Por qué las prestaciones de un Chromebook son ahora más interesantes que nunca

Acer Chromebook
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En 2011, fabricantes como Acer presentaban los primeros equipos Chromebooks, donde el navegador Chrome hacía las veces de interfaz de usuario, mientras que las aplicaciones y servicios se encontraban en la nube. Es decir, en un Chromebook, el sistema operativo (Chrome OS) es el propio navegador web más los componentes necesarios para gestionar el arranque y la gestión del hardware.

Así, Chrome OS es un sistema operativo muy “ligero” que ha madurado lo suficiente como para responder bien con un hardware modesto (y económico), en contraste con Windows o MacOS, sistemas "pesados" que precisan de componentes más potentes.

El ingrediente esencial de los Chromebooks es la conectividad de internet. Y la experiencia de uso de estos equipos dependerá en gran medida de la calidad de la conexión en aspectos como las velocidades de subida y bajada o la latencia. Es posible usar un Chromebook en modo sin conexión, pero es un modo con una funcionalidad limitada y para momentos puntuales.

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El navegador es el sistema operativo; la nube, el ordenador

Una de las ventajas de los Chromebooks es que las aplicaciones y servicios se ejecutan en la nube en su mayor parte, por lo que la experiencia de usuario dependerá más de la calidad de la conexión de internet que del hardware del ordenador.

Tanto es así que durante estos 9 años solo ha habido una actualización realmente importante que haya podido asociarse a un cierto grado de obsolescencia para los Chromebooks: la llegada en 2016 de Google Play a Chrome OS, con unos requisitos de hardware algo más exigentes que los de generaciones anteriores.

Con esta integración de la tienda de apps en el navegador se facilitó el uso de los recursos cloud en los Chromebook y también añadió el inmenso potencial de las apps en local para aquellas aplicaciones que no tienen un equivalente en la nube, como los editores de fotografía tipo Snapseed.

Acer Intel Chromebok

Aun así, un Chromebook de 2011, a día de hoy sigue funcionando razonablemente bien a pesar de que los contenidos web y las apps y servicios cloud han ido aumentando en complejidad y exigencias.

Las apps de la Play Store demandan mayor cantidad de memoria y potencia de procesamiento que las de los Chromebooks originarios. El propio navegador Chrome también trabaja más fluidamente con al menos 4 GB de RAM en vez de los 2 GB de aquellos, y con una CPU básica, pero más potente que los Atom N570 de los primeros equipos.

Cloud y aplicaciones Android: el equipo perfecto

Las aplicaciones y servicios cloud han ido progresando en eficiencia, alcance y prestaciones a medida que los centros de datos y servidores cloud han añadido más procesadores, más memoria o más capacidad de almacenamiento (también más rápido). Este paradigma de computación en la nube se refuerza ahora con la llegada de Google Stadia a los Chromebooks.

Esto significa que, en un equipo con un hardware mínimo de apenas unos pocos cientos de euros, podremos jugar con títulos como 'Red Dead Redemption II', 'NBA 2K 20' o 'Metro 2033', entre otros, con una calidad excepcional y a 60 fps. No hay necesidad de invertir en un equipo gaming de varios miles de euros.

Stadia

Aunque Chrome, en un primero momento, era la puerta óptima de entrada a internet, las apps han conseguido posicionarse tan bien o mejor que el propio navegador como acceso a la nube.  Muchas aplicaciones de Android son meras pestañas de navegación de Chrome “appizadas”. Netflix, por ejemplo, en un Chromebook puede usarse tanto desde el navegador como desde la app de Android correspondiente.

Los Chromebooks, siempre jóvenes

Una de las ventajas de los equipos Chromebook, prácticamente única en el panorama de la tecnología, es su capacidad para rejuvenecer con el tiempo. A medida que la nube mejora en capacidad, rendimiento y funcionalidad, así lo hacen los Chromebooks.

El mismo ejemplo de Stadia de Google sirve para ilustrar este punto: gracias a la apertura de Stadia a los usuarios, un Chromebook se convierte en un equipo de gaming con el que jugar con títulos de última generación a resoluciones Full HD y calidad máxima a tasas de 60 fps.

Otro tanto de lo mismo sucede con otras aplicaciones. En los ordenadores convencionales Windows o Mac, a medida que las apps van actualizándose, el hardware va quedándose obsoleto. En un Chromebook, esa obsolescencia es mínima y su efecto se limita a los aspectos relacionados con el acceso a la nube más que a la aplicación en sí misma.

