El debate del almacenamiento de la electricidad está encima de la mesa: estas estrategias nos ayudan a plantar cara a este desafío

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La transición hacia un modelo energético más respetuoso con el medio ambiente en la que nos hemos embarcado como sociedad plantea grandes desafíos. Y también grandes interrogantes. Las energías renovables aspiran a tener un papel protagonista en un futuro ecosistema energético que perseguirá minimizar las emisiones contaminantes, pero su carácter intermitente conlleva algunos retos que es necesario resolver.

Algunos expertos, como Alfredo García, más conocido en Twitter por su alter ego @OperadorNuclear, abogan por un modelo en el que la energía nuclear se postula para actuar como respaldo de las renovables en aquellos momentos en los que su carácter intermitente no permite sostener la producción de energía eléctrica. Sin embargo, en España este modelo actualmente no es una opción. Y no lo es debido a que las centrales nucleares tienen 'fecha de caducidad'.

A medida que se vayan apagando los reactores nucleares y la quema de combustibles fósiles deje de ser una opción necesitaremos una infraestructura de almacenamiento de la electricidad eficiente

El apagón nuclear que ha planificado el gobierno español establece que la última central nuclear española que permanecerá activa, la de Trillo, cesará en 2035. A medida que se vayan apagando definitivamente los reactores nucleares y la quema de combustibles fósiles deje de ser una opción como consecuencia del compromiso que hemos adquirido en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), necesitaremos contar con una infraestructura de almacenamiento de la electricidad eficiente. Y ponerla a punto no es fácil.

Su propósito será actuar como un complemento capaz de almacenar el excedente que se produce en los momentos de máxima capacidad de generación de energía de las fuentes renovables para entregarlo cuando no pueden aportar. Actualmente no está claro cuál será la tecnología, o la combinación de tecnologías, que finalmente se consolidará como compañera de viaje de las renovables, pero, afortunadamente, hay varias opciones prometedoras que en el futuro podrían asumir esta responsabilidad.

Estas son algunas tecnologías que aspiran a trabajar codo con codo con las renovables

Afortunadamente, hay varias soluciones que pueden ir de la mano de las energías renovables para actuar como ese complemento capaz de almacenar el excedente energético siempre que sea necesario. Estas son algunas de las tecnologías de almacenamiento de la electricidad más prometedoras:

  • Baterías: la tecnología involucrada en su puesta a punto se está desarrollando sensiblemente gracias al empuje del coche eléctrico. Tesla ya nos propone sus Megapack, una solución de almacenamiento modular y escalable con un futuro razonablemente prometedor. El coste de las grandes baterías de iones de litio se está reduciendo, pero adolecen de una vida útil y una capacidad de descarga limitadas, por lo que cabe la posibilidad de que otras tecnologías, como las baterías de flujo redox, acaben desplazándolas en este escenario de uso.
  • Centrales hidroeléctricas de bombeo o reversibles: encajan muy bien en los países montañosos porque nos permiten aprovechar los desniveles del terreno para desplazar grandes masas de agua entre dos embalses o depósitos a distinta altura. El excedente energético puede utilizarse para bombear agua desde el embalse inferior al superior utilizando una bomba hidráulica, y para recuperar esa energía solo es necesario dejarla caer de nuevo al embalse inferior desde el superior de manera que accione una turbina hidráulica. Es uno de los sistemas de almacenamiento de energía a gran escala más eficientes.
  • Generación de hidrógeno: el hidrógeno verde, o hidrógeno renovable, se obtiene a partir de fuentes de energía renovables mediante procedimientos con nulas o muy bajas emisiones contaminantes. El método de obtención más popular es la electrólisis del agua, pero hay otras opciones, como el reformado con vapor de biogases o residuos orgánicos, la termólisis del agua o la fotocatálisis, entre otras opciones. Aún es necesario resolver los desafíos que plantea la electrólisis del agua.
  • Aire comprimido: este sistema se utiliza desde hace décadas, pero la transición energética ha provocado que algunas empresas lo estén refinando para utilizarlo como complemento de las energías renovables. De una forma muy sucinta esta solución consiste en utilizar el excedente energético para comprimir una bolsa de aire que se almacena en un depósito natural o artificial. Más tarde, cuando es necesario recuperar esa energía, se provoca la expansión del aire, que acciona una turbina de alto rendimiento y nos entrega la energía que puede ser aportada a la red eléctrica.
  • Almacenamiento térmico de la energía: almacenar el calor es más sencillo que salvaguardar la electricidad, por lo que esta estrategia propone precisamente eso: almacenar energía térmica. Las centrales termosolares utilizan la radiación solar para calentar un fluido (habitualmente sales fundidas), de manera que esa energía térmica pueda ser posteriormente transformada en energía eléctrica utilizando el mismo procedimiento termodinámico empleado en las instalaciones termoeléctricas clásicas.

Imagen de portada | Pixabay

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