Durante algún tiempo se convirtió en un poderoso fenómeno viral. Si te gustan los documentales de animales, este es el epítome, la cumbre escénica. Hablamos de la persecución vivida por una cría de iguana marina frente a un montón de serpientes, filmada en las costas de la Isla Fernandina (archipiélago de las Galápagos), una región especialmente protegida por su fauna.
La escena corresponde a la segunda temporada de 'Planeta Tierra', serie documental coproducida por la BBC que comenzó su emisión el 5 de marzo de 2006. Una serie algo diferente a las que ambientan las sobremesas. Ayudados ocasionalmente por los propios animales (como águilas doradas entrenadas), 'Planet Earth' pretende suspender «la distancia entre espectador y animal».
Un vínculo de retorno a un mundo más primitivo, obedeciendo a dos premisas cardinales: espolear la eterna curiosidad por conocer escenarios “vírgenes”, un «detrás de las cámaras» teniéndolas delante, y un logro surgido del talento, de un montaje milimétrico, a través de los mejores avances tecnológicos en filmación portátil. Nada de Photoshop ni focos para mejorar la luz.
Una escena inolvidable
Se han referenciado los Oscars, se ha citado a Hitchcock y Scorsese —el editor de la BBC Matthew Meech es un devoto fan de estos directores—. Se ha dicho que estamos ante la mejor escena documental de la historia. El documental sobre naturaleza, por cierto, más caro de todos los tiempos, con un pico de 11,4 millones de espectadores (el 41% de la audiencia en Reino Unido), 4 Emmys a las espaldas y una nota de 9,7 en IMDb.
Lo que sucede es, en esencia, la vida real pasando delante de nuestras narices
Lo que sucede es, en esencia, la vida real pasando delante de nuestras narices. En cada episodio de 'Planet Earth' se escriben unas líneas maestras sobre lo que se pretende conseguir. Sin guiones cerrados. «Da igual el guión que escribas, los animales harán lo que quieran», asevera Mike Gunton, Director Creativo Unidad de Historia Natural BBC.
Porque Gunton y su equipo son, ante todo, expertos etólogos, dueños de una fina intuición y ojo clínico. En este equipo, además, colabora la prestigiosa doctora Elizabeth White.
La construcción de la escena es, efectivamente, un prodigio. Presentación: primer plano de la cría de iguana marina. Primer plano de las serpientes. Corte y repetimos. En nuestra conciencia cinematográfica entendemos un diálogo entre varios interlocutores. Como en un western tradicional, la tensión se afila cuando la primera serpiente se acerca sinuosa. La iguana permanece congelada, hasta que asume la dimensión del peligro. Entonces un cuidado travelling nos arrastra, el ritmo se acelera y llegamos al nudo.
Convive aquí cierta mitología del héroe. Deseamos que la iguana escape porque está en desventaja numérica. Como un Ulises solitario, debe hacer frente a los enemigos y salir victorioso. Queremos que lo consiga. Y las serpientes han aprendido a usar los accidentes naturales como embudos, para arrinconar a los adversarios.
Ellas sólo quieren comer, no hay avaricia ni sed de poder, no hay planes maquiavélicos diseñados en grupo
Las serpientes no cazan en grupo pero en segundos se transforman en una medusa, una hidra multicefálica e implacable, cien bocas ansiosas. Ellas sólo quieren comer, no hay avaricia ni sed de poder, acaso el anhelo de hacerse con una porción de ese jugoso reptil que acaba de eclosionar ante el barniz del sol.
Desenlace: contra todo pronóstico, la iguana logra salir de la zona de acción. «Menos de la mitad lo consiguen», asegura la doctora White. «Una pesadilla convertida en cuento de hadas», que diría Richard Wollocombe, operario de cámara.
Hemos asistido a un thriller perfecto. Hemos visto cómo la cámara despegaba a ras de suelo, abriendo el plano, sin puntos ciegos, siguiendo la acción con mimo, bajo la sobria narración de David Attenborough y la banda sonora de Hans Zimmer.
La faceta técnica
Rodar algo así no es fácil. Esta escena podría haberse dado en plena noche, haberse captado tarde, lejos del foco, tras horas agazapados como francotiradores esperando «que suceda algo». La iluminación es genuina. La combinación de ecos de olas con clústeres de violines refuerzan cada movimiento.
Llegar a la isla costó siete días el barco, tras meses de planificación y negociación
Llegar a la isla costó siete días el barco, tras meses de planificación y negociación. Durante una tormenta, una ola entró por el acantilado y empapó una de las cámaras de rodaje. Durmieron con ella, usaron paquetes de calor y la mantuvieron cerca de una estufa. Estas herramientas son sus ojos. Y en todo momento, durante día y noche, durante tres semanas de rodaje, alguna de las cámaras se quedaba haciendo la guardia, grabando.
