Frente al confinamiento: un macroestudio sugiere que limitar reuniones y escuelas es igual de efectivo

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Tras el martillo ha venido la danza, y durante la danza tenemos la opción de aplicar nuevos enfoques basados en lo que hemos ido aprendiendo desde el susto de marzo, así como tener en cuenta las prioridades específicas de cada territorio, o aplicar las mismas recetas sin pensarlo demasiado. Un artículo recién publicado en Nature nos puede dar una pista sobre la idoneidad de diferentes medidas, y su conclusión es que los confinamientos estrictos pueden no ser la mejor opción contra el virus si tenemos en cuenta sus costes económicos y sociales.

Los analistas han tomado en consideración más de 6.000 intervenciones no farmacéuticas (NPI) que han tenido lugar estos meses en 79 territorios, y han cruzado sus resultados con una base de datos aún más amplia que tuvo en consideración 223 países. Gracias a herramientas estadísticas, de inferencia e inteligencia artificial y teniendo en cuenta las variables locales que podían haber influido en su efectividad, han creado un modelo universal de pronóstico del éxito de las distintas medidas.

Screenshot 2 Cambio en la transmisión de contagios (R) según 46 intervenciones no farmacéuticas (NPI) cuantificado según cuatro tipos de modelos (CC, LASSO, RF y regresión TF). En líneas generales la eficacia de la medida está más corroborada cuanto más arriba esté el nombre de la intervención en la lista. Fuente: Ranking the effectiveness of worldwide COVID-19 government interventions, Nature.

¿Resultado? Dentro de las intervenciones en las que con más seguridad han podido confirmar su nivel de eficacia para bajar la tasa de contagios las más exitosas son, por orden, la prohibición de reuniones privadas (en un 83% de los escenarios analizados), el cierre de instituciones educativas (en un 73%), el cierre de fronteras de un territorio (56%), el aumento de las capacidades del sistema sanitario y la adopción masiva del uso de mascarillas (en un 51%), las restricciones de movimiento individual (en un 42%) y el confinamiento domiciliario (en un 25%).

Aunque no han podido confirmarlo con el mismo rigor que lo anterior, también creen que la cancelación de actos masivos, las campañas de educación al público en riesgos y la asistencia gubernamental a las poblaciones vulnerables han sido efectivas en un 53, 48 y 41% de los escenarios respectivamente.

¿Y qué habría funcionado menos? Pues según sus análisis, la recepción de ayuda internacional, mejorar la capacidad de detección de casos, los controles en zonas fronterizas tipo aeropuertos y la limpieza ambiental.

En resumidas cuentas, lo que propone el estudio es que un confinamiento estricto, que sí es muy eficaz, puede ser igual de efectivo que la combinación de otras medidas más limitadas pero cuyo impacto en conjunto sea menos negativo para la sociedad.

Los resultados, que son sólo un añadido a toda la literatura científica que se va generando sobre el tema y que cambia cada semana, respalda algunas de las verdades que estábamos manejando y contradice otras. Por ejemplo ya sabíamos de la existencia y el alto riesgo de los espacios supercontagiadores como son las reuniones sociales y, por supuesto, los bares. Como ya indicamos, artículos recientes afirmaban que

Estos resultados sugieren que las intervenciones precisas, como la reducción de aforo, son más efectivas que otras medidas más generales, produciendo un coste económico menor.

Por otro lado se posiciona en contra de mantener los colegios abiertos, una de las medidas más reclamadas por la ciudadanía y cuya baja incidencia demostrable en estos entornos en los primeros meses tras el inicio de este curso valió artículos y estudios (algunos de ellos publicados en la misma Nature) defendiendo que eran zonas seguras y que se habían detectado muy pocos brotes en ellos.

De ser cierto esto la convivencia en el virus podría ser más llevadera durante las olas y el enfoque así tomado primero por Madrid y después por España durante este otoño podría ser tan efectivo, de ser bien ejecutado, como la mano un poco más dura que se está imponiendo en otros territorios europeos.

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