Uruguay afronta su peor sequía en 74 años. Y en su carrera por el agua se ha colado un protagonista inusual: Google

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Los uruguayos necesitan agua. Google también. El problema es que ambos la necesitan en el mismo espacio y se ven afectados por un problema idéntico: la alarmante escasez de agua que padece la República Oriental, inmersa en su peor sequía de los últimos 74 años. Tan crítica es la situación que el país ha tenido que declarar el estado de "emergencia hídrica" en Montevideo y reforzar el suministro con agua del Estuario de Río de la Plata, lo que ha derivado en quejas por su sabor salobre. Con semejante telón de fondo los uruguayos no han dudado en lanzarse a la calle y cuestionarse los litros que se destinan a las compañías transnacionales y la agroindustria. Eso y recordar el volumen de agua que necesitaría Google para el nuevo centro de datos que proyecta en la zona de Canelones, al sur del país.

La polémica está servida.

¿Cuál es la situación en Uruguay? Crítica. A finales de 2022 el Gobierno decretó una emergencia agropecuaria y hace un mes la emergencia hídrica para Montevideo y su área metropolitana, decisión que llegó acompañada del anuncio de medidas extra: exoneraciones impositivas para el agua y la construcción en un tiempo casi récord de un embalse en el río San José. La decisión llegó tras más de siete meses de sequía y con la represa de Paso Severino, clave para la región de la capital, bajo mínimos. El 11 de julio en el embalse de Paso Severino quedaban de hecho 2,09 millones de m3, lo que supone apenas el 3,1% de su capacidad.

De la situación ha llegado a hacerse eco la propia NASA, que hace unos días desgranaba algunos datos, tras alertar de que dos embalses fundamentales para Montevideo y su área, Canelón Grande y Paso Severino, "se habían secado casi totalmente":  "Para el 28 de junio se estimaba que Paso Severino contenía solo el 2,4% de su capacidad de 67 millones de m3. Agua cada vez más salada salía de los grifos de los hogares y el gobierno implementó acciones de emergencia".

Pasoseverino Reservoir Oli 2022153 Sp Imágenes compartidas por la NASA y que muestran la situación del embalse el 2 de junio de 2022.
Pasoseverinoreservoir Oli2 2023164 Sp Imágenes compartidas por la NASA y que muestran la situación del embalse el 13 de junio 2023.

¿Se manejan más cifras? Desde luego. La crisis se ha suavizado ligeramente gracias a las lluvias de los últimos días, que han permitido que las reservas de agua de Paso Severino aumentaran de 1,5 millones de m3, cifra que marcaba el sábado, a algo más de 5 millones. A pesar de esa mejoría el escenario general sigue siendo rotundo: la reserva se mantiene lejos de los niveles de noviembre de 2022 y en el país llevan ya meses hablando de la crisis hídrica más alarmante en décadas.

¿Cómo de excepcional es la situación? "Uruguay está pasando por el peor déficit hídrico desde hace 74 años", reconocía en mayo el secretario de presidencia, Álvaro Delgado. Para plantarle cara las autoridades no solo han decretado medidas de emergencia: a lo largo de los últimos meses han anunciado también el refuerzo de infraestructuras, garantizado el suministro de la población vulnerable —con dos litros diarios gratis para 21.000 personas— o que levantarían una nueva represa y se harían con una planta desalinizadora y usarían otra de ósmosis.

En un empeño por combatir la escasez la OSE (Obras Sanitarias del Estado) construyó una represa en Belastiquí, un dique de emergencia para asegurar un nivel estable en Aguas Corrientes. El problema, como detallan en The Guardian o France24, es que el suministro procede del estuario del Río de la Plata, donde el agua dulce se mezcla con el del mar y acaba afectando a su sabor.

¿Qué opinan los uruguayos? Hace poco los reporteros de AFP News Agency hablaban con Isabel Moreira, una mujer de 73 años de Montevideo que se ha visto obligada a echar mano de agua embotellada para prepararse infusiones. "Cuando te cepillas los dientes es horrible, puedes saborear el agua salada, ¡es repugnante!", lamenta. No es la única que critica la situación. "El agua del grifo es prácticamente imbebible. Hay cerca de 500.000 personas que no pueden permitirse comprarla embotellada", relata a The Guardian Carmen Sosa, de la Comisión para la Defensa del Agua y la Vida. El Ministerio de Salud Pública incluso ha tenido que dar el visto bueno al suministro de agua con unos niveles de sodio y cloruros que superan los previstos habitualmente en la normativa de la región metropolitana.