Los dos primeros días observaron la zona con prismáticos. De algunas grietas salían grupos de 8 a 10 serpientes: ahí pasaba algo, había suficiente material para contar una buena historia. Para rodar la escena desplegaron un dron. Ocasionalmente usan planos en parapente. Por el suelo desplegaron dos cámaras, una con trípode y lente de largo alcance y, algunos metros delante, la unidad de mano, algo más ligera, ambas capaces de grabar en alta definición (UHD 4K).
Han pasado 10 años entre el primer Planeta Tierra y su segunda temporada. Desde entonces nuestros estándares domésticos han cambiado bastante
¿Por qué apostar por tanta resolución? Es sencillo: para captar todos y cada uno de los resueltos movimientos sin estelas borrosas o problemas en la definición, para obtener la esencia. Al poder mostrar más detalles en pantalla, sin grano ni pixelación, las cámaras también pueden acercarse más al objetivo.
Esto exige nuevas ópticas y diafragmas para adaptarse a los nuevos formatos, pero a cambio se pueden conseguir planos larguísimos como este o tan íntimos como este otro. Han pasado 10 años entre el primer 'Planeta Tierra' y su segunda temporada, y desde entonces nuestros estándares domésticos han cambiado bastante: del simple DVD al Blu-Ray con soporte HDR y audio Dolby Atmos.
A veces acuden a un segundo equipo con cámaras giroscópicas —para mejorar la estabilidad—, más pequeñas y de grabación remota, colocadas sobre el terreno. En filmaciones marinas utilizan también las famosas cámaras trampa —movidas por control remoto— para lograr ciertos efectos, como que un depredador acuda a una pieza de carne.
A veces el sonido debe replicarse, cuando la toma está demasiado sucia
Es cierto, a veces el sonido debe replicarse, cuando la toma está demasiado sucia. Se usan micrófonos omnidireccionales de alta sensibilidad, combinados con pequeños micros inalámbricos de corto alcance. Pero de vez en cuando hay que recurrir al crujir de apios o el ronroneo de una fruta pelada para simular carne rasgada por algún depredador. O, simplemente, combinar diferentes tomas de audio y vídeo.
En cualquier caso, si es posible se evita cualquier forma de “ficcionalización”. La perfección es un accidente natural. Se mide la velocidad y dirección del viento y se dispone el equipo técnico de la forma más funcional posible. El resto depende del azar.
Asistiendo impotentes al mundo salvaje
«Un 90% de las crías de pingüino emperador no sobrevive a su primer año». Esta es una frase común que podemos oír en cualquier documental. Y en un documental no puedes simplemente tomar partido, sólo observar, sentir la impotencia corriendo por tus venas.
Antes escenas así, nos queda el pensamiento de que estos animales viven vidas demasiado duras. Un error y estás muerto
Ante escenas como esta siempre nos queda el funesto pensamiento de que, pobres, estos animales viven vidas demasiado duras. Un error y estás muerto. La «cadena de la vida». La virtud del cámara está en fortalecer la empatía hasta lograr que pensemos en ellos no como elementos de un gran espectáculo, sino en seres vivos. No alimentando el morbo, sino una sed natural de conocimiento.
Y para rodar estas escenas, el equipo debe rendir como un engranaje perfecto. Pero las herramientas son sólo eso. La música no puede sólo entrar y salir, hay que recrear una escena. Tampoco se puede abusar. Se prueban diferentes combinaciones hasta dar con la fórmula adecuada, se estudia el material: ¿tenemos aquí una buena historia que contar? Aún queda encontrar la forma de contarla.
El futuro del documental
«El romanticismo el algo importante de 'Planeta Tierra'», declara Mike Gunton. La diferencia entre el 'Planeta Tierra' original y su segunda entrega radica esencialmente en la evolución de los equipos. La miniaturización de las cámaras, la posibilidad de grabar en 4K, sin trípode, usando estabilizadores inteligentes, ha cambiado la perspectiva: «ya no contemplamos la naturaleza desde el punto de vista humano».
Igual que los depredadores sufren amenazas en su forma de vida, también sufren los distintos biomas
Pero en diez años, desde la primera "temporada", nuestra forma de ver el mundo también ha cambiado. Somos más conscientes de los problemas energéticos.
'Planeta Tierra II' ha perseguido hablar de la Naturaleza, con mayúsculas, pero contar algo más: ese envés incómodo que nos dice «si tan bella es la vida salvaje, ¿cómo podemos preservarla?». No bajo un prisma aleccionador, sino para ejemplificar que, igual que los depredadores sufren amenazas en su forma de vida, también sufren los distintos biomas, a través de nuestros propios desarrollos tecnológicos. Y esto es algo que rompe con la proyección idílica, la ficcionalización consciente: si hacemos nuestros sus ecosistemas, ya no quedarán documentales que grabar.