Un doctor en filosofía y un láser combaten la destrucción de miles de obras de arte

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¿Y si pudiéramos devolver a la vida todas esas obras de arte enterradas tras una explosión, empapadas en bálago por una inundación o cualquier otro tipo de catástrofe natural? La digitalización nos ha acostumbrado a creer que el tiempo no pasa por nuestros recuerdos, que gracias a unos servidores dispuestos en la otra parte del mundo contamos con espacio infinito y perenne.

Por desgracia, somos esclavos del tiempo. Y no todo es factible de digitalizar. ¿Alguna solución?

Durante los últimos 15 años, el uso del láser para preservar patrimonio cultural ha sido una constante presente en laboratorios de todo el mundo. Y ya no estamos hablando de preservación en sí misma. Se han logrado restaurar cientos de lienzos, tallas, forjas o esculturas de distintos periodos históricos gracias a los grandes avances ópticos, devolviéndolos a su estado previo a la desastre.

Viajando al pasado

Doctor en Filosofía e Investigador Senior en tratamientos con láser desde el Instituto de Física Aplicada ‘Nello Carrara’ (Florencia), Salvatore Siano ha desarrollado durante una década una técnica similar a la supresión de tatuajes con la que restaurar diferentes obras del Renacimiento.

El uso del láser en trabajo de restauración ha permitido asumir muchos menos riesgos que en el pasado

Pero eliminar capas de material ligadas a las propiedades mecánicas de la obra no es fácil. Usando técnicas invasivas como soluciones químicas se puede provocar un daño irreversible a la obra. Más aún dejando la restauración en manos no expertas —que le pregunten al Ecce Homo—.

Utilizando haces de láser con diferentes intensidades y longitudes de onda se «permite discriminar los niveles de estratos superficiales que componen las estratigrafías más complejas», lo que ha permitido labores de recuperación que antes se creían imposibles. Gracias a esto, en un trabajo de restauración hoy existen «muchos menos riesgos que en el pasado», como afirma el doctor Salvatore.

En 2010 se logró aplicar con éxito a las pinturas murales de la Basílica de San Lorenzo y en la Capilla del Manto de Santa Maria della Scala (Siena). Poco después se aplicó sobre los bustos de Lorenzo Ghiberti de la Porta del Paradiso, o el torturado David de Donatello realizado sobre bronce fundido y pulido en torno al 1440. En España hemos podido verlo aplicado en el Patio de los Leones de La Alhambra o el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela.

¿Qué lleva a dejar en manos del láser algunas de las obras más importantes de nuestra historia?

Un lago de tinieblas

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Antes de seguir, históricamente existe un punto de inflexión en el arte de la reconstrucción y restauración: la inundación en Florencia del 4 de noviembre de 1966.

En la inundación en Florencia del 4 de noviembre de 1966 se perdieron miles de obras de valor incalculable

En menos de 24 horas, la cabecera del Arno se desató y enterró Florencia y gran parte de la Toscana. Los ojos de los puentes vomitaban fango y hasta 5.000 personas perdieron sus casas. Considerada una de las peores inundaciones del país, en ella se destruyeron miles de obras de arte, manuscritos, diarios y cartas de valor histórico.

Luchando por financiar y reconstruir patrimonio mundial perdido, pintores subastaron obras, y varios gobiernos dispusieron diferentes estrategias de ayuda. Hasta 2.000 voluntarios colaboraron. Fue a partir de este terrible suceso cuando distintas universidades de todo el planeta estudiaron las obras dañadas, en pos de encontrarles alguna salvación.

El verdadero poder del láser

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El láser ha demostrado una gran versatilidad desde hace más de tres décadas. Puede usarse para limpiar soportes, para efectuar soldaduras de gran precisión o incluso creando documentación gráfica tridimensional, pero también para realizar un análisis no destructivo de cualquier material —mediante la espectroscopía de descomposición inducida por láser—, siguiendo sus alteraciones a un nivel casi molecular.

En dermatología y distintas ramas de la salud, el láser se aplica para tratar varices, cicatrices y manchas solares, incluso en operaciones donde se requiere una precisión superior.

