Comunismo vs capitalismo: Planeta Cómic acaba de lanzar dos novelas gráficas que enfrentan un siglo entero de literatura

¿Qué tienen en común la Revolución Rusa frente al Gran Gatsby?

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El pasado 4 de octubre llegaron a Planeta Cómic dos nuevas estrellas a ese firmamento de novelas gráficas que trufan su catálogo. Hablamos de La Revolución rusa contada para escépticos y El Gran Gatsby; una obra de vocación documentalista frente a una novela de ficción con vivaces ecos de realidad. La ironía ha querido contraponerlas casi como dos caras de una misma moneda.

Ambas, no en vano, traducen los estragos de la Primera Guerra Mundial en forma de movimiento sociales, intelectuales y políticos que aún hoy flotan en la memoria. Si tienes por casa a un fan de la novela gráfica, aquí tienes una compra adelantada para Navidad. Si no es el caso, concédete tú el privilegio de conocerlas. Porque son imperdibles.

La Revolución rusa contada para escépticos

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¿Se puede contar la Revolución Rusa sonando imparcial, casi apolítico? Si crees que sí, aquí tienes la aproximación más fidedigna a esta respuesta. En tapa dura cartoné con formato 19.4 x 25.5 cm a todo color, La Revolución rusa contada para escépticos es una novela gráfica basada en el libro de Juan Eslava Galán, uno de nuestros mayores expertos en divulgación histórica de nuestro país.

Y tras dos años de trabajo embarcado en aclarar esta madeja de historias imposibles, el barcelonés Martín Pardo ha demostrado ser la persona ideal para llevar el sí a lo gráfico, a lo visual. En su estilo realista —no en vano ha sido el dibujante de cabecera para biografías de músicos de jazz como Chet Baker o Miles Davis—, formado en la escola Joso, la prosa de Eslava Galán encuentra al aliado perfecto.

Pero, ¿por qué la Revolución Rusa y no otro acontecimiento como la Gran Depresión o la Guerra Civil española? No podemos negar lo evidente: con permiso de la II Guerra Mundial y sus funestas secuelas, la Revolución rusa de 1917 es considerada por mucho como el hecho histórico más relevante del siglo XX. Más aún, no se concibe uno sin el otro, ya que Rusia fue determinante en el tablero de la Gran Guerra y en el desenlace de la segunda, donde se dio forma final a lo que la sociedad asume como Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

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Desde un punto de vista conceptual e intelectual, la escisión ideológica de los bolcheviques y los mencheviques han dado pie a miles de páginas de texto. Todo puede extrapolarse de aquí: lo democrático frente a lo radical, la expropiación frente a los gravámenes progresivos, etc. La novela gráfica de Martín Pardo no resta ni un ápice de la fuerza —irónicamente, reposada y escéptica— a la narrativa de Eslava Galán. Quienes conozcan el original sabrán verlo. Quienes no, seguro que se animan a intentarlo.

Un arranque in media res nos coloca sobre este conflicto: la sombra del zar Alejandro III convocó muchos fantasmas. El abismo insondable entre un pueblo obrero henchido de ira frente a una aristocracia despótica, que acuñó el francés como lingua franca frente a un campesinado cada vez más debilitado —imposible estimarlo, pero cada día morían cientos por, simple y llanamente, falta de alimento— proyectó un monstruo imposible de encadenar durante demasiado tiempo.

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La revolución rusa contada para escépticos de Martín Pardo y Juan Eslava Galán. El triunfo de la Revolución rusa transformó el mundo y fue trascendental para la historia de la política contemporánea. Con esta novela gráfica, Martín Pardo adapta el libro de Juan Eslava Galán para hacer un acercamiento ameno y a la vez riguroso de los motivos que provocaron el derrocamiento de los Románov y el triunfo de la Revolución. #Rusia #Cómic #NovelaGráfica #PlanetaCómicesnovelagráfica #RevoluciónRusa #booktok

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Nicolás II heredó esto y, pese a sus intentos reformistas, su actitud timorata le devoró y el imperio ruso se fragmentó en pedazos. Si la Revolución de 1905 no funcionó no fue por falta de ganas. Esta novela se permite el lujo de danzar sobre las tumbas de los más crueles sin cantar a los mártires. Es capaz de relatar sin tiznar de ideología. Un logro prodigioso.