Google Datacenter

Conectividad: la fibra ya es la norma

Ha quedado claro que los Chromebook se benefician del auge de la nube, la proliferación de aplicaciones y servicios cloud como los basados en streaming de aplicaciones, juegos o contenidos multimedia. Pero también salen beneficiados de otra tendencia consolidada en nuestro tiempo: la prevalencia de las conexiones de fibra.

El despliegue de redes de banda ancha es generalizado, con una tendencia clara hacia la fibra como modalidad de conexión universal y económica con parámetros excelentes para las velocidades de subida y bajada o la latencia. En 2019, según datos de la CNMC, había en España unos 10 millones de líneas de fibra óptica con más de 30 Mbps de velocidad.

Las conexiones de datos 4G o 5G ilimitadas también juegan a nuestro favor, y el uso del móvil como punto de acceso para el Chromebook permite, cada vez con más frecuencia, que la conexión con internet no dependa de terceros proveedores cuando llegamos a un destino desconocido.

Si no está, no lo pueden robar

Los equipos Chromebook, por su naturaleza, no están pensados para almacenar grandes cantidades de datos en local. Hay equipos con hasta 128 GB de almacenamiento SSD, pero con 32 GB o 64 GB tendremos suficiente. La elección de una capacidad interna más o menos elevada es una cuestión más de tener espacio para la instalación de apps que de disponer de mucho almacenamiento propiamente dicho.

Los vídeos en YouTube, las fotos en Google Photos, los documentos en Google Docs o en cualquier aplicación o servicio similar de terceros. Esas son las ubicaciones “naturales” de los datos y contenidos en un Chromebook. Si entramos con nuestra cuenta de Google en cualquier equipo Chromebook, estaremos entrando en nuestro espacio de trabajo. Al finalizar la sesión, no quedará rastro evidente de nuestra actividad.

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Si nos roban un Chromebook o lo extraviamos, las pérdidas de fotos, documentos o datos serán mínimas.  Y en cinco minutos podremos continuar con lo que estuviéramos haciendo al “logearnos” en otro equipo.

Además, los Chromebook están actualizados de forma constante con los más recientes parches de seguridad de Android, sin olvidar la encriptación nativa de los archivos y datos que tengamos en local.

Perfecto para…

La idoneidad de un Chromebook depende en gran medida de lo que tengamos que hacer con el equipo. Así, en un estudiante que generalmente trabaja sobre portales web contra servicios online y aplicaciones cloud, un Chromebook es una opción óptima. Son equipos con un tamaño, peso y autonomía perfectos para llevar “puestos”, con un precio entre poco más de 300 euros y hasta 450 euros en gamas como la de Acer.

En escenarios de teletrabajo son también interesantes a poco que las empresas organicen su estructura IT en torno a servicios y aplicaciones online. Además, el coste total de propiedad es reducido y la gestión de la seguridad o las actualizaciones es mínima. Lo mismo sucede con el mantenimiento de las licencias de software, todo está necesariamente en la nube.

Chromeos

Es más, un Chromebook puede conectarse remotamente a un equipo convencional, por lo que, en un momento dado, podemos tener lo mejor de ambos mundos: la comodidad de un Chromebook y la potencia del software “tradicional” sobre un equipo convencional.

No tan perfecto para…

A pesar de que tenemos una tienda de aplicaciones como Google Play, muchos de los juegos que están disponibles para teléfonos móviles no lo estarán en un Chromebook por limitaciones del hardware. De todos modos, la llegada de Stadia viene a llenar ese vacío. Y lo hace “a lo grande”, con juegos de mucha mejor factura que los que podemos encontrar nativamente para Android.

Si dependemos de aplicaciones como editores de foto o vídeo, los Chromebook tampoco son la propuesta ideal. Y si tenemos que manejar archivos en local, tampoco son la propuesta ideal, aunque (casi) siempre podremos usar una tarjeta microSD para extender la capacidad de almacenamiento.

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Un creativo digital o multimedia, por ejemplo, no es un usuario natural de Chromebook. Necesita potencia de procesamiento local, y mucha. Al menos hasta que Adobe perfeccione la suite Creative Cloud lo suficiente como para ofrecer el mismo nivel de funcionalidad.

Equipo principal o como segundo ordenador

Una de las ventajas del reducido precio que muestran estos ordenadores es que decidir si se compra o no es más sencillo y con elevadas probabilidades de que amorticemos la inversión en poco tiempo. Tareas como leer y escribir emails, redactar documentos, trabajar con hojas de cálculo, acceder a portales de ecommerce, así como mantener un blog o crear contenidos para internet se realizan con agilidad y eficacia sobre los Chromebooks.

Las posibilidades son muchas y no cesan de aumentar gracias al avance de la nube como plataforma habitual para crear y consumir contenidos.

Imágenes | Acer y Google

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