Cómo hacerse millonario plantando cara a la vieja banca

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Los nuevos emprendedores ven la banca como ese diplodocus lento, arrugado, que no se extingue por pura necesidad biológica. Si aquél cumplía una función en la cadena trófica, el sistema de bancos franquiciados, cajas de ahorros y tarjetas de crédito de plástico responde a unas necesidades antiguas y algo inmovilistas.

Y sólo hay que fijarse en otras batalla del siglo XXI: la que libró Napster contra la industria musical, Uber contra las compañías de taxis, Netflix contra los cines. Son batallas accidentales, de hecho: si existe un mercado es porque hay nicho de explotación. ¿Cómo reaccionan los bancos? Estudiando subidas en las comisiones.

Como decía Brett King, CEO de Moven «el 80% de los millenials no pisará jamás una entidad bancaria». Y, si el 31% de los españoles no quiere tener cuenta bancaria y un 40% contrata sus cuentas a través de internet, la gran realidad es que poseer una cuenta bancaria hoy día, con las facilidades digitales, no tiene mucho sentido. Acusados de falta de transparencia —que muchos bancos dirimen a errores fácticos—, parece que ha llegado el momento de las fintech.

Transferencias locales para evitar comisiones

Antes de nada, para no perderse: fintech es una contracción de finanzas y tecnología. Por tanto, una fintech es una compañía tecnológica que ofrece servicios financieros al margen de compañías tradicionales, sirviéndose de herramientas tecnológicas.

En este marco se encuentra Transferwise, una startup londinense fundada por los estonios Taavet Hinrikus y Kristo Käärmann en 2011 bajo una sencilla premisa: abaratar e incluso anular los tipos de interés en transferencias internacionales eliminando al actor que se las queda, los bancos.

La mecánica de la empresa es sencilla: en lugar de realizar una transferencia internacional, se llevan a cabo dos transferencias locales

La mecánica de la empresa es sencilla: en lugar de realizar una transferencia internacional, se llevan a cabo dos transferencias locales. De esta forma se evitan las inflaciones y deflaciones en los cambios de divisas. El dinero no viaja de un país a otro, sino que se utilizan “fondos comunes”. Por tanto, cuantos más usuarios tenga la plataforma, más eficaz será su rendimiento.

Este tipo de comisiones suelen ser opacas y se traducen en un cambio de moneda injusto. Quienes compran gift cards lo saben bien: adquieren una tarjeta por valor de 2.500 rublos que, al cambio, son menos de 35 euros, pero en su banco aparece un adeudo de 39 euros. No hay más: cuando mandamos dinero —o nos lo mandan— se nos está aplicando comisión, prácticamente siempre.

Ahora supongamos que mantenemos una hipoteca en España y nuestra nómina, domiciliada en Estados Unidos, se factura en dólares. En estos casos las pérdidas —manteniendo una horquilla del 3% al 7%— son bastante más elevadas que esos cuatro euros de calderilla. En este caso se aplica una doble comisión: la devenida por realizar la transferencia, completamente transparente, y la cobrada por el tipo de interés, opaca.

Las cifras lo son todo

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Los bancos físicos parecen no tener lugar en este mundo digital: durante su punto álgido en septiembre de 2008, en España había 46.221 oficinas bancarias. Hoy quedan 28.176 sucursales, el mismo número con el que contábamos en marzo de 1982.

En 2008, en España contábamos con 46.221 oficinas bancarias. Hoy quedan 28.176 sucursales

Y el ritmo sigue bajando: durante el primer trimestre cerraron 805 sucursales, aunque llegaron a abrirse 86. Según Bankrate, el 30% de los clientes de banca no han acudido a su sucursal en los últimos seis meses.

Transferwise opera más de mil millones de libras al mes*, una nadería respecto a los grandes popes de la banca, pero cuenta con más de un millón de usuarios de 39 diferentes países y está valorada en 1.000 millones de euros. Amigos del márketing contundente, la empresa promete rendimiento y eficacia frente a la lentitud clásica de las transferencias bancarias, promete «transferencias 5 veces más baratas que los bancos».

transfewise

The Economist comparaba el sistema de trabajo de Transferwise con el de las redes peer-to-peer, donde no hay clientes ni servidores sino que todos actúan como nodos de la misma red y permiten el intercambio directo de información, a través de la IP de cada ordenador interconectado. El almacenamiento, por tanto, es físico.

De esto, Taavet Hinrikus sabe bastante: él presume de ser el primer empleado de Skype. Y Skype actúa de forma similar, a través de la conexión entre redes locales.

Las muerte de las tarjetas de crédito/débito

Tampoco olvidemos otro de los segmentos abocados a una desaparición pautada: las tarjetas de crédito y débito. Una vez cada cuatro años sucede una pequeña hecatombe para todos aquellos que compran de forma asidua en internet: su tarjeta de crédito ha caducado.

Credit Card 1591492 1280

¿En qué se traduce esto? Todos los servicios asociados quedan cancelados, congelados hasta que actualices y vuelvas a validar los datos nuevos. Desde la cuenta de Netflix al PlayStation Plus, desde el Amazon Prime a PayPal —excepto si está asociado a una cuenta bancaria—.

La tarjeta de plástico con banda magnética, usada por 15 millones de españoles, data de 1969, aunque tres años antes ya se distribuyen ejemplares y, a su vez, no dejan de ser una versión refinada de las cartillas de cartón o los pagarés escritos en tela del 1800. Las cajas de ahorros tradicionales comenzaron en España hacia los años 30. La banca actual utiliza sistemas fundados a finales de los 80. Todas estas desnortadas herramientas siguen usándose hoy, en 2017.

Protegemos nuestras tarjetas mediante un código CCV que, explorando todas las combinaciones posibles, puede ser detectado en apenas un par de minutos. Tardamos hasta dos semanas en recibir una tarjeta nueva por correo.

La cuenta de PayPal, como nuestra cuenta bancaria, ni caduca ni necesita renovación

En cambio, la cuenta de PayPal no caduca, ni necesita renovación. Muchos de nuestros móviles son compatibles con terminales contactless, cuentan con tecnología NFC (near field communication) y asocian a nuestra huella dactilar vía Touch ID. Es decir, comodidad, inmediatez, nada de números ni fechas de caducidad ni protocolos de autenticación en forma de códigos de validación temporal.

Las fintech no ofrecen nada nuevo, simplemente son más eficientes, más ágiles. No se trata de reducir sucursales, sino de optimizar recursos. Los grandes del ecommerce saben cómo porque, en esencia, nacieron bajo este sustrato.

Las IA’s también tienen mucho que decir

Startups

La banca tradicional cuenta con la experiencia, los recursos humanos y logísticos necesarios para acometer esta transformación. Pero las Inteligencias Artificiales no necesitan ni domicilio postal ni largas cadenas de validación: están en todas partes, filtrando información a través del Big Data.

El universo digital se duplica cada año y los retailers que operan desde Internet poseen día tras día más datos personales de sus usuarios: tendencias de consumo, uso e índices de satisfacción conforman un perfil. Y es bajo este escenario donde las fintech se están adelantando a la banca tradicional: el customer acquisition, customer retention, en el análisis de riesgos o el credit scoring.

Por empresas implicadas en este proceso no será: PayoneerXOOMPayseraBillGuardFeedzaiEidoSearchCardlyticsSigFigLearnVest o CreditKarma. De hecho, el verdadero reto en la actualidad está en destacar sobre el resto. Y desde luego, Transferwise está decidida a intentarlo.

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