Han encontrado el virus de la hepatitis A en unas fresas de Marruecos. Es menos grave de lo que parece

El producto no se ha comercializado, pero nos dice mucho sobre la gran batalla alimentaria de la década

Tim Mossholder Xdwea2kaeja Unsplash
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El 19 de febrero de este año, mientras se realizaban los controles pertinentes en un punto de entrada de productos en España, las autoridades se encontraron con un positivo: virus de la Hepatitis A en un cargamento de fresas procedente de Marruecos.

Los datos, que se han publicado esta semana en el RASFF (Rapid Alert System Feed and Food) de la Unión Europea, han provocado un enorme marejada política y numerosas asociaciones de agricultores han mostrado "su preocupación" y han exigido "medidas urgentes" al Gobierno y a la Comisión.

El problema es que esto no tiene nada de excepcional (y, a menudo, no entraña riesgo real para los consumidores). Lo cual, por supuesto, no quiere decir que no sea un problema.

¿No es excepcional? Lo cierto es que no. Como explicaba Gemma del Caño en DAP, "este virus es uno de los más típicos de transmisión alimentaria,  es decir, se transmite muy fácilmente a través de alimentos, sobre todo  los más frescos y de consumo directo como los vegetales de quinta gama que no requieren lavado".

De hecho, ni siquiera es algo reservado a productos extracomunitarios, en 2022 se notificó una alerta muy similar (relativa también a la presencia del virus de hepatitis A), pero en frutos del bosque congelados procedentes de Bélgica.

¿Y por qué no suponen un riesgo real para los consumidores? Gracias a que tenemos una amplísima base de datos sobre alertas y enfermedades, podemos comprobar que no hay prácticamente casos vinculados a este tipo de productos. para encontrar algo similar tenemos que irnos a 2018, cuando varios países de la UE notificaron una infección sospechosa de hepatits A.

Ahí, aunque no se encontró el foco, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) sí reconoció que "la relativa homogeneidad de las cepas virales asociadas con los casos del brote sugiere que la transmisión transmitida por alimentos podría asociarse con un solo producto alimenticio". Es decir, el riesgo existe, pero los casos son muy escasos.

¿Cómo es posible esto? En esencia porque “todos los alimentos que entran de forma legal en un país deben cumplir controles y analíticas que demuestren que son seguros”. Todos se someten a control documental y, muchos de ellos, a "control de identidad y físico (incluida toma de muestra)". Es decir, que el casos/alertas sea bajo es signo de que (con todos sus problemas) el sistema funciona relativamente bien.

¿Podemos hacer algo para protegernos? En realidad, lo recomendable es seguir unas prácticas adecuadas de manipulación de alimentos. En este caso, el virus se transmite por vía fecal-oral: si lavamos correctamente los productos antes de su consumo, las posibilidades de vernos afectados por este virus, otros virus u otros patógenos se reducen de forma exponencial.

El "riesgo cero" no existe y, desde luego, los sistemas de alertas tienen aún mucho que mejorar. Pero, en las últimas décadas, la suma entre los controles institucionales y las buenas prácticas de manipulación han conseguido un éxito enorme.

El mundo alimentario está lleno de alertas. Siempre es buena noticia que se conozca cómo funciona el sistema, que pidamos procesos más estrictos y que impere la transparencia. El problema que tienen alertas virales como esta es que acaban generando una imagen distorsionada.

Y es que si repasamos las alertas de los últimos días, podemos encontrar fragmentos metálicos en unas galletas de chocolate provenientes de Países Bajos, listeria en un queso gorgonzola italiano o naranjas españolas que exceden los límites máximos de plaguicidas. No debemos conformarnos, pero tampoco errar el tiro.

Hay una guerra a muchos niveles. También en el informativo. En el caso de las fresas de Marruecos es curioso porque, aunque en este caso sí ha existido la alarma, ha circulado como bulo recurrentemente desde, al menos, 2014. Esto nos habla de la naturaleza dual del problema.

Durante todo 2023, de hecho, las polémicas con otros productos marroquíes han estado a la orden del día y, a medida que Marruecos siga ganando peso en el mercado hortofrutícola europeo, se volverá más común. Hay razones objetivas para ello: Marruecos sigue convergiendo con la UE a nivel productivo, pero aún está rezagado); pero también porque, en el fondo, la desconfianza hacia los sistemas sanitarios del país vecino es algo que vemos en todos los países.

Hace pocas semanas, sin ir más lejos, políticos franceses de alto nivel acusaban a los agricultores españoles de fraude. Algo que, como bien sabemos, es indudablemente falso.  Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y la desinformación es un arma poderosísima en él.

Imagen | Tim Mossholder

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