Ayer mismo, el Gobierno francés pactaba con grandes cadenas de supermercados francesas un acuerdo para poner un tope al precio de muchos productos y crear una cesta antiinflación.
Es decir, como explicaban los compañeros de Xataka, al ejecutivo liberal de Macron no le bastaba con rebajar el IVA y ha decidido ir más allá: concretamente a una medida que en España solo proponen partidos a la izquierda del PSOE. ¿Qué está pasando aquí?
Lo que pasa se llama 'cultura política'. Las 'culturas políticas' son conjuntos de "actitudes, valores, opiniones, preferencias y pautas" que "establecen modelos y límites de conducta o prácticas a la ciudadanía" [y a los políticos] y que, por eso mismo, "influyen en la construcción y organización de instituciones y organizaciones políticas". Son cuerpos orgánicos de "actitudes, creencias y sentimientos que ordenan y dan significado al mundo político".
Suena muy teórico, muy difuso: sociología lejana; pero, en realidad, hablamos de cosas tan presentes en el debate público como el liberalismo, el socialismo, la democracia cristiana, el ecologismo político, los nacionalismos varios, el islamismo o el feminismo. Culturas (o subculturas) políticas que marcan las líneas maestras de lo que los políticos puede hacer y de lo que sus votantes ven con buenos ojos o permiten.
Estamos hablando de izquierdas y derechas, ¿no? Sí y no. Como ya es un lugar común, la izquierda y la derecha surgieron en la coyuntura de la "asamblea nacional" de agosto-septiembre de 1789. Es decir, en el seno de la Revolución Francesa. Por mera casualidad, en el debate sobre si la constitución debía darle al Rey la posibilidad de vetar las decisiones de la asamblea, los partidarios del veto se sentaron a la derecha del presidente y los contrarios, a la izquierda.
Ese es el origen histórico del nombre, sí; pero el origen último es más simple que todo eso: en cuanto hacemos de la regla de la mayoría el principio rector de la política de un país, se forman dos grupos heterogéneos que son aliados solo en virtud de cada votación.
El tiempo, las situaciones y las distintas afinidades, han hecho que (pese a que podemos reconocerlas a grandes rasgos) derechas e izquierdas sean cosas distintas (muy distintas, a veces) en cada país. En Irlanda, los dos países que gobernaron el país durante décadas (el Fianna Fáil y el Fine Gael) eran los conglomerados resultantes de los dos bandos de la guerra civil. Uno estaba a la derecha del otro, sí: pero esas coaliciones se articularon, sobre todo, frente al Tratado Anglo-Irlandés de 1921. Hay muchos casos más.
Italia, por ejemplo. La izquierda italiana actual es fruto de la coalición de tres grandes bloques: los restos del mítico Partido Comunista Italiano, los grupúsculos socialdemócratas que nunca llegaron a tener mucho peso y todo el sector progresista de la Democracia Cristiana que, al descomponerse por el escándalo de "Tangentopoli", rompieron su alianza histórica con la derecha cristiana.
Frente a esta izquierda cristiana, la izquierda española ha sido eminentemente anticlerical (y de hecho, ese anticlericalismo ha sido uno de los elementos clave de la creación de coaliciones políticas en el país). De esta forma, aunque formalmente ambas son izquierdas, en muchos asuntos han tenido posiciones bastante encontradas.
El curioso caso de la derecha española. En este sentido, para entender por qué la medida francesa parece "izquierdista" en España, tenemos que indagar en algo muy curioso. ¿Por qué la derecha postfranquista, pese a venir de un ambiente corporativista y cristiano, ha acabado abrazando el libre mercado como seña de identidad?
Mientras la derecha francesa, de la mano de De Gaulle, siguió siendo fuertemente intervencionista y estatista; o mientras la izquierda inglesa abrazaba el libre mercado como parte del Nuevo Laborismo de Blair; la larga travesía en el desierto de la derecha española durante los Gobiernos del PSOE hizo que abrazar la 'revolución conservadora' de Thatcher y Reagan como elemento ganador. Hace unos días, veíamos al ex-presidente Aznar hablando de su relación con la primera ministra inglesa.
La pérdida de fuste de los elementos democristianos y el proceso de reorganización de la derecha en torno a un Partido Popular que se reivindicaba como liberal, han acabado asociando (al menos discursivamente) libre mercado con derecha y la intervención del estado con la izquierda. Por ello, desde la bancada roja se recuerda con vergüenza la idea de Zapatero de que "bajar impuestos es de izquierdas" y desde la azul se trata de olvidar el hecho de que Cristóbal Montoro se dedicó a subir los impuestos.
¿Esto es bueno o es malo? En realidad, simplemente es. Durante las últiams décadas, el decaimiento delas grandes culturas políticas clásicas hacía pensar que íbamos hacia algo nuevo; pero el auge del feminismo, el ecologismo o la alt-right (por no hablar de la pléyade de movimientos juveniles que van desde la Gazte Koordinadora Sozialista vasca al movimiento católico Hakuna) dejan claro que esas formas de "ordenar y dar significado al mundo sociopolítico" están más vivas que nunca.
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