La imparable evolución de la tecnología en las últimas décadas y la necesidad de estar permanentemente conectados con nuestro entorno social han impulsado el desarrollo de complejos sistemas de información personal cada vez más potentes y versátiles que se han adaptado con rapidez a casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana.
Una de las ramificaciones más importantes de este magnífico desarrollo tecnológico lo hemos ido observando en la industria de la automoción, en vehículos cada vez más inteligentes y conectados que hoy en día son capaces de realizar tareas propias de la ciencia ficción clásica para mejorar nuestra comodidad y seguridad al volante. Pero no siempre fue así y esta es la historia que han recorrido los sistemas de conectividad y entretenimiento a bordo. ¡Abróchense los cinturones que comienza el viaje!
La radio, nuestra eterna compañera
Conducir un coche de principios del siglo XX durante varias horas para llegar a un destino relativamente cercano probablemente no fuera una experiencia demasiado agradable, debido a las primitivas tecnologías de los primeros vehículos, pero también a la falta de sistemas de información y entretenimiento en la cabina del conductor.
Esto llevó a que tras la popularización de las primeras emisiones radiofónicas en el mundo, los fabricantes se plantearan a finales de 1929 incorporar un sintonizador en el salpicadero de sus vehículos como sistema de ocio personal, pero también como símbolo de distinción de las marcas. Nacía la radio en el coche y con ella crecía la necesidad de mejorar los equipos de sonido integrados, las antenas receptoras, así como los paneles encargados de mostrar la información al usuario.
En poco tiempo pasó de ser un complemento exclusivo al alcance de pocos a un sistema integrado que vendría de serie en la mayor parte de modelos gracias a la invención y aplicación de los transistores en los años 60, pero los usuarios seguían dependiendo de las emisiones radiofónicas y de los gustos musicales de los pinchadiscos.
Era necesario mejorar y dar la posibilidad al conductor de elegir el tipo de música que deseaba oír. ¿Cómo?
Las primeras implementaciones llegaron al mercado de la mano de unos discos similares a los actuales de vinilo que marcas como Chrysler incorporaron en 1955 en sus modelos de gama alta, caracterizados por una baja fidelidad sonora, por no funcionar bien mientras se conducía y con poca capacidad de almacenamiento.
No tuvieron mucho éxito y hubo que esperar hasta mediados de los 60 para que llegaran las cintas con los prodigiosos e incomprendidos reproductores de 8 pistas y posteriormente el clásico casete, que formó un binomio inseparable con los sintonizadores radiofónicos constituyendo el ya nostálgico radiocasete.
Bienvenidos al mundo digital
La calidad de la reproducción musical de los casetes no era demasiado buena, quedando lejos de las expectativas que todo amante de la alta fidelidad tenía. Era necesario un paso más en la evolución de los sistemas de entretenimiento que mejorara la resolución del sonido y la durabilidad de los soportes, había llegado la era de los discos compactos (CD).
Instalados en los coches a partir de 1984, los primeros modelos venían de marcas como Sony, costaban una pequeña (o gran) fortuna y no eran del todo fiables, ya que tuvieron problemas con las vibraciones generadas por el movimiento de los vehículos que hacían saltar las pistas de sonido si se usaban en marcha.
Poco a poco se fueron resolviendo estos inconvenientes y a mediados de los años 90 su instalación de serie o por el propio usuario se volvió común y económica, aunque todavía había un problema: si querías tener tu colección musical en el coche deberías llevar un buen montón de CDs y dejarlos almacenados en el maletero o la guantera, lugares poco ideales para conservar los sustratos plásticos del disco.
Afortunadamente la tecnología estaba aquí para salvarnos otra vez gracias a un nuevo formato de compresión conocido popularmente como MP3. Definido y utilizado por primera vez a finales de los 80, no fue hasta 1995 cuando se empleó la extensión .MP3 de forma habitual para archivos musicales que pronto saltaron del ámbito informático a los reproductores portátiles y directamente a las consolas centrales de los vehículos a partir del año 2000.
Gracias a la música comprimida podíamos tener nuestra colección de discos favorita en un solo CD, memoria portátil, o bien en un pequeño reproductor que conectábamos al coche a través de un cable analógico para aprovechar así los altavoces del vehículo.
Paralelamente a los avances en sistemas de compresión de sonido mejoraron los de vídeo, y a comienzos del siglo XXI empezaron a proliferar los reproductores de DVD a bordo, de la mano de nuevas tecnologías de pantallas LCD que sentarían las bases para los actuales sistemas de información y entretenimiento.
Internet y el teléfono móvil lo cambian todo
Cuando parecía que poco más se podía evolucionar en sistemas de ocio e información para vehículos, a partir del año 2001 asistimos al tremendo auge de los primeros teléfonos móviles digitales, todavía muy primitivos y sin conectividad con Internet, pero esenciales para la comunicación personal dentro del coche. Sin embargo había un serio problema: conducir mientras se hablaba por el móvil era sumamente peligroso.
De ahí que la Ley de tráfico 19/2001 prohibiera en España su utilización al volante y que a partir de 2002 comenzara a surgir todo un nuevo enjambre de dispositivos destinados a facilitar la comunicación sin tener que tocar el teléfono.
Habían nacido los sistemas "manos libres" liderados por marcas como Parrot y que comenzaron a instalarse de serie en coches de gama alta.
