Que la AEMPS retire seis cremas solares es buena noticia. Que se lo haya tenido que pedir la OCU es preocupante

El mercado cada vez es más complejo, ¿no es hora de usar la tecnología disponible para ir un paso más allá?

Crema Solar
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La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios ha ordenado el "ha tomado medidas de cese de comercialización y retirada del mercado" de seis protectores solares de distintas marcas por "supuestos incumplimientos en el etiquetado".

En la Unión Europea los protectores solares son productos cosméticos y deben cumplir las garantías sanitarias de la legislación. En ese sentido, la medida parece normal. El problema, no obstante, es que la AEMPS no se ha enterado por controles propios: se lo ha dicho la OCU.

¿Está fallando el sistema de control?

Los protectores de la discordia. En uno de sus estudios periódicos, la Organización de Consumidores y Usuarios llegó a la conclusión de que al menos siete protectores solares estaban incumpliendo el etiquetado. Lo denunciaron a la autoridad competente y la AEMPS (tras "solicitar y analizar la documentación" a las empresas y realizar sus propios análisis) ha retirado del mercado seis de ellos.

Las medidas no han sido iguales para todos. En tres de ellos (uno de Rituals, uno de Vichy y otro de Biotherm), se han retirado por completo porque las empresas no han conseguido aportar la documentación que justificara la categoría de protección "muy alta".

En otros tres (Nivea, Lancaster y Piz Buin), la documentación sí justificaba su calificación, por lo que la AEMPS solo ha retirado solo los lotes dudosos. Y en el último (de ISDIN), la AEMPS no ha tomado medidas porque los datos aportados por la OCU no estaban realizados con el método oficial (e ISDIN ha presentado datos que sí confirmarían sus calificaciones).

¿No estamos controlando bien los cosméticos? Es cierto que, como señala la misma AEMPS, "no se han notificado incidentes por  quemaduras solares relacionados con ninguno de estos productos al  Sistema Español de Cosmetovigilancia". Y es de esperar que, en ese caso, los mecanismos se habría activado de oficio.

Pero es imposible no preguntarse qué hubiera pasado si la OCU no hubiera realizado las investigaciones independientes y, más a más, cuántos productos pueden estar en el mercado indebidamente etiquetados sin que haya ningún regulador que lo controle.

No hay que olvidar que es la misma AEMPS la que tiene "el papel de supervisar el cumplimento de la legislación realizando actividades de control del mercado, tanto a nivel de los productos como de las empresas que los fabrican, distribuyen y  comercializan". ¿Se está haciendo?

¿Cómo supervisamos los cosméticos? En principio, la AEMPS se encarga de autorizar la fabricación o importanción de todos los productos cosméticos que entran en el país. Pero, más allá de eso, su labor parece muy concentrada en revisar la documentación que les envían las empresas, realizar las inspecciones necesarias, seguir reclamaciones y cosmetovigilar.

En condiciones normales, esto parece más que suficiente. Pero, como ocurrió hace unas semanas con la polémica los tomates de Marruecos, cuando surgen casos anómalos la escasez de controles y análisis independientes parece arriesgada.

Ni alarmismo, ni autoindulgencia. No debemos llevarnos a engaño: teniendo en cuenta la enorme complejidad de las cadenas de distribución, venta y aplicación de este tipo de productos, los controles (y los códigos de buenas prácticas) funcionan muy bien. No obstante, esa complejidad no va a dejar de crecer y las interdependencias comerciales con países con normativas mucho más laxas están a la orden del día.

La pregunta sobre si debemos hacer algo más es totalmente pertinente. No hay que olvidar que, la propia AEMPS reconoce que "en los últimos años se ha observado una cierta variabilidad en la aplicación de la norma técnica". La industria de los cosméticos es cada vez más grande, más fuerte y está más presente en la sociedad. Quizás sea el momento de tomárnosla más en serio.

Imagen | Olena Ymeri

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