Cada vez generamos más datos y, por tanto, cada vez necesitamos más espacio de almacenamiento para guardar toda esta información. Lo que hace unos años era más que suficiente, hoy se nos antoja ridículo.
Hace un tiempo, uno o dos terabytes podían satisfacer las necesidades de una empresa con decenas de empleados. Hoy, simplemente el disco duro de nuestro ordenador supera esa capacidad de almacenamiento.
Dónde guardar toda la información que producimos
Los humanos estamos siendo capaces de generar petabytes de información digital sin apenas darnos cuenta. El almacenamiento también ha tenido que evolucionar a la par que nuestras expectativas y el uso que damos a esos archivos. Fruto de esta evolución nacen servicios como el NAS Remoto de Telefónica con tecnología Data Fabric de NetApp, pensado para que las empresas puedan migrar sus archivos locales a plataformas TI y mantenerlos permanentemente accesibles desde cualquiera de sus dispositivos.
Tanto las empresas como los usuarios particulares nos hemos acostumbrado a que no haya interrupciones en el servicio y en el acceso a la información. Ni siquiera cuando tenemos que hacer copias de seguridad y backups para mantener a salvo los documentos en otro disco duro.
Hemos pasado, tanto a nivel particular como profesional, de tener un hardware dedicado y en nuestras propias instalaciones para guardar nuestra información a confiar cada vez más en la nube.
Especialmente en las empresas, la construcción, actualización y mantenimiento de estos centros de datos en la nube suponía un importante desembolso de dinero que, además, no siempre era capaz de evolucionar al mismo ritmo que las demandas y necesidades.
De los terminales tontos...
Una de las principales consultoras de mercado, IDC, considera que se puede hablar de cuatro épocas en lo que a creación y el uso de datos informáticos se refiere.
La primera de ellas es de antes de 1980. Los datos residían casi exclusivamente en centros de datos. Incluso cuando las personas accedían a los datos desde terminales remotos, los terminales eran máquinas “tontas” con poca potencia informática. Ni siquiera todas estas máquinas tenían capacidad de cálculo.
La segunda etapa va desde 1980 a 2000. Coincide con el auge de la informática personal. Los centros de datos evolucionaron desde simples contenedores de datos hasta convertirse en centros centralizados que administraban y distribuían la información a través de una red (lenta, pero en desarrollo) hacia los dispositivos finales. Estos dispositivos obtuvieron la capacidad de almacenar y administrar datos para uso exclusivamente personal de los consumidores. Además, es la época en la que surgió una industria de entretenimiento digital de música, películas y juegos.
... al acceso desde cualquier equipo
La tercera época va desde el año 2000 hasta prácticamente la actualidad (cuando ya se habla de la cuarta plataforma). La proliferación de banda ancha inalámbrica y otras redes rápidas fomenta el movimiento de datos a la nube, marcando el comienzo de la era del acceso a los datos desde cualquier pantalla.
Los centros de datos se expandieron para permitir la infraestructura en la nube a través de diferentes servicios. Es cierto que los dispositivos aún necesitan datos para funcionar, pero esta información es fácilmente accesible a través de la nube, lo que requiere menos almacenamiento local.
Fuente: Storage Newsletter.
Sin embargo, los enormes avances en la potencia de computación y almacenamiento y la aparición de nuevas aplicaciones no hace sino aumentar la cantidad de datos que somos capaces de generar y que, de nuevo, tenemos que guardar.
La consecuencia de este ciclo es el crecimiento explosivo en la producción de datos a nivel mundial. Una tendencia que irá aumentando conforme vayan pasando los años.
Fuente: Storage Newsletter.
Almacenamiento: aumento de datos, caída de precios
El almacenamiento es uno de los componentes de la informática personal en los que más efectiva ha sido la conocida como Ley de Murphy, que establece que cada 18 meses se dobla la capacidad mientras se reduce el precio.
Basta comparar los precios por unidad de almacenamiento para comprobar cuánto han caído los precios desde los primeros días de la informática. Una reducción del precio por GB que se ha aplicado a todo tipo de soporte, desde los discos duros de los ordenadores más tradicionales de plato hasta el almacenamiento en estado sólido (SSD) o todo tipo de almacenamiento portátil.
En la década de los 80, se llegaba a pagar 300.000 dólares por GB de capacidad de disco duro. Sin embargo, seis años más tarde el precio había bajado hasta los 50.000 dólares. Mientras, en 2010 los usuarios apenas desembolsábamos 10 céntimos por cada GB.
Evidentemente, este menor precio por capacidad también alentó a los usuarios a apostar por unidades que tuvieran mucha más capacidad para poder guardar todos aquellos tesoros digitales que acumulamos.
