Cataluña se está quedando sin playas y con cada temporal el problema se hace más y más grande

Nuestro litoral está lleno de playas que se están convirtiendo en un enorme sumidero de arena, hormigón y dinero

Tossa de Mar
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Con olas de cinco metros en el puerto de Barcelona, vientos de más de 70 km/h y acumulados de precipitaciones que no se veían en meses, las secuelas que ha dejado Nelson en la costa catalana no se olvidarán fácilmente. Y es que, cuando amainó la tormenta, las playas ya no estaban allí.

¿Dónde está la arena? La playa de san Sebastià, en Barcelona, ha desaparecido hasta tal punto que se ven las tuberías de la ciudad. En Gavá ya ni siquiera hay playa: las olas llegan al paseo marítimo y al carril bici. Y, en Badalona, puede verse cómo las estructuras de hormigón que se construyeron para facilitar el acceso a las playas están ahora suspendidas en el aire.

Aunque las partes más afectadas son el litoral central y la costa brava, el problema afecta a toda Cataluña y llega en muy mal momento: si las restricciones por la sequía tenían en pie de guerra a todo el sector turístico catalán, la desaparición de las playas a pocos meses de que empiece la temporada turística los ha puesto al borde de un ataque de nervios.

¿Y ahora qué? Eso se han preguntado los ayuntamientos que han salido en tromba a pedir un acción "una acción rápida del Gobierno central (que es quien tiene la titularidad en materia de costas) para restituir las playas lo antes posible". Sin embargo, la respuesta no está clara.

Es evidente que, a las puertas de unas elecciones catalanas con significación nacional, Costas tendrá todos los incentivos del mundo para solucionar los problemas que ha causado Nelson, pero lo cierto es que lo que ocurre hoy e Cataluña es mucho más que "un imprevisto".

Una potencia turística sin una política de playas. Desde que Gloria arrasara el litoral catalán en 2020, el mar no ha dejado de mostrar las garras. Y la Dirección General de la Costa y el Mar no ha dejado de meter dinero en arreglar paseos marítimos, espigones y otras infraestructuras. Sin ningún éxito.

Porque, como hemos explicado en otras ocasiones, una cosa es saber que el perfil de las playas "cambia constantemente como respuesta a los cambios del transporte  transversal de sedimentos que produce la dinámica marina, especialmente el oleaje". Y otra, muy distinta, es sufrirlo.

Los cambios, muchas veces dramáticos, de los perfiles de las playas han sido una parte consustancial de la evolución geológica del planeta. El problema real es que ahora nos importa. Desde los años 60, las playas se han convertido en verdaderos "yacimientos turísticos" y estamos viendo cómo las infraestructuras que creamos a toda prisa hace medio siglo, ahora se están hundiendo por su propio peso.

No tenemos una visión sistémica. Y eso se traduce en problemas y más problemas. Porque no hay que olvidar que las playas son equilibrios complejos en los que pequeños cambios pueden producir cambios a una escala enorme.

Un ejemplo que me parece especialmente claro del problema está en Valencia. Según un equipo de investigadores del Institut Cavanilles de la Universitat de València, la ampliación del puerto de la ciudad produjo la desaparición de la mitad de las playas de la Albufera. La Albufera es un espacio especialmente protegido. Si esto pasó con ella, podemos imaginar lo que está pasando en resto del país: que no paramos de "tocar" la costa sin pararnos a pensar qué puede pasar después.

La cosa está empezando a cambiar, pero nunca es buen momento. Porque, aunque es cierto que las autoridades empiezan a pensarse mejor las intervenciones costeras. En la misma Cataluña y después de años de temporales,varios municipios del Maresme se han planteado si siguen reconstruyendo los paseos marítimos o los eliminan. Con muchísima polémica, claro.

Porque es fácil frenar la escalada de hormigón, arena y tubos en zonas poco desarrolladas turísticamente. Pero allí donde el turismo (o el comercio internacional) es fuerte, los planes siguen adelante y eso nos devuelve una y otra vez a la casilla de salida.

Imagen | Jorge Franganillo

En Xataka | Un temporal se ha comido una de las playas más icónicas de Andalucía. Es solo el aperitivo

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