La relación de Toyota y el hidrógeno es como la de esa pareja que se quiere mucho, que parecen no estar en la misma onda, no encontrar su manera de complementarse y, sin embargo, pelean y pelean hasta que terminan juntos... o todo termina por romperse de la peor manera.
La compañía nipona hace mucho tiempo que investiga con esta tecnología para ofrecer soluciones a la movilidad del futuro. La compañía, por ejemplo, tiene claro que Europa es un mercado perfecto para ella, con su lucha contra el CO2 y la tranquilidad de que el hidrógeno elimina, al mismo tiempo, sus emisiones y las paradas más largas del eléctrico.
Desde luego, ya tienen en el Toyota Mirai el coche de hidrógeno más famoso del mundo pero no en todos los mercados está dando buenos resultados. Sin embargo, hay problemas intrínsecos al coche de pila de combustible. Necesita depósitos que almacenan el hidrógeno a una presión de 700 bares que ocupan mucho espacio pero entregan una autonomía relativamente pequeña para su tamaño.
Para dar solución a este problema y abrir nuevas vías de negocio, Toyota experimenta en la competición con un Corolla que quema hidrógeno. Y, año tras año, los nipones nos regalan nuevas y curiosas evoluciones.
Combinando dos mundos
Cuando alguien se pregunta por qué una marca se gasta cantidades ingentes de dinero en competición bien podrían responderle con este ejemplo.
Toyota participa en el ENEOS Super Taikyu Series 2024, un campeonato japonés donde pone a prueba sus últimos adelantos en la tecnología de hidrógeno con un Toyota Corolla del que ya hemos hablado en alguna otra ocasión.
En 2021, la compañía nos sorprendió con este concepto de motor de combustión que quema hidrógeno en lugar de combustibles fósiles. De esta manera, puede generar sensaciones muy similares a la gasolina y mantener el sonido.
Toyota sigue pensando que hay un mercado para esta mecánica, especialmente entre los coches deportivos. Por el camino, eso sí, se ha encontrado con múltiples problemas. Uno de ellos es que, pese a montar grandes depósitos, el coche se terminaba muy rápido el "tanque" y necesitó 41 paradas en boxes, lo que supuso el doble de pasos por el pitlane que el resto de competidores.
Después de dos años lidiando con estos problemas, en 2023 vimos otra solución. Toyota decidió pasar el hidrógeno en estado gaseoso a estado líquido. De esta manera, se soluciona el problema del almacenamiento porque no se necesita tanto espacio para almacenarlo. Sin embargo, es una opción altamente ineficiente, inferior a la pila de combustible y muy lejos del eléctrico.
Gran parte de esta baja eficiencia energética se produce por la obligación de criogenizar el hidrógeno a -253ºC. Pero, además, hemos sabido que Toyota tenía otros problemas. Parte del hidrógeno almacenado se evaporaba, dado que la temperatura ambiente calentaba el hidrógeno transportado por el vehículo. Es lo que definen como un problema de boil-off gas.
Para darle solución, la compañía ha ideado un curioso sistema que ha transmitido públicamente. Éste presuriza la mayor cantidad posible de hidrógeno evaporado en forma de gas para alimentar un pequeño sistema de pila de combustible que, a su vez, genera electricidad para ser utilizada por diversos componentes del vehículo, como la bomba de hidrógeno líquido.
En este proceso, señalan desde Toyota, hay una parte de hidrógeno que sigue sin ser reaprovechada. En ese caso, se libera al exterior con un paso intermedio en un catalizador que lo transforma en vapor de agua.
Toyota señala que seguirá investigando con esta posibilidad y que espera conseguir que se genere la electricidad necesaria como para hacer las funciones del alternador. Sólo nos queda ver cómo siguen los ingenieros japoneses buscando soluciones.
Foto | Toyota
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