Las grandes ciudades suelen percibirse como entornos fríos y de ritmo acelerado, donde las tasas de criminalidad son altas y las interacciones interpersonales son fugaces. Una combinación algo negativa para la salud mental de los ciudadanos. Las ciudades también arrastran una fama de fomentar mayores índices de depresión entre sus habitantes y servir, en general, de calderos de estrés. Pero quizás estábamos equivocados.
Varios estudios sugieren que la vida en la gran ciudad no te deprime, si no que las interacciones sociales en las grandes urbes te benefician.
El estudio. Un nuevo estudio de la Universidad de Chicago, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, hace hincapié en cómo los pueblos y los suburbios podrían aprender de las ciudades más grandes sobre cómo aumentar la interacción social y sus beneficios. Resulta que las interacciones sociales casuales que nos imponen las grandes ciudades, incluso las que ocasionalmente son frías o insensibles, ayudan a amortiguar la tensión de la salud mental. Sí, esos peatones que caminan rápido, después de todo, al menos están viendo a otras personas.
Es posible que las ciudades más pequeñas, con menos bullicio, no ofrezcan tantos beneficios en la lucha contra la depresión.
¿Por qué? El pasajero que cruza miradas contigo en el tren. El camarero sonriente en la cafetería de turno. El músico callejero que asiente con gratitud mientras arrojas una moneda en la funda de su guitarra. Las interacciones transitorias como estas son comunes en las grandes urbes, ocurren con tanta frecuencia que a menudo se olvidan después de un largo día. Pero son esas conexiones fugaces las que hacen que los habitantes de las ciudades sean menos propensos a la depresión, según el estudio.
“Hay algunas ventajas en las ciudades porque todos estos trastornos (depresión, ansiedad) están realmente asociados con un aumento del aislamiento social. Explica, en parte, por qué esta pandemia reciente ha sido tan terrible para la salud mental”, señalan los investigadores.
Los datos. Para llegar a tal conclusión, se analizaron conjuntos de datos que reflejan la prevalencia de la depresión en varias ciudades de EEUU y evaluaron cómo la raza, los ingresos, la educación y la población influían en las tasas de depresión en las ciudades más grandes. Independientemente de todos estos otros factores, el equipo descubrió que era el cambio de densidad poblacional lo que realmente importaba
Pero claro, hay que matizar algunas cosas: en realidad, puedes estar deprimido en el campo o puedes estar deprimido en una metrópoli. No hay una respuesta para todo. Es decir, hay factores individuales y tal vez incluso del vecindario que son importantes para la salud mental. Los resultados, sin embargo, resaltan que, de media, duplicar la población de la ciudad se asocia con una reducción cercana a un 10% en las tasas de depresión.
En España también se han realizado estudios relacionados. Algunos como este de la provincia de Castellón determinaba que la tasa de suicidio es superior en las zonas rurales respecto a las urbanas. Hasta el momento se habían descrito menos tasas de suicidio en el ámbito rural (aquellas zonas con una densidad de población inferior a 300 habitantes por kilómetro cuadrado y un máximo de 5.000) pero se ha observado que factores sociodemográficos y psiquiátricos pueden influir en las diferencias urbano-rurales en el suicidio. Según este estudio, el 70% tenía una enfermedad mental y el 26% de los casos estudiados presentaba depresión.
Las Naciones Unidas proyectan que el 68% del mundo vivirá en áreas urbanas para 2050. Por eso es esencial dedicar tiempo ahora a averiguar qué tan beneficiosas o perjudiciales son en realidad para nosotros.