Las subvenciones de la PAC benefician a los más grandes y contaminantes agricultores. Toca replanteárselo

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La Política Agrícola Común, o PAC, es la mayor partida presupuestaria de la Unión Europea. Con 60.000 millones de euros anuales en subvenciones, se espera que la PAC ayude a los agricultores, garantice el suministro de alimentos de calidad, proteja la biodiversidad, haga frente al cambio climático y anime a los jóvenes a dedicarse a la agricultura.

Es difícil averiguar si la Unión Europea está logrando dichos objetivos debido a la falta de transparencia, a la complejidad de los informes y a una supervisión insuficiente. Sin embargo, el éxito del Pacto Verde Europeo y una recuperación verde del coronavirus depende de que el dinero de estos subsidios sea bien empleado.

En nuestra última investigación hemos encontrado que la PAC no está cumpliendo sus promesas.

A dónde van a parar realmente los subsidios

Analizamos minuciosamente la trayectoria de las ayudas agrícolas desde la burocracia europea hasta el nivel local y relacionamos los pagos con su objetivo previsto en la PAC (como puede ser la mejora de la biodiversidad o la creación de nuevas oportunidades para los jóvenes agricultores) y comparamos a dónde va a parar el dinero en última instancia.

Según nuestro análisis, se destinan por lo menos 24.000 millones de euros anualmente en ayudas en las regiones agrícolas más ricas de la UE con menos puestos de trabajo en agricultura. Mientras tanto, las regiones más pobres y con más empleos relacionados con la agricultura se quedan atrás. Estas ayudas sociales, esencialmente innecesarias, cubrirían con creces los 20.000 millones de euros anuales necesarios para cumplir la estrategia de la UE en materia de biodiversidad o podrían gastarse de forma más eficaz en otros objetivos en las regiones más necesitadas.

Nuestros resultados muestran que el gasto actual está agravando la situación en vez de reducir la desigualdad de ingresos entre los agricultores, puesto que los subsidios se basan simplemente en la superficie de las tierras que los agricultores gestionan y no en sus necesidades. Cuanto más grande sea la granja, mayor será el subsidio recibido.

La manera de asignar estas ayudas no requiere ninguna prueba de los beneficios ambientales: todos reciben la misma ayuda por hectárea de tierra. Como resultado, la propia premisa de la mayoría de las ayudas del presupuesto agrícola tiene fallos graves.

Pero aún más sorprendente fue darnos cuenta de que las ayudas destinadas a apoyar el desarrollo rural en realidad van a parar a las zonas urbanas.

File 20200821 18 A6zw3z Ingresos agrícolas de la UE comparados con las emisiones de gases de efecto invernadero. Autor: Murray Scown.

La PAC no solamente no ayuda a los agricultores más necesitados, sino que nuestro estudio demostró que en realidad subvenciona a las regiones agrícolas más contaminadas y con prácticas agrícolas menos respetuosas con el medio ambiente. Las regiones agrícolas con las mayores emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la producción ganadera intensiva reciben miles de millones de euros cada año sin ninguna obligación de reducir los niveles de contaminación.

En su estado actual, es poco probable que la PAC contribuya a una recuperación "verde" de la pandemia, ni tampoco a lograr objetivos de desarrollo sostenible más generales, tal y como desea la Comisión Europea.

Redefiniendo la PAC

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Los Estados miembros se encuentran detallando los próximos presupuestos de la PAC, pero las propuestas no abordan dichos defectos, sobre todo porque la principal forma de distribución de las ayudas no parece que se vaya a modificar en los nuevos presupuestos. Los defectos podrían abordarse, por ejemplo, eliminando las ayudas por superficie del terreno. Sin embargo, la aplicación de dichos cambios requerirá voluntad política.

Las ayudas a la renta de la PAC deberían basarse en las necesidades de los agricultores, al igual que otras ayudas de asistencia social que se basan en los recursos: los beneficiaros deberían demostrar que necesitan la prestación complementaria según unos criterios determinados, teniendo en cuenta todas sus fuentes de ingresos. De lo contrario, los agricultores solamente deberían ser recompensados según las pruebas de que proporcionan bienes públicos.

Los agricultores de las regiones con altos niveles de contaminación recibirían el apoyo para reducir los niveles de contaminación. También supondría ayudas para los agricultores de las regiones menos fértiles por su prestación de servicios ambientales, como la protección de los pastizales con gran diversidad biológica. Estos cambios mejorarían drásticamente el modelo actual de ayudas que se basa en la cantidad de tierras de cultivo de una persona.

También debería analizarse cómo benefician realmente las subvenciones de la PAC al medio ambiente. Una forma sencilla sería vigilar mediante satélites o fotografías anónimas la extensión de los hábitats de los pastizales en las explotaciones agrícolas, reduciendo las ayudas si dichas zonas se ven reducidas o aumentándolas si las zonas se amplían. Dichas zonas sin explotación y de escaso pastoreo son muy valiosas para la biodiversidad, pero normalmente no estarían protegidas sin los subsidios medioambientales.

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Otra opción sería que la PAC financiara la reducción de la contaminación (como los niveles de nitrógenos en las vías fluviales o las emisiones de gases de efecto invernadero), realizando mediciones de forma contínua con respecto a unos parámetros de referencia.

Los agricultores son los administradores de una gran parte de la superficie de la Unión Europea, así como de sus paisajes culturales, su vida silvestre y sus hábitats naturales. La futura seguridad del suministro de alimentos en Europa dependerá de la manutención de las tierras fértiles y de la biodiversidad.

Pero los subsidios a la agricultura mal empleados están destruyendo el mismo medio ambiente del que depende la agricultura en todo el mundo. Las negociaciones actuales de la PAC deben acatar la desigualdad e imprudencia del gasto de esta enorme parte del presupuesto de la UE para salvaguardar la seguridad alimentaria y el medio ambiente de cara a las futuras generaciones.

Fotos: PXfuel, Susana Vera, Jens Buettner.

Autores: Murray Scown, investigador postdoctoral en Medio Ambiente y Sostenibilidad por la Universidad de Utrecht; Kimberly Nicholas, profesora asociada de Ciencia de la Sostenibilidad por la Universidad de Lund; Mark Brady, profesor asociado de Economía Agrícola y Ambiental por la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

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