España ha encontrado en Rosalía un fenómeno artístico y mediático como hacia lustros que no hallaba. No se trata únicamente de su capacidad para generar conversaciones en la agenda pública, más o menos polémicas, sino de su proyección internacional. Hoy Rosalía es un nombre al alza a ambos lados del Atlántico, y en su haber alberga un abanico de colaboraciones impensables para cualquier otro músico español. Su estelar introducción al mercado estadounidense en los MTV Awards, acompañada de Ozuna y de un puñado de premios, ha colocado su imagen a otro nivel. Al de fenómeno de masas. Suficiente para reventar el aforo en cada uno de sus conciertos.
Y eso es exactamente lo que ha pasado.
Adiós entradas. Hace algunos días Rosalía puso en preventa las entradas para sus dos próximos conciertos en España, a celebrarse en diciembre. Representan su final de gira y tendrán lugar primero en Barcelona (día 7), en el Palau Sant Jordi, y después en Madrid, en el WiZink Center (día 10). Los tickets volaron en cuestión de minutos. Hoy, al punto de la mañana, se han lanzado el resto de entradas regulares. ¿Resultado? En menos de media hora los servidores de Ticketmaster habían saltado por los aires. Todas las entradas se habían evaporado. ¿Todas? En realidad no: un puñado de ellas resistían en el mercado de reventa.
Os preguntáis por que no hay entradas para Rosalía?
— Laia (@laiapaf) September 20, 2019
Las han comprado páginas de reventa como @StubHub donde tienen 20 disponibles por zona, en algunas incluso 60.
Las que costaban 32€ ahora cuestan 70€ pic.twitter.com/vzwdo15Au4
El subterfugio. Tan sencillo como acudir a StubHub, uno de los espacios de compraventa de entradas más populares del planeta, y buscar los dos conciertos de Rosalía. Plenitud de ellas tanto en Barcelona como en Madrid, ya sea en la arena o en los anfiteatros. El único problema: cuestan el doble de lo que originalmente podían costar en Ticketmaster (unos 70€). En el Sant Jordi, por ejemplo, las entradas con butaca más próximas al escenario superan los 399€. Los anfiteatros más alejados oscilan entre los 145€ y los 85€. A pie de pista la locura: 250€ en las inmediaciones del escenario, 153€ algo más alejadas. Todas las secciones aún tienen entre 16 entradas y 79 disponibles.
¿Cómo puede ser?
Live Nation. Resulta que hace algunos meses Billboard se hizo con las llamadas telefónicas privadas entre un alto ejecutivo de Live Nation, propietaria de Ticketmaster y a la sazón dueña del mayor negocio de venta de entradas del mundo, y un trabajador de Metallica. En las conversaciones el representante de Live Nation explicaba que los tickets irían directamente al mercado de reventa, a páginas como StubHub o Viagogo. Fue un escándalo. La exclusiva revelaba una práctica largamente sospechada por seguidores de todo el mundo, y exponía cómo Live Nation se lucraba de un mercado de segunda mano inflado de manera artificial.
Nada nuevo. El año anterior un periódico canadiense revelaba exactamente lo mismo. Los gestores de entradas (una pesadilla digital) se valían de bots para inflar sus precios y quedarse con una porción más grande del pastel (son transacciones irregulares, no hay comisión para nadie).
¿Cuánto? Para hacernos una idea: sólo en aquella gira de Metallica más de 88.000 entradas jamás fueron ofrecidas de primera mano al fan de turno. Para ver a su grupo favorito, tendría que pasar por las páginas de segunda venta, con la consecuente inflación de precio. Al detraer tickets de su portal principal, por puro efecto de oferta y demanda, podía venderlos más caros. Un negocio redondo, si acaso algo amoral. Live Nation argumentó que se trató de un acuerdo puntual con Metallica, y que, en todo caso, trataba de contrarrestar los negocios fraudulentos de revendedores que hacían... Exactamente lo mismo que ellos.
StubHub, por su parte, ha remarcado a Magnet que las entradas puestas a la venta en su portal no son de su propiedad y que adopta "medidas estrictas para prevenir la compra masiva de entradas en primario con la intención de venderlas en nuestra plataforma". StuHub funciona como un intermediario, y no es quien establece el precio de las mismas ni quien las habilita, "sino el vendedor".
¿Está pasando esto? No lo sabemos. Los conciertos de Rosalía son hoy conciertos muy cotizados, por lo que suponen un objetivo natural para la reventa ilícita. No hay pruebas de que Ticketmaster o la propia artista estén involucrados en un apaño similar al de Metallica. Lo sucedido esta mañana y lo elevado del precio de los tickets en el segundo mercado apuntalan una tendencia universal: ir a un concierto de una estrella mundial cada vez es más caro. Artistas como Taylor Swift han cobrado hasta $500 dólares por una entrada, y el precio medio de un concierto ya supera los $69 en EEUU. Cifras antaño astronómicas.
¿Qué está pasando? Que ahí está el dinero. El directo se ha convertido en un potosí, en especial para el elenco de Grandes Artistas Mundiales (al que aspira a entrar Rosalía). Sólo ellos (los Beyoncé y Ed Sheeran de la vida) se llevan el 60% de los ingresos por entradas. Un pastel muy goloso, en especial si eliminamos las comisiones en la reventa.
Imagen: Daniel Gonzalez/AP