A estas alturas no sorprende que México, como casi cualquier otro país del mundo, tenga seguidores de Real Madrid o Barça. Lo que sorprende es que haya seguidores de otros clubes de LaLiga, menos universales. Sobre todo, a medida que se va reduciendo su presupuesto o su masa social.
Descubrir que en México hay peñas del Sevilla, el Valencia, el Celta, el Oviedo, el Sporting de Gijón o el Racing de Santander es casi una suerte de What if…?, como en la época dorada de Marvel.
Así que hemos ido a Ciudad de México a descubrir por qué.
Desde ascendencia española hasta el amor a primera vista
En una comida junto a portavoces de LaLiga nos sentamos con peñistas de los equipos mencionados. Los del Real Madrid o el Barça no tienen demasiado misterio: son expatriados que llegaron a México en algún momento de la última década y decidieron establecer una peña de su club.
Tanto por socializar en torno a su equipo y conocer aficionados afines, como por un factor cultural que explica Alejandro Aybar, el fundador de la Peña Madridista de Ciudad de México: “En México no existe la cultura que tenemos en España de ir al bar a ver un partido. Lo habitual es juntarse a verlo en una casa”. Y así creó su peña, que ya va por 180 socios.
Casi los mismos que la Peña Blaugrana Ciutat de Méxic, fundada por Jaume Sués, que suma 155 miembros. “Fundamos la peña en 2015 para encontrarnos las personas de Barcelona en México”, explica.
Pero lo interesante llega con los equipos más pequeños, que no han desarrollado todavía su estrategia de internacionalización, o en ello están. Los que tienen masas sociales más acotadas a sus ciudades, no al resto de España. Como para pensar en el resto del mundo.
La respuesta más habitual, pero no solo esa, tiene que ver con vínculos familiares por ascendencia. Mexicanos de padres asturianos o gallegos que pese a llevar toda su vida en México, mantienen las raíces con sus orígenes.
“Yo nací en Galicia, pero me trajeron de pequeño y llevo aquí toda la vida”, cuenta José Manuel Calvo con un marcadísimo acento mexicano. “En la peña celtista somos 216 miembros, nace desde el Centro de Gallego”, dice en referencia a la asociación que sirve como punto de reunión para inmigrantes gallegos e hijos de gallegos.
Diego Álvarez nació en México, pero sus padres son asturianos, y entre eso y las visitas veraniegas a España, desarrolló una pasión por el Sporting que le llevó a crear su peña allí, La Villa de Quini. Una peña que va por 70 miembros.
Una historia similar cuenta José Palacio, que creó la peña oviedista hace nueve años por la rivalidad con el Sporting como motivación. “Al principio le iba a poner Chepo de la Torre [un exfutbolista del Oviedo y de varios equipos mexicanos], porque es habitual ponerle nombre de un exjugador, pero hace muchos años yo marcaba muchos goles y me decían que parecía Isidro Lángara. Investigando, vi que fue un gran jugador tanto del Oviedo como de la liga mexicana, y ninguna peña del Oviedo se llama así. Así que decidimos ponerle su nombre”.
Ahora, esa peña agrupa a 200 miembros que acuden a ver los partidos de su club. Montan una fiesta especial cuando llega el día del derbi asturiano. En el último, llegó a ocupar la portada del diario regional El Comercio, quien les dedicó una noticia.
En esa misma línea está Gerardo Oria Porrua, quien creó la peña del Racing de Santander en Ciudad de México. Su vinculación con Santander está en sus padres, cántabros. Es la de más reciente creación, y aunque todavía está terminando de definirse, cuenta con un grupo de 120 seguidores interesados en la formación de la peña. El presidente del Racing, Alfredo Pérez, acudió a la ciudad para entregar algunos obsequios a estos aficionados desde la distancia.
En la peña del Valencia hay 80 miembros, 15 de los cuales son valencianos. El resto, mexicanos. Como Álex, uno de sus miembros. “El Valencia me empezó a gustar cuando llegó a la dos finales seguidas de Champions, eso le dio mucha fuerza a su nombre. Cuando jugó contra el Madrid, todo el mundo apoyaba al Madrid, así que decidí que yo iría con el Valencia, me gustaba porque era el más pequeño de los dos. Al año siguiente, contra el Bayern, igual. Y al año siguiente ganó LaLiga, y pensé que definitivamente yo ya me había hecho del Valencia”.
Hay una historia similar que explica el germen de la peña sevillista de Ciudad de México, la peña Sí o Sí. Arturo Sánchez estaba viendo un partido que el Sevilla jugó contra el Real Madrid en 2003. El club de Nervión ganó 4-1 al Madrid de los galácticos. "Pensé que un club que era capaz de marcar cuatro goles a un equipo tan grande, es que algo tenía”.
Empezó a seguir al Sevilla como podía hacerlo en México a principios de siglo. Era muy complicado ver un partido en directo, e incluso enterarse de la actualidad del club. “Se publicaba un semanario los martes que daba información de LaLiga. Yo tenía que esperar al martes para saber cómo había quedado el Sevilla el sábado o el domingo. Luego ganaron la UEFA, y después ocurrió lo de Antonio Puerta, y así terminé de hacerme sevillista”. Arturo nunca ha visitado el Sánchez Pizjuán, pero lleva tatuado en la pierna el escudo del Sevilla.
“Chicharito, Tecatito… hemos tenido algunos futbolistas mexicanos en el club, pero todavía no ha explotado mucho aún el Sevilla acá”. En su peña hay literalmente cuatro mexicanos de nacimiento, según explica. “Pasé catorce años sin poder compartir con nadie un partido del Sevilla”. Vivir en minoría forja la personalidad.
Otros motivos que indican los peñistas para decantarse por un equipo español, siendo mexicanos, y que ni siquiera sean los dos más grandes, tienen que ver también con la incorporación de jugadores del país, que incluso después de irse dejan el poso de apoyar al club. O sin ser necesariamente del país. A Álex también le marcó la llegada de Pablo Aimar al Valencia antes de sentirse plenamente identificado como valencianista. Arturo presume de su camiseta de Kanouté.
Imagen destacada | Javier Lacort.
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