Por qué John Oliver es EL JEFE

Por qué John Oliver es EL JEFE
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¿El periodismo es incómodo? ¿Incómodo para las cadenas y sus intocables patrocinadores? ¿Incómodo para los espectadores que en las noticias sólo quieren miedo ? Bien, vístelo de comedia. Afirma por encima de todas las cosas que sólo es comedia. Conviértelo en un travestí espectacular. ¿Quieres explicarle a la gente que los televangelistas yanquis son una panda de aprovechados que utilizan su estatus para forrarse?

No eres el único. Pero donde el periodismo te puede ofrecer una serie de datos y pruebas y entrevistas y cifras que sólo interesarán al que quiera informarse, John Oliver puede permitirse ir más allá: fundar una religión, legal en todos los aspectos, y empezar a recaudar dinero con sus mismos métodos. Y además, ofrecerte esos datos y pruebas y cifras.

Fake News, el Nuevo (Viejo) Nuevo Periodismo

Es sólo el último invento del británico John Oliver en su Last Week Tonight, el show de HBO que gobierna desde hace más de un año. Las fake news, los noticiarios de comedia, viven una época dorada en Estados Unidos. Y Oliver no inventó el género. Tampoco el hombre que le llevó a América, Jon Stewart (demonios, The Daily Show, el programa que condujo Stewart durante más de 15 años ni siquiera fue creación suya).

Pero Oliver, Stewart, su compañero Stephen Colbert (que hacía la mejor parodia posible de los medios de extrema derecha: decir lo mismo que dicen ellos, en el mismo tono, con las mismas palabras. Pero en un programa "cómico". Y sin contradecirse, llevando cada opinión loca hasta su conclusión lógica)... Las caras visibles del The Daily Show se subieron a la chepa anquilosada de la CNN. Fueron a pisar los juanetes de una prensa tradicional confusa y sumisa. Con la intención manifiesta llamar la atención de esos espectadores que sólo quieren ver gatitos y cosas que les hagan reír.

Metiendo verdades como puños entre chiste y chiste. Perdón, describiendo la realidad y dejando que el espectador se partiese de risa pensando que es un chiste. En fin: este mes Stewart ha dejado The Daily Show. Colbert se prepara para debutar en el terreno del late night, encendiendo "una vela cada noche para rezar para que Donald Trump siga en la carrera presidencial” (para el humor de Colbert, Trump puede ser una mina de oro inagotable). Y Oliver ha fundado su propia iglesia.

Nuestra señora de la Exención [fiscal] Perpetua

¡Religión!
Oliver, en pleno proceso religioso (según las legislación fiscal estadounidense).

Al final del programa que puse antes, Oliver se declara sorprendido de lo fácil que le ha sido registrar una nueva iglesia legalmente. Una en la que todos los donativos están libres de impuestos para el que los recibe. Y así nace Nuestra Señora de la Exención Perpetua, una iglesia temporal que usa las mismas prácticas de los televangelistas. Oliver lo sabe, porque lleva tiempo donando a uno de ellos -es parte de su práctica- y recibiendo una cantidad absurda de correos pidiendo que dé más dinero. Todo el rato.

Pero, pese a que Oliver se niegue a ser calificado como periodista, incluso sus inicios se movían en ese humor político. Su primer personaje cómico ya era periodista, allá por 2001. Y en el Reino Unido se hizo famoso por revitalizar ese estilo de humor, junto a su colega Andy Zaltzman (con quien a día de hoy todavía mantiene un podcast magistral, The Bugle, en el que se ríen de todos los medios de comunicación).

"Sólo necesito que te rías del 35% de los chistes para que el show sea un éxito"

Uno de los chistes de su rutina humorística de esa época primeriza, recogido por The Independent, revela que lo de trabajar la conciencia política del público viene de largo. Zaltzman y Oliver piden al público que levanten la mano para indicar si votaron en las últimas elecciones. Se alzan unas pocas manos. Y, al contrario, quiénes no han votado. Otras cuantas.

"Cerca del 40% de vosotros no os molestáis ni en votar sobre si habéis votado. Eso es llevar la apatía a un nivel admirable."

Humor de porcentajes. Hay que ser muy puto amo para plantarse en un escenario de stand-up a soltar humor de porcentajes. Sigue haciéndolo:

Ese monólogo empieza con una patada doble: al Reino Unido ("al ser británico, no puedo entrar en ningún museo de ningún país del mundo sin sentirme un poco culpable") y a la política imperialista del país que le da de comer en la actualidad ("vosotros no podéis entenderlo, pero lo haréis. Estad seguros de que lo entenderéis"). De ahí salta a estudios sobre votar borracho -¡con porcentajes!-, las manipulaciones electorales, lo que le hace llorar en un mundo de noticias de mierda ("los triunfos deportivos al ritmo de baladas rockeras de los 90, es lo único que me queda"), etcétera.

Pero Oliver es un animal televisivo. Su presencia en The Daily Show como corresponsal británico -responsable de su propia sección, con tres Emmys- durante siete años estalló en 2013, cuando sustituyó a Jon Stewart como responsable del programa (Stewart se tomó un par de meses para dirigir una película). Oliver lo hizo tan bien y Comedy Central tan mal que HBO le ofreció su propio programa sin dudarlo.

Las Week Tonight, como Informe Semanal pero en serio

Y, como canal de suscripción, tiene una ventaja: no hay anunciantes a los que cabrear. Oliver tiene libertad total para hacer lo que quiera, e inspira el respeto suficiente para que, en su primer programa, el primer entrevistado fuese el recién retirado jefe de la NSA, la agencia estadounidense que nos espía a todos.

Pero Oliver también tiene otra característica: no se pone sólo de un lado. Un año después de esa entrevista, le apretaba las tuercas al enemigo público número 1 de la NSA, el filtrador Edward Snowden. Responsabilidad, incompetencia, interés público en el espionaje masivo del Gobierno a sus ciudadanos... Mientras hablaban de si la NSA mira fotos de tu pito (según Snowden: lo hace)

Pero sí, John Oliver y su equipo hacen periodismo en Last Week Tonight. Desde reportajes de investigación vestidos de comedia, como cuando desmontaron a los organizadores de Miss America (aseguraban donar 45 millones de dólares en becas de estudios a las participantes. "Es una cantidad increíble de dinero. Increíble porque no me la creo"). Hasta el más simple: coger el teléfono y llamar. A la Secretaría de Estado, para ver qué pensaban de que un país "amigo", Brunei, hubiese instaurado la sharia. Fueron los únicos que lo hicieron. Sólo una llamada. Y en la Secretaría no sabían ni quién les estaba llamando.

Y es ésa libertad para hacer lo que le dé la gana y negar lo que es ("estaba sólo un poco por encima de una llamada de coña, no fue periodismo"), la que convierte a Oliver en el maestro indiscutible. Especialmente ahora que Stewart está semirretirado. Y que Colbert se tiene que enfrentar a un fantasma: el de llevar un programa siendo Stephen Colbert, no el personaje extremista de The Colbert Report. La otra ventaja de Oliver es que, ya sea en el podcast, el escenario, el plató o cualquier otra parte, no es un personaje: es John Oliver. Y su misión es que te des cuenta de que él no es el único que te toma el pelo:

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