Muchos países tienen problemas con la violencia, pero México es un país delicado en este sentido. Los datos de violencia son demoledores y abarcan desde los hurtos que han cambiado los hábitos de vida de muchos mexicanos hasta la violencia que impide el paso a ruinas mayas o la violencia por parte del crimen organizado y los narcotraficantes.
Dentro de esa espiral podemos ver tanto a los narcosatánicos de hace unas décadas como al canibalismo que se da en algunos ritos de cárteles mexicanos, representando la transgresión definitiva del cuerpo humano.
Narcosatánicos. Adolfo Constanzo tuvo una infancia en la que la espiritualidad fue una parte muy importante. Fue bautizado como católico, pero su madre era una sacerdotisa de la religión politeísta palo monte. Tanto él como su madre fueron detenidos varias veces por robos menores y su progenitora consideraba que Constanzo tenía poderes psíquicos y ciertas habilidades sobrehumanas.
Tenía una personalidad magnética y, como si fuera una especie de Charles Manson, creó a su alrededor un culto en la zona mexicana de Matamoros. Ahí se dedicaba al narcotráfico, pero también al secuestro de personas y al asesinato de las mismas en forma de sacrificio. Falleció a los 26 años tras un tiroteo con la policía que empezó a investigar la muerte de un norteamericano de 21 años y se topó con ese extraño culto de secuestros, torturas, exhumación de cadáveres y sacrificios humanos.
Bautizo de carne. No consta que el canibalismo formara parte de los rituales, pero el hecho de que hubiera sacrificios humanos ya es lo suficientemente perverso. Ahora bien, aunque la historia es de película ('Borderland' está basada vagamente en su vida y HBO tiene un documental llamado 'La Narcosatánica'), queda en nada si lo comparamos con la escuela del terror de otros cárteles.
En un reportaje, uno de estos sicarios cuenta cómo se forja a alguien de esta organización. En el rito de iniciación, los hacen dormir junto a cadáveres, ven cómo matan a otras personas y explica que uno de los ritos a la hora de entrenar a sicarios es hacer que coman carne humana. En ocasiones anteriores ya se había hablado de los narcocaníbales que realizaban estas prácticas con un único fin: volverse totalmente insensibles y hacer que no vean al objetivo como a un ser humano.
Tamales. Claudio Lommitz es un antropólogo que lleva años estudiando el crimen organizado y sus prácticas. Hace unos años, expuso que obligar a que los nuevos reclutas consuman carne humana era una especie de ritual que implica un punto de no retorno al iniciar las actividades criminales. El canibalismo siempre ha existido, pero en el caso del crimen organizado de ciertos grupos mexicanos se ha convertido en un rito relativamente nuevo.
Si el recluta a sicario no se come la pieza, lo matan ahí mismo. En una entrevista a BBC, Lommitz expuso que no se trata de ingerir sangre o comer un poco del corazón de otra persona, sino de cocinar partes carnosas para ponerlas en tamales. Refiriéndose a otro cártel, asegura que estos tamales "se sirven en un banquete, en una fiesta de fin de año a la que invitan a los comensales a participar en la ingesta de carne humana".
Comunión. Afirma que hay un simbolismo religioso, como si fuera una comunión, y hay otros grupos que realizan esta práctica para demostrar a los reclutas que no hay vuelta atrás. Es decir, estos casos de canibalismo no sólo se corresponden a una práctica aislada de un grupo criminal concreto, sino que es parte de los ritos más extremos de algunas de las organizaciones más poderosas del país.
Y, como asegura Claudio, todo forma parte de una especie de ritual y culto religioso que va cambiando con el paso del tiempo, con grupos criminales que adoptan figuras religiosas como elemento de adoración. Sean figuras del catolicismo, versiones retorcidas del mismo como la Santa Muerte, la santificación de patrones criminales o creencias como la de los narcosatánicos y palo monte.
Imagen | Horacio Cambeiro
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