Cuando Gerardo Mercator proyectó la superficie terrestre sobre su célebre mapa (1569) lo hizo pensando en facilitar la tarea de los abnegados navegantes. De forma en absoluto casual, colocó a Europa en el centro del mundo. Aquella proyección terminaría definiendo la forma en la que pensamos los mapas del globo durante los siguientes siglos, pese a sus evidentes defectos y pese a que, ostensiblemente, generaba tantos ganadores como perdedores.
El más célebre es el continente africano, reducido a un tercio de su tamaño real y comparable, en el dibujo de Mercator, con la muchísimo más modesta Groenlandia. Pero hubo otro que pedazo de tierra al que el geógrafo flamenco terminaría condenando al accidental olvido: Nueva Zelanda.
Los exploradores europeos aún no habían descubierto el enorme archipiélago del pacífico, pero la proyección de Mercator la condenaba irremediablemente al rincón oriental de todos los mapas del mundo que se dibujarían en adelante. Hoy Nueva Zelanda es uno de los países más ricos y con mayor índice de desarrollo humano del planeta. Pero pese a ello, los ilustradores, cartógrafos y artistas de todo el planeta continúan olvidando su existencia en el Pacífico Sur.
El fenómeno está tan extendido que hay diversos foros dedicados a glosarlo, como este Tumblr o este abnegado subforo de Reddit. Ya sea un videojuego infantil, una representación del globo en Central Park o una cafetería de Starbucks, la figura de Nueva Zelanda queda condenada al irremisible olvido cuando tratamos de plasmar físicamente la representación de la Tierra. Australia está ahí. Asia está ahí. América está ahí. Pero Nueva Zelanda no.
Como es natural, el fenómeno no ha pasado desapercibido para los principales damnificados de tan ostensible olvido: los neozelandeses. Con una mezcla de cómico estoicismo y activismo chanante, los diversos foros dedicados a la materia han logrado trascender la cámara de eco habitual de las redes sociales y los espacios digitales para colocarse en la (suponemos) apretada agenda pública neozelandesa. Hasta el punto de que el propio gobierno ha tomado cartas en el asunto.
Cosa paradójica, por otro lado, dado que la figura de Nueva Zelanda se encuentra ausente en algunos mapas del propio gobierno de Nueva Zelanda, para mayor gloria humorística del asunto. Sea como fuere, las autoridades locales han impulsado la campaña #GetNZonthemap mediante un vídeo convertido en un éxito viral gracias a la teatralización de Rhys Darby (¡Flight of the Conchords!) y la propia primera ministra neozelandesa. Ambos suponen una suerte de conspiración internacional que pretende detraer a Nueva Zelanda de sus turistas y su éxito rugbístico.
Los principales sospechosos, como cabe esperar, son Australia e Inglaterra. La primera parece tener parte de la culpa del extraño olvido de Nueva Zelanda: una de las naciones más absurdamente grandes del planeta y la isla más descomunal del globo, nuestra memoria parece detenerse en la inmensidad de Australia a la hora de dibujar Oceanía. Cuesta no culparnos: el resto del continente se compone de archipiélagos diminutos y muchas veces invisibles a los mapas más gruesos.
Por fortuna, Nueva Zelanda tiene un proverbial y estupendo sentido del humor. Baste recordar la comedia en la que convirtieron el plan de su anterior primer ministro para cambiar la bandera del país.
En fin, lo cierto es que la posición de Nueva Zelanda en el mapa (amén de su aislamiento, obliga a apaisar cualquier dibujo al encontrarse algo más al sur de Australia y mucho más al este que Japón, la última frontera oriental) hace de su conveniente descarte una tentación irresistible para los mapas más perezosos (y simbólicos). Para aquellos que simplemente se olvidan de su posición en el planeta sólo podemos decir: #GetNZonthemap. Se lo han ganado.
Algunas pruebas del delito a continuación.
