Gran Turismo: el sueño de Kazunori Yamauchi

Gran Turismo: el sueño de Kazunori Yamauchi
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Gran Turismo 6 llega el próximo viernes a las tiendas (la presentación ha sido en Ronda y allí hemos estado y contado todo lo relacionado con este lanzamiento, toma de contacto incluida) y con él podremos conocer el desenlace del gran sueño de Kazunori Yamauchi, el sumo perfeccionista que, junto a Sony, se encargó de trasladar al mundo de los videojuegos hace ya 15 años su pasión por el motor.

De un Mario Kart wannabe a un título capaz de recorrer 37 localizaciones distintas en las que disfrutar de las recreaciones virtuales de 1.200 vehículos que se mueven y comportan con el mayor realismo que un sistema como PS3 puede llegar a ofrecer. Kazunori Yamauchi tenía en mente un proyecto llamado Gran Turismo, y con esta sexta entrega podemos dejar de contar ovejas para ver materializados sus sueños.

Gran Turismo 6

Motor Toon Grand Prix, el precursor de Gran Turismo

A mediados de los 90 un joven Kazunori Yamauchi, de profesión diseñador pero con un gran interés y agenda de contactos relacionada con el mundo del motor, afianzaba su posición en Sony en el estudio Polys Entertainment. Su primer gran reto olía a misión imposible, plantar cara a Mario Kart con un título de conducción que siguiese las bases de Nintendo para potenciar las ventas de la primera PlayStation.

Motor Toon Grand Prix no fue un éxito de ventas, sólo lo suficiente para que Sony se animase a exportarlo fuera de Japón con una segunda entrega que ampliaba ligeramente lo ya visto en el país nipón, pero sí contaba con una particularidad que acompañaría a Yamauchi durante el resto de su carrera y le abriría las puertas a la saga Gran Turismo.

El juego se las apañaba para mantener un diseño arcade mientras se encargaba de mostrar unas físicas ligeramente realistas que poco o nada tenían que ver con el particular estilo cartoon que el dibujante Susumu Matsushita (creador de la mascota de la revista Famitsu) le había conferido.

Un Mario Kart con vehículos que se preocupaban del agarre de los neumáticos al recorrer un castillo u obligaban a frenar antes de tomar cada curva podía convertirse en un filón que sólo unos pocos conseguirían apreciar, así que la maquinaria de Sony se puso en marcha, la gran idea de Yamauchi empezó a brotar y Polys Entertainment pasó a convertirse en Polyphony Digital.

Gran Turismo: la saga de conducción por excelencia

Demostrado el potencial de unas físicas propias de un simulador en consola, Sony y el diseñador japonés encontraron un nicho al que nadie había atrevido acercarse. Por aquél entonces el género arcade gozaba del éxito que títulos como Ridge Racer se habían encargado de demostrar durante el lanzamiento de PlayStation, y no era difícil tener dudas sobre si un cambio tan radical podía arrastrar ventas en un sector en el que se contaban más niños que adultos.

Las primeras versiones de Gran Turismo se encargaron de demostrar que el filón encontrado por el nipón podía cambiar las tornas y las ventas del primer título acabaron aclarando el potencial de la nueva saga estrella de PlayStation. Con el paso de los años y los números sobre la mesa, la franquicia de Sony se convirtió en el mayor éxito comercial de la marca, un título que aún posee 15 años después de su lanzamiento.

Las nuevas entregas se sucedieron siguiendo una misma máxima, la del más y mejor, más coches y mejores gráficos, abrazando no sólo los bólidos que todo hijo de vecino incluiría en su juego preferido, sino acercando también al público las diferencias entre conducir una versión virtual del coche que guardaban en su garaje y la réplica digital de un superdeportivo.

Si las ventas acompañaban las relaciones con las compañías seguían el mismo camino, convirtiendo a Gran Turismo en el escaparate perfecto para las marcas, que mostraban al mundo las bondades de sus últimos modelos terrenales.

Las condiciones, sin embargo, acabaron restando créditos con el paso de los años, y es que ver cómo un deportivo se estrellaba contra el guardarrail y acababa destrozado con el mismo realismo que Yamauchi pretendía ofrecer en sus diseños y físicas no era del gusto de los grandes fabricantes. Aún hoy sigue siendo uno de los grandes pormenores de la saga, que se resiste a trasladar su fidelidad a situaciones más propias de aquellos primeros Burnout.

A las siete entregas de Gran Turismo y las versiones destinadas a PSP tocaba sumarle una nueva aventura, la de alejarse del mundo del motor con el shooter Omega Boost y la de la réplica de dos ruedas de la popular saga de simulación, Tourist Trophy.

Los experimentos no acabaron convenciendo al público, así que Yamauchi se dedicó a lo que mejor sabía hacer, seguir mejorando el título de conducción con nuevas entregas y carísimos desarrollos que el estilo perfeccionista de su creador obligaba a mantener. ¿Cómo negarle algo a alguien capaz de colocar más de 85 millones de copias en el mercado?

Kazunori Yamauchi y su influencia en el mundo del motor

El éxito de la saga Gran Turismo acabó convirtiendo a Kazunori Yamauchi en toda una eminencia en el mundo del motor, lo que le sirvió no sólo para continuar engordando su garaje con regalos de las compañías por su ayuda en la promoción de vehículos, sino también para convertirse en un piloto más de algunas competiciones y colaborar en proyectos de revolución tecnológica.

Uno de los más sonados es el del panel de instrumentación digital del Nissan GT-R, una invención de Yamauchi que aprovechó los sistemas de medición de su saga estrella para crear una pantalla multifunción capaz de ofrecer información telemétrica a los conductores con un simple golpe de botón. Se acabaron las agujas físicas, y con su fin se dio paso a la creación de ordenadores de a bordo que aún a día de hoy siguen evolucionando para abrazar más posibilidades.

El trazado Nordschleife se convirtió en su segunda casa, llegando a participar en las 24 horas de Nürburgring e incluso marcando un récord de velocidad en el mítico infierno verde. Si para aquél entonces a alguien le quedaba alguna duda del potencial de Yamauchi en el mundo del motor, sus grandes marcas sobre la pista demostraron que para crear un gran juego de coches hace falta algo más que saber modelar carrocerías.

La máxima anteriormente citada sigue entre sus planes, sin importar si la lógica demandaba para la semana pasada una entrega que acompañase al lanzamiento de PS4. Yamauchi puede ser veloz sobre el asfalto, pero sus proyectos se hacen sin prisas y sin medir si el continuo crecimiento de sus presupuestos resultará rentable. Ya se ha encargado de ganarse la confianza de los inversores durante 15 años, así que lo único que importa es llegar al mercado con la mejor versión de la niña de sus ojos.

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