Imagínate a una mujer de 65 años que va al médico cada poco por que tiene molestias y dolores. En una visita puede que se queje de que le duele la espalda, en otra de dolores de cabeza y en la siguiente decir que se siente débil. Cada vez que acude a la consulta, el médico de cabecera realiza un examen físico y lleva a cabo las pruebas pertinentes, pero no encuentra nada que explique sus síntomas. La mujer siempre sale de la consulta frustrada porque "no hay remedio" para lo que tiene.
Sin embargo, si examináramos la situación con más detalle, descubriríamos que esta señora hace cinco años perdió a su marido y desde entonces vive sola. Tiene tres hijos, pero todos viven lejos y, aunque adora a sus nietos, solo los ve una vez al año. Tiene algunos amigos que solo ve de vez en cuando y si le preguntaras, probablemente te diría que sí, que se siente sola.
Es una situación muy corriente en la consulta de un médico de cabecera y todos estos síntomas sin causa pueden ser el resultado del aislamiento social y del aburrimiento. La ciencia ha demostrado que la gente que se siente sola tiene más problemas de salud, se siente peor e incluso puede morirse a una edad más temprana.
Hace tiempo que la psiquiatría, mi especialidad, sabe que nuestro estado de ánimo puede afectar profundamente a nuestro estado de salud. Parece que es algo que está calando en la opinión pública e incluso a nivel estatal: en el Reino Unido ahora existe hasta un Ministerio para la Soledad y con buena razón.
Los efectos negativos, más que probados
En 2015, investigadores de la Universidad Brigham Young examinaron varios estudios sobre la soledad y el aislamiento. Los resultados tras analizar varios cientos de miles de personas demostraron que el aislamiento social incrementaba las muertes prematuras en un 50 por ciento. La soledad y el aislamiento social también están relacionados con aumento de la presión sanguínea, niveles más altos de colesterol, depresión, y si todo esto no fuera poco, reducción de las capacidades cognitivas o incluso alzheimer.
Los seres humanos han evolucionado para estar rodeados de otras personas. Hace mucho tiempo, cazábamos en grupos pequeños donde la cohesión social nos ayudaba a protegernos de los predadores. Estar solo en la naturaleza sin nadie que te ayude es peligroso y estresante porque tendrías que estar siempre alerta ante los peligros y preparado para estar en modo "lucha o huída" en cualquier momento.
A corto plazo, el estrés puede ser saludable, pero a largo plazo y fuera de control se convierte en un problema. Existen pruebas fehacientes de que el estrés crónico eleva los niveles de cortisol en el cerebro, una hormona que puede disminuir la capacidad de reacción del sistema inmunológico a las infecciones, reducir la actividad las neuronas en el cerebro e incluso destruirlas. El cortisol aumenta la inflamación, relacionada con enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares e hipertensión, y es probablemente una causa de depresión.
Al igual que las personas que antaño vivían de forma salvaje, una persona que pase mucho tiempo sola puede experimentar estos cambios en el cortisol. Las personas que se sienten solas padecen de estrés a menudo.
La oxitocina también parece tener un papel en el aislamiento social. En los medios de comunicación esta hormona es conocida como la "hormona del amor". Aunque se trate de una exageración por parte de los medios, la oxitocina está involucrada en las relaciones y en las conexiones de pareja. Por ejemplo, después del nacimiento, los altos niveles de oxitocina están asociados a una mejor conexión entre madre e hijo.
Parece que la oxitocina también está relacionada con la reducción de estrés. Por ejemplo, se asocia a una bajada en los niveles de noradrenalina, la hormona del "luchar o huir", así como a una reducción de la presión sanguínea y del ritmo cardíaco, todo lo contrario a los efectos del cortisol crónico. La oxitocina también parece que reduce la actividad en la amígdala, una parte del cerebro que se activa cada vez que percibimos peligro.
Un poco menos solos
¿Qué podemos hacer al respecto? No existe una medicación para tratar la soledad, a no ser que una persona sufra de depresión o tenga altos niveles de ansiedad.
Los problemas relacionados con la soledad parecen ser más frecuentes en las personas de la tercera edad. La AARP, una asociación estadounidense dedicada a ofrecer asistencia a personas mayores, descubrió que cerca del 17 por ciento de estadounidenses en la tercera edad se sienten solos o aislados . Sanjay Gupta, reportero de la CNN y médico, sugiere que la sociedad debería comenzar a ver la soledad como otra enfermedad crónica más. De ser así, los pacientes recibirían estrategias a largo plazo para tratar este problema.
No es sorprendente que los tratamientos que se recomiendan en la actualidad se centren en el establecimiento de relaciones sociales. Para las personas mayores, participar en un centro local de la tercera edad es una buena manera de involucrarse en diferentes actividades y conocer gente. El voluntariado es otra opción y existen programas donde las personas mayores pueden ayudar repartiendo comidas o ayudando con envíos, por ejemplo. Es sorprendente cómo los pequeños gestos también pueden ser de mucha ayuda.
Una simple llamada de teléfono al día por parte de un hijo es una oportunidad para hablar de las cosas que han pasado durante el día o sobre los nietos. O mejor aún: con una videoconferencia pueden ver a sus hijos y a sus nietos aunque estén en la otra punta del país. Unos estudios realizados en centros de asistencia prolongada demostraron que las mascotas también pueden ayudar a reducir la soledad.
Hace falta considerar la historia de una persona a lo largo de varios años para poder determinar si alguna de estas acciones ayuda a aliviar los efectos de la soledad y hasta ahora se han hecho pocos estudios al respecto. Si bien es razonable llegar a la conclusión de que las intervenciones psicológicas funcionan, puesto que las personas adultas sanas utilizan estas habilidades para enfrentarse a estos problemas.
Desde el punto de vista médico, un buen doctor mandaría a una persona que se sienta sola a ir de forma regular al médico aunque solamente sea para hablar. En mi opinión, esto es algo que podría prevenir hacer más pruebas y evitaría tratamientos costosos. Finalmente, aunque no te falta gente en tu círculo social, puede que esa vecina o ese vecino que siempre da paseos en soledad no. Así que salúdale.
Imagen | Marius Ciucatu/Unsplash
Autor: Jed Magen, Michigan State University.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.