar e intenso) y se complementa con accesorios como el dosificador para la pasta dental para evitar el derroche innecesario de dentífrico. El cepillo en forma de “Y” es superflexible y se presenta en dos tallas diferenciadas: una para niños y otra para adultos. La eficacia de este método de limpieza, además, se ha demostrado tanto en experimentos de laboratorio como en estudios con usuarios reales.

Otros factores interesante de esta nueva propuesta son su una batería capaz de durar hasta tres meses sin cargar, y su fácil transporte. Como viene siendo habitual con las propuestas eléctricas, en esta ocasión, también el mismo mango puede usarse para varios cepillos, lo cual ahorrará espacio cuando se viaje en familia.

Un cepillado más fácil es la diferencia entre hacerlo bien o mal

En última instancia, facilitar el cepillado tanto en tiempo como en su buena y automatizada praxis permite que la salud bucal no se resienta y no amenace la salud general. De poco vale cepillarse si se hace mal.

No es raro que nos confiemos pensando que estamos manteniendo una buena higiene mientras la descuidamos de facto al hacerlo mal, ya sea durante menos tiempo del recomendado o sin llegar a zonas donde se podría estar gestando una caries o una infección.

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Hay una estrecha relación entre una mala higiene bucal mantenida en el tiempo y enfermedades cardiovasculares o incluso diabetes. Unas encías en mal estado son la puerta de entrada de bacterias perjudiciales al torrente sanguíneo. En cambio, un cepillo como el que conseguimos con Y-Brush reduce al mínimo el error en la limpieza al eliminar la necesidad de ejecutar manualmente muchos de los movimientos que intervienen en métodos como el Bass.

Actualmente es posible beneficiarse de un descuento de 10 euros en la compra del cepillo Y-Brush, metiendo el código: BRUSH5020 en la tienda online. Ya no puede haber excusas de falta de tiempo o de ganas. Es hora de lucir una sonrisa impecable con el mínimo esfuerzo e inviertiendo solo 10 segundos en el cepillado. ¿No se puede considerar eso el verdadero nirvana de la higiene bucal?

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