Anécdotas como el hijo bastardo de Karl Marx que Friedrich Engels asumió como propio desmitifican al intelectual por antonomasia. El ascenso al poder de un socialista hijo de un terrateniente acomodado, Vladimir Ilich Uliánov, es decir, Lenin, también ponen en su lugar a un joven calmuco que vivió hasta sus últimos días vistiendo como un profesor de provincias. Y que ocultó su vínculo de sangre judía.

Sí, la adaptación descarta no pocas anécdotas pero se centra en lo importante. Nos da pistas sobre la oscura figura de Rasputín y su relación como confidente de la Zarina Alejandra. Nos ofrece un marco social sin mitologías sobre el derrocamiento de los Románov o las atrocidades del comunismo. Casi al contrario, con tono sardónico pondera entre el hecho y su posterior influencia. Cuando te das cuenta, has surcado la mirada sobre una lectura adictiva ante algo que, a priori, ya no interesa a nadie.

En resumen, Pardo a lomos de Galán ha perpetrado una herramienta perfecta para acercar un marco histórico complejo y convulso con el rigor de las aulas. Esta novela gráfica es uno de los cómics más didácticos que puedes leer hoy día. No es fácil resumir en 200 páginas las diversas fases por las que pasó la Revolución Rusa —habiendo generado bibliotecas enteras de literatura, con autores destacados como Robert Conquest—. Aunque hace parecer que sí lo es, que casi cualquiera podría escribir este libro.

El (nuevo) Gran Gatsby

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Y pasamos del comunismo al capitalismo exacerbado y proyectado sobre la figura de un insigne ciudadano americano que soñó con volar demasiado alto. El Gran Gatsby es clásico de la literatura estadounidense del siglo XX. Pero si la anterior adaptación opta por un tono sobrio, planos medios y composiciones canónicas, esta versión de la novela de Francis Scott Fitzgerald, obra de Ted Adams, es un delirio maximalista, pletórico de matices, detalles, composiciones tan creativas como inesperadas. Un deleite para el fan promedio de Bryan Talbot.

A lo largo de los años han existido otras versiones, pero ninguna tan fidedigna y con esa fuerza visual con la que irrumpe la de Ted Adams, conocido también por otra magnífica adaptación de Richard Matheson, ‘El hombre menguante’. Y a los pinceles está el portugués Jorge Coelho, dibujante y portadista portugués de Loki, el 'Depredadores' y 'Pactar con el diablo' de Spider-Gwen, varios números de Vengadores, etc. Un veterano.

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El Gran Gatsby es también una obra compleja: ricachones en la Nueva York de los años veinte, aquella Belle Époque optimista por necesidad, fiestas célebres y una Daisy Buchanan desencantada de un marido que lo tiene todo, que tiene demasiado. Y en mitad de este cosmos, un chaval joven y guapo que acaba de volver de la Gran Guerra, Jay Gatsby. Un chaval que acaba de toparse con el jazz, el sexo, el alcohol y el racismo enaltecido… y solo quiere quedarse con lo bueno.

Si ya conoces la inspiración canónica sabrás que se llamaba Max Gerlach y era un estafador que encandiló a la alta sociedad estadounidense. Esta persona existió. Obsesionado con la riqueza y el poder, la novela lanza ese recado sobre la prosperidad falaz y la superficialidad consecuente. ¿Dónde quedó la moderación, el fruto del sudor de la frente? Gerlach fue alguien que se entregó a los placeres ¿pecaminosos? de la carne para finalmente acabar solo, perdido.

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Pero a diferencia de otras novelas más moralistas, Fitzgerald supo deshacerse de esas etiquetas, al cubrir el vicio con el glamour de un Michael Mann, generando una mirada de pasmoso placer, de modus vivendi posible e incluso legítimo. Todo esto el comic lo entiende a la perfección y es capaz de generar imágenes de una garra impactante, con permiso de la adaptación de Baz Luhrmann, un autor que se presta como pocos a la pirotecnia visual.

Aunque quizá la mayor virtud de esta novela gráfica resida en su humildad. La novela dibuja lo imaginado sin caer en manierismos, sin figuras impostadas. Todo es orgánico, da sensación de haberlo vivido antes. Dicen que los grandes directores son invisibles al ojo, como Spielberg, que no cazas el truco, la mano del director, hasta que ya has pasado de página. Si el Gran Gatsby habla, en último término, de dejarse llevar, Ted Adams y Jorge Coelho se han dejado guiar por el instinto y el instinto les ha dado la razón. Qué suerte tener esto en librerías.

Imágenes | Planeta Cómic

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