La peor crisis energética desde 1973: la invasión de Ucrania ha disparado el gas un 55% y subiendo

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Europa está en guerra. La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha puesto fin a casi un cuarto de siglo continuado sin enfrentamientos sobre el viejo continente. Pese a la lejanía del conflicto, las implicaciones políticas, económicas y sociales son amplias. Desde un previsible encarecimiento de algunas materias primas, como el trigo o el maíz, hasta una catarata de sanciones y flujos mercantiles interrumpidos.

Y ningún sector se verá tan afectado como el energético.

El gas, al 50%. La consecuencia más inmediata de la invasión: un encarecimiento drástico de los precios del gas natural. Su coste se ha disparado más de un 50% a primera hora de la mañana, siguiendo el estallido del conflicto. Los contratos a futuros cotizan ahora mismo a 138€/MWh, su precio más alto de las últimas semanas. Es probable que la escalada continúe durante los próximos días, aunque el récord de diciembre (166€/MWh) aún queda lejos.

Reverso. El gas, como vimos hace algunas semanas, había iniciado un paulatino abaratamiento gracias a los acuerdos alcanzados por los principales estados europeos en materia de compra y suministro. Dos giros de los acontecimientos han puesto fin a la contención: la suspensión temporal de NordStream 2, el gran proyecto logístico acordado por Rusia y Alemania para expandir el flujo gasístico desde el interior de los Urales hasta el Báltico; y las inminentes sanciones.

Gran parte de Europa depende de Rusia para abastecerse de energía. La guerra y probable aislamiento económico que afronta el país no detendrá pero sí encarecerá el flujo de gas hacia el continente.

El petróleo. Si bien la situación del gas es más delicada por la interdependencia de Europa y Rusia, el petróleo también se verá afectado a corto y medio plazo. El barril de brent ha superado esta mañana los 100$, lo que repercutirá en el precio que el consumidor pagará a pie de gasolinera. Antes de la invasión los mercados ya descontaban una drástica subida, apuntando hacia los 150$ el barril. El inicio de las hostilidades simplemente acelerará las dinámicas previas.

De ida y vuelta. Pese a que el consumidor europeo debe descontar una subida general del precio de la energía, la guerra perjudica tanto a la Unión Europea como a Rusia. Más del 70% del gas natural exportado por Rusia se dirige hacia Europa. Una interrupción total de las relaciones comerciales provocaría pérdidas diarias de entre 203 y 228 millones de dólares para Gazprom. Si la ruptura se prolongara hasta la primavera, las pérdidas para la economía rusa, muy dependiente de sus exportaciones de energía, se elevarían a los 20.000 millones de dólares.

Nada de esto se hace tan evidente como en NordStream 2: Gazprom tiene comprometidos más de 5.000 millones de dólares en el proyecto, de gran importancia estratégica para Rusia. Su cancelación ha supuesto hasta la fecha el mayor varapalo para el gobierno de Putin.

¿Más compras? Así las cosas, no debemos esperar un corte del suministro desde Rusia hacia Europa. Como explica aquí Javier Blas, el analista energético de cabecera de Bloomberg, la peculiar estructura de los contratos emitidos por Gazprom hace probable que los importadores continentales se vean obligados a comprar más gas ruso durante las próximas semanas. Básicamente, es más rentable acudir a contratos cuyo precio se cerró en febrero que a los emitidos a futuro, mucho más altos.

Reorientación. En cualquier caso, a largo plazo la situación cambia. La suspensión de Nordstream 2 obliga a Alemania y al resto de Europa a buscar fuentes de energía distintas. Como se explica en este reportaje del Wall Street Journal, será un proceso muy paulatino: la política energética alemana ha estado muy orientada hacia el gas ruso durante las últimas décadas, hasta el punto que Schröder, el antecesor de Merkel, ha dedicado buena parte de su carrera post-cancillería a trabajar para Gazprom.

¿Qué alternativas tiene Alemania si el conflicto se enquista? Primero, regresar al carbón, una energía de la que nunca ha logrado desprenderse. Y segundo, quizá, poner fin a la moratoria nuclear aprobada por Merkel tras Fukushima. En cualquiera de los casos, Europa se encamina hacia un escenario similar al de 1973, cuando otro conflicto bélico, esta vez en Oriente Medio, disparó los precios del petróleo y puso fin a las décadas de crecimiento y desarrollo post-Segunda Guerra Mundial.

Imagen: Valentyn Ogirenko/Reuters

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