En la restauración de obras de arte lleva usándose desde 1972, cuando se aplicó para eliminar las costras del mármol veneciano

Y en la restauración de obras de arte lleva usándose desde 1972, cuando se aplicó láser de rubí para eliminar las incrustaciones negras que cubrían el mármol de las edificaciones de la ciudad de Venecia. En aquellos días era más difícil de regular, abrasando ocasionalmente la superficie de la roca y deteriorándola.

A partir de los años 90 la técnica de proyección cambia radicalmente. En 1995 comenzó a usarse el Continuado de Pulso Corto, impulsos de decenas de microsegundos proyectados rápidamente sobre el mismo punto, logrando una selectividad y eliminación «mucho más graduada respecto a la inducida por láseres anteriores», como apunta Salvatore.

Es con el cambio de siglo cuando estas herramientas salen de su radio de acción casi residual y comienza a estandarizarse para tratar superficies metálicas.

Aún quedaría usar un filtrado dinámico para tratar pinturas murales, ya que el pigmento es mucho más frágil. En cierta medida recuerda al decapado tradicional usando vapor de agua caliente, sólo que de esta forma se queman las capas submicrométricas, obteniendo una precisión absoluta, sin alterar la obra original que se custodia bajo estas capas.

Devolviendo el arte a la vida

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Como podemos comprobar en obras como Lasers in the Preservation of Cultural Heritage y otros trabajos de Costas Fotakis publicados en Nature, no todas las técnicas son idénticas y no todos los investigadores apuestan por el uso de láser directo. Es, además, una labor rutinaria poco reconocida, costosa y agotadora —los profesionales pueden pasar horas agachados en andamios limpiando un par de metros de bóveda—.

El láser elimina material excedente mediante picos de intensidad elevados producidos por luz concentrada

La técnica más conocida es la ablación láser: supuso una revolución ya que se podía usar sobre pinturas. El láser elimina material excedente mediante picos de intensidad elevados producidos por luz concentrada.

«Cuando un haz impulsado incide sobre el material opaco induce un rápido calentamiento y, en consecuencia, una expansión rápida del material en las capas superficiales», puntualiza Salvatore. Humedeciendo la zona progresivamente —el agua aumenta el efecto del láser, ayudando a crear una «micro-fragmentación»—, se logra borrar las capas de material adherido durante los años.

Eso sí, es imprescindible una calibración adecuada: cada superficie precisa distinta longitud de onda, distinta intensidad y distinta duración de impulso. Esto definirá el nivel de profundidad aplicado, ya que no es lo mismo extraer una concha de óxido de apenas 120 nanómetros, que erradicar láminas de roca porosa incrustadas en una escultura.

Somos el tiempo que nos queda

Puerta Del Cielo

Reconstrucción 3D del Arco del Templo de Baal (Siria). Fuente: Institute for Digital Archaeology

Hace un par de años, un equipo de topógrafos que introdujeron en las mismísimas ruinas de la antigua Babilonia para estudiar viejos bajorrelieves erosionados por el tiempo. Una de las principales metas de este equipo era obtener información y valorar la posibilidad de restaurar algunos de los lugares históricos despedazados por ISIS.

Cada superficie precisa distinta longitud de onda, distinta intensidad y distinta duración de impulso

Este es un sistema caro, que requiere recursos y consume un alto gasto energético, ya que precisa de un análisis espectrométrico previo para detectar las soluciones y los tipos de pintura aplicada, pero ha logrado hitos históricos como la recuperación de las Pinturas Negras de Reinhardt de 1963, cuando ya se daban por perdidas. Gracias a trabajos como el de Siano se han logrado proyectos como Light for Art o CyArk.

Los desbordamientos del río Sena en 2016, una crecida que no había sido tan grande desde 1982, afectaron a algunas obras localizadas en los sótanos del museo del Louvre. Las humedades corroyeron obras de valor incalculable. Peor suerte corrió el Museo Girodet: 2.800 de sus 3.000 obras flotaron durante 48 horas en salas llenas de agua sucia hasta el techo.

Salvando

Pliegues y obras deterioradas por el agua. Fuente: Museo Girodet (fotografía de Claire Hansen-Béales)

No podemos predecir la naturaleza y sus devenires salvajes. Pero gracias a trabajos como el de Salvatore Siano y sus colegas se han salvado recuerdos que no sirven sólo para demostrar de qué hemos sido intelectualmente capaces, sino para entender el mundo que hemos construido.

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