La nube: la ubicuidad de los datos
Desde 1980 hasta principios de la década de 2000, los ordenadores y los medios de entretenimiento dominaron la creación y el consumo de datos. Sin embargo, con la conectividad IP y de red mejorada, hay menos necesidad de que los datos se almacenen localmente en los PC y otros dispositivos móviles. En 2010, casi el 50% de los datos almacenados eran para fines de entretenimiento. Era la época dorada del DVD y de los discos Blu-ray.
Pero la Tercera Plataforma conlleva una mayor importancia de los dispositivos móviles, redes sociales, análisis de big data, video de alta definición e informática en la nube.
El aumento del almacenamiento en la nube aumenta el uso por parte de las empresas y usuarios. Los dispositivos móviles, aunque pequeños, aumentan rápidamente su importancia como medio de acceso. Y las las empresas se esfuerzan por ofrecer datos y servicios a sus clientes en tiempo real, para lo cual necesitan también dotar a sus empleados de las herramientas necesarias para ello.
Es decir, que ya no importa tanto dónde están físicamente los datos. La nube permite una ubicuidad de toda la información.
Esto es lo que permite, por ejemplo, Telefónica con su propio sistema de almacenamiento en la nube, conocido como NAS Remoto. Además, y en función de cuáles sean tus necesidades, puedes elegir entre tres gamas diferentes, según la velocidad de los procesos del negocio que se requiera. Incluso es posible combinar estas gamas para obtener el rendimiento necesario en cada caso, apostando de esta forma por un procesado ágil de la información sin sacrificar la seguridad en el camino.
Fuente: Storage Newsletter.
El resultado final es un cambio en el uso de datos basado en la nube, de acceso rápido y verdaderamente móvil. Los datos se han convertido en algo fundamental que influye no solo en nuestros negocios, sino también en nuestras vidas en todos los aspectos.
Por qué almacenamos en la nube
Como decíamos antes, cuanta más información generamos, más necesidades de almacenamiento tenemos. Sin embargo, tener nuestros propios recursos de almacenamiento (sobre todo a nivel empresarial) no siempre era la mejor opción en términos de coste, disponibilidad y agilidad. Por eso se acelera la adopción del Cloud Computing.
La nube no es un producto en particular, sino una forma de ofrecer servicios tecnológicos que son consumidos bajo demanda. Además, permiten ampliar o reducir la cantidad de recursos que consumimos según sea necesario y pagar en función de ese uso que hagamos.
Por todo lo que estamos viendo, uno de los servicios en la nube más populares y más necesarios para las empresas es el almacenamiento. Gracias a él, se puede acceder a los datos de forma más fácil y desde cualquier dispositivo y lugar (siempre que haya conexión a Internet). También, permite ampliar de forma casi indefinida el espacio de almacenamiento de datos, lo que responde a la urgencia actual de almacenar mayor cantidad de información y, por obligación normativa, mantenerlos durante más tiempo sin que suponga un mayor coste de infraestructura para las compañías.
Otro de los beneficios es que el usuario se olvida de hacer las copias de seguridad, ya que este tipo de acciones son programadas por el proveedor tecnológico, que garantiza que los datos del usuario sean seguros incluso si algo sale mal.
En el caso de NAS Remoto de Telefónica, el almacenamiento está gestionada por especialistas tecnológicos de la operadora quien, además, nos garantiza la seguridad de los datos y el cumplimiento con las normativas.
Decide tu almacenamiento en función de tus necesidades
Como vemos, el almacenamiento local pierde definitivamente la partida frente a soluciones empresariales que facilitan el acceso desde cualquier lugar a nuestra información.
Por eso, los usuarios cada vez confiamos más en la nube como repositorio de almacenamiento. Esto, además, nos permite acceder a nuestros archivos sin preocuparnos por el dispositivo desde el que lo hagamos (PC, móvil, tablet...). Para una empresa es especialmente relevante este factor, ya que permite a los empleados trabajar sin barreras espaciales.
Volviendo a NAS Remoto de Telefónica, la compañía confía en la tecnología Data Fabric de NetApp, que permite a las empresas mover sus datos de una nube a otra de manera sencilla. Esto resulta especialmente relevante para el negocio, ya que permite aprovechar el potencial de los distintos tipos de nube. La información almacenada a través de NAS Remoto reside físicamente en el Alcalá Data Center que tiene Telefónica, que cuenta con la certificación de nivel TIER IV Oro y es accesible de manera segura a través de las redes de comunicaciones privadas de Telefónica.
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