Tras las lluvias de las últimas jornadas los niveles de cloruro y sodio han descendido en el agua que llega de los ríos Santa Lucía y La Plata para nutrir al embalse de Paso Severino, pero el propio Gobierno de Uruguay sigue aconsejando a la población con enfermedades renales crónicas, insuficiencia cardíaca, cirrosis y embarazadas que "eviten en lo posible" el consumo del agua de OSE. A aquellos que cumplen ese perfil y no les queda más alternativa les aconseja no pasarse del litro diario y "aumentar la frecuencia de los controles de presión arterial".

¿Ha habido más quejas? Desde luego. No todas las quejas se limitan al sabor del agua y se han compartido con periódicos. Los uruguayos han salido también a la calle para criticar la gestión de la crisis hídrica, como la marcha que se organizó en Montevideo a finales de mayo y durante la que una multitud cortó la avenida 18 de Julio para protestar con carteles y botellas de plástico vacías. Meses antes la misma arteria había sido escenario de otra movilización similar, organizada por colectivos ecologistas, bajo la consigna de "No solo es sequía, es saqueo".

"Más del 80% del agua va a la industria, como la soja y la pulpa de madera. Hemos tenido escasez de lluvia, pero la sequía simplemente ha mostrado los problemas de nuestro modelo económico. No podemos concentrar los recursos en pocas manos", argumenta Sosa. Su queja llega poco después de la puesta en marcha de la fábrica de pasta de celulosa de UPM Paso de los Toros. "Solo una pequeña proporción de agua en Uruguay se usa para consumo humano. La mayoría se utiliza para grandes agroindustrias, como la soja, el arroz y la pulpa de madera —concuerda Daniel Peña, investigador de la Universidad de la República (Udelar) en Montevideo—. Ahora tenemos a Google planeando usar enormes cantidades de agua".

¿Y qué pasa exactamente con Google? Que en ese complicado, tirante y delicadísimo contexto Google quiere construir un centro de datos en el área de Canelones, al sur del país. La instalación se plantea en una parcela de 29 hectáreas. El problema es que semejante infraestructura necesitaría un consumo diario de 7,6 millones de litros de agua para enfriar sus servidores, una cantidad que permitiría abastecer a alrededor de 55.000 personas. Esas son al menos las cifras obtenidas por Peña a través del Ministerio de Medio Ambiente y de los que se hacía eco hace unos días The Guardian. Desde la propia administración uruguaya se matiza que el dato está desactualizado, dado que la instalación será "de menor tamaño".

¿Qué sabemos del proyecto? Hace tres años se apuntaba a una inversión de alrededor de 100 millones de dólares para crear un centro de datos en el Parque de las Ciencias, en el departamento de Canelones, a poco más de 20 km del centro de Montevideo. El proyecto se habría presentado a evaluación ambiental ese mismo año e inicialmente incluirían la construcción de una subestación eléctrica, un edificio administrativo y una posible planta de tratamiento de agua.

En mayo BNamericas apuntaba sin embargo que la empresa se planteaba reformular su proyecto debido a la polémica desatada por el volumen de agua que supuestamente necesitaría para su operativa. "El proyecto aún se encuentra en una fase exploratoria y el equipo técnico de Google está trabajando activamente con el apoyo de las autoridades nacionales y locales", explicaba la compañía.

“Esperamos que las cifras preliminares, como el consumo de agua proyectado, sufran ajustes —subrayan desde la compañía—. En Google la sustentabilidad está en el centro de todo lo que hacemos, y la forma en que diseñamos y administramos nuestros centros de datos no es una excepción". Sus declaraciones, en plena sequía histórica, no han evitado recelos como los que mostraba hace poco Peña.

Imagen de portada: Jimmy Baikovicius (Flickr)

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