Un manantial bravo, venerado por los nativos americanos durante milenios, se abre paso en el condado de Hays, Texas. Tiene una anomalía: una boca subterránea que desciende a un abismo aterrador. Una maravilla natural donde muchos habitantes de Texas acuden para refrescarse del calor abrasador del verano. También uno de los lugares más peligrosos del estado. Y, a ojos de la mayoría, una rareza de la naturaleza sin explicación.
Bienvenidos al pozo de Jacob.
A solo una hora en coche de Austin, se encuentra este pozo natural que ha estado fluyendo de un depósito subterráneo natural conocido como el Acuífero Trinity durante quizás millones de años. Es el origen del Cypress Creek, pero también alberga amplias cámaras subterráneas. Muchos temerarios se sumergen en el manantial, que se extiende más de un kilómetro por debajo de la superficie en un intrincado sistema de cuevas. Algunos dicen que es el viaje de su vida. Y otros han descendido y sólo han encontrado la muerte.
La primera mención escrita sobre la fuente proviene de un libro del siglo XIX escrito por un hombre al que se le atribuye el nombre del pozo: Jacob de Cordova. Fue uno de los primeros agentes inmobiliarios de Texas.
“El pozo es perfectamente redondo, parece como si hubiera sido excavado en la roca sólida por un hábil artista, y el agua es tan clara que incluso a esa gran profundidad se puede, a simple vista, discernir hasta un pin”.
La mayoría de las personas optan por descansar en el borde para relajarse en el agua fría y cristalina, pero algunos saltan al pozo desde afloramientos cercanos hacia la estrecha abertura. Luego, como en todos sitios, están los temerarios que se zambullen libremente en el pozo a veces a una profundidad de 50 metros, maniobrando por las delgadas grietas de la cueva submarina. Pero solo los buzos especializados pueden explorar las cámaras subterráneas más profundas.
Bucear hasta el final del pasaje principal le llevaría a una persona más de cinco horas y es puede ser extremadamente difícil, algo que el Proyecto de Exploración del Pozo de Jacob llama un "entorno desafiante e implacable". Al menos nueve personas han muerto al zambullirse en el pozo en los últimos años, lo que llevó a algunos a llamarlo "uno de los lugares de buceo más peligrosos del mundo".
Para que os hagáis una idea, este es el letrero que solía colocarse fuera de la entrada.
El escritor Louie Bond cuenta parte de la historia de esta maravilla natural en un artículo titulado "El atractivo fatal del pozo de Jacob". Describe al menos cuatro cuevas en lo profundo del pozo, algunas con aberturas tan estrechas que los buzos tienen que quitarse sus bombonas para pasar.
Bond también describe la recuperación de una de las víctimas del pozo en el año 2000, realizada por un buzo del Equipo de Recuperación del Área de San Marcos: "No se podía distinguir de arriba a abajo, de izquierda a derecha. No podías ver tus indicadores. Raspabas el fondo y golpeabas las bombonas todo el tiempo. No tenías nada a lo que recurrir excepto a tu entrenamiento. Nos sentimos bastante aliviados de salir".
Las cámaras de la cueva pueden ser complicadas, especialmente la tercera ubicada a 24 metros debajo de la superficie que presenta una salida "falsa" que ha atrapado y matado a varios buzos. La cuarta cámara es quizás la más peligrosa, ya que implica atravesar un pasillo muy estrecho. Dos jóvenes de Texas quedaron atrapados en una de las cuevas del pozo y se ahogaron en 1979, los restos de otro buzo fueron encontrados en 1981 y ha habido otras muertes hasta el 2000.
El siguiente video muestra a Diego Adame, un joven de 21 años de San Antonio, buceando en las profundidades de las cuevas cuando de repente pierde una de sus aletas. Tuvo que cortarse el cinturón de lastre para volver a la superficie antes de quedarse sin aliento. "Por una fracción de segundo pensé en la muerte y en mí mismo muriendo ese día", dijo Adame.
Sin embargo, estas historias no asustan a los turistas con facilidad. Aunque está prohibido saltar desde las rocas que dan a la abertura, muchos ignoran las reglas y se sumergen directamente en la corriente ascendente. Es lo realmente "bueno" del pozo de Jacob: No es particularmente profundo, ni particularmente restrictivo, ni particularmente complejo. Es "accesible". Sin ningún equipo de buceo, un niño podría bajar por ese gran agujero y tocar la entrada a la cueva propiamente dicha. También cualquier ignorante con una bombona de buceo podría sumergirse en él.
Lo peligroso no es la cueva, que también. Es la gente que piensa que sabe lo que está haciendo. En la inmersión de este tipo de grutas, desde los años 70, cada buceador sigue una guía, un trozo de cuerda que conduce de regreso a la entrada. Religiosamente. En este hilo de Twitter, el usuario Anosognosiogenesis explica cómo aún así puedes morir dolorosamente, antes de bajar 30 metros dentro de la cueva.
Principalmente se debe a la falta de luz, ya que el fondo es una capa de limo fino. Si no sabes cómo mover las piernas, dispersas ese limo por el agua lo que hace que tu visión sea literalmente cero. Y el agua permanece así hasta que se acabe el aire. Completamente ciego, sin importar cuán poderosa sea tu linterna, no tendrías forma de ver la cuerda que conduce hacia afuera.
Así que terminas desperdiciando aire nadando en círculos alrededor de la guía, luego te arrastras por una chimenea sin salida pensando que has encontrado la salida. Además, por debajo de 30 metros es donde se activa la narcosis por nitrógeno. Ahora, imagínate en total oscuridad, perdido, nadando por una salida falsa, y con el oxígeno en mínimos... Buena suerte.