Los primeros modelos eran muy simples y sólo servían para hacer y recibir llamadas desde una agenda prefijada en el teléfono. Sin embargo, poco a poco los sistemas se fueron volviendo más complejos e incorporaban funciones cada vez más avanzadas que utilizaban las prestaciones del móvil como una prótesis más del vehículo.
Además, otro gran avance tecnológico estaba también extendiéndose silenciosamente en los vehículos más avanzados, facilitando la navegación asistida, la búsqueda de rutas y los mapas personalizados. El GPS (Global Positioning System) había aterrizado con fuerza en el sector doméstico (recordemos que en principio fue una tecnología militar) y era en el coche donde podía mostrar su verdadero potencial.
Aunque los primeros modelos se remontan a finales de los años 80, no será hasta los años 90 cuando marcas como Travtek o GuideStar mostraban las posibilidades prácticas de los sistemas de navegación asistida y tuvimos que esperar hasta el año 2002-2003 para que los sistemas GPS se popularizasen entre el consumidor medio a través de marcas como Navigon, Magellan, TomTom o Garmin.
Los primeros navegadores iban integrados en el salpicadero, aunque posteriormente aparecieron equipos portátiles que podíamos llevar siempre con nosotros, ayudándonos incluso a realizar rutas a pie y con derivadas evolutivas que nos permitían mejorar la conducción, la seguridad e incluso a aparcar sin esfuerzo. En menos de cinco años el sistema GPS se convirtió en un complemento estrella de cualquier vehículo y como tal no podía quedar al margen de la incesante evolución de Internet: había llegado el momento de conectarlo a la Red.
Gracias a las redes móviles 2,5G y 3G podíamos estar permanentemente conectados y actualizar mapas y aplicaciones para mejorar las funcionalidades de los sistemas de información a bordo. Además, el desarrollo de los smartphones a partir de 2007 y su integración con los sistemas de información del vehículo facilita por primera vez que podamos conectar el coche a la nube, abriendo todo un nuevo mundo de posibilidades en cuanto a procesado y gestión de los datos se refiere.
La conexión e interacción del coche con los teléfonos inteligentes permite no solo incrementar exponencialmente las posibilidades de acceso a contenidos para nuestro ocio personal, sino traernos también nuestras redes sociales, nuestra vida digital a la cabina del conductor, acceder a información avanzada, mapas actualizados en tiempo real, información meteorológica, del tráfico, etc., lo que ha dado lugar a nuevos sistemas de conducción inteligente que nos hacen la vida más cómoda y evitan riesgos en carretera.
Full Link: hacia la hiperconectividad permanente
La primera década del siglo XXI llegó a su fin y el coche ya no era solo un receptáculo externo y anexo al hogar que servía para desplazarnos, se había convertido gracias a la tecnología de comunicación móvil en una parte más de nuestro entorno social manteniéndonos permanentemente conectados gracias a sistemas de información integrados, entre los que podemos destacar el potente Full Link de SEAT.
Full Link resuelve uno de los principales problemas de otros sistemas de información de a bordo: la incompatibilidad entre diferentes plataformas móviles que obliga a usar una determinada marca y modelo de terminal. Se trata de una solución de conectividad total compatible con las tecnologías MirrorLink, Android Auto y Apple CarPlay, permitiéndonos utilizar prácticamente cualquier smartphone del mercado sin problemas.
MirrorLink permite utilizar algunas aplicaciones del teléfono de forma segura a través del sistema de infoentretenimiento del coche, aprovechando el equipo de sonido y las pantallas de mayor tamaño del vehículo y, tal y como afirma Seat, caracterizándose por su sencillez de manejo, versatilidad.
Gracias a la aplicación DriveApp ya no tenemos que desviar la atención de la carretera mientras conducimos, el sistema se encarga de leernos los correos electrónicos y mensajes de Facebook o Twitter permitiéndonos también dictar las respuestas directamente sin tener que teclear ni una sola letra. Podemos personalizar el escritorio, añadir nuestras aplicaciones y gadgets preferidos, acceder a información meteorológica y controlar el reproductor multimedia desde un único lugar.
Pero además de todo esto, con el sistema Full Link Seat pretende mejorar nuestra forma de conducir. Gracias a la función "Challenger" se proponen diferentes retos con los que mejorar el rendimiento del vehículo y con "Live Graphic" y "Route Tracker" es posible grabar rutas preferidas y evaluar la velocidad, las revoluciones por minuto del motor y el consumo de combustible en tiempo real, guardando la información en la aplicación para revisarla posteriormente.
Coche, smartphone y plataformas de información en la nube unidos en un único sistema con el que SEAT ha querido incrementar las posibilidades de ocio del usuario, la seguridad en carretera, la eficiencia y la precisión en los hábitos de conducción.
Lo que nos traerá el futuro
¿Cuál es el siguiente paso lógico en los sistemas de infoentretenimiento para vehículos? Pues convertir definitivamente al coche en un objeto más de la Internet de las cosas, la de miles de millones de objetos conectados entre sí y a Internet compartiendo datos continuamente sobre múltiples aspectos de su funcionamiento. Para ello será fundamental la evolución de las actuales redes móviles 3G y 4G hacia la futura 5G, que será uno de los principales motores de desarrollo de los vehículos conectados y de conducción autónoma.
La clave del nuevo impulso tecnológico que llegará a partir de 2020 la tendremos en las redes móviles de alta velocidad y baja latencia (del orden de 1 ms. frente a los más de 100 ms. actuales) que nos permitirán tener precisión de centímetros en los movimientos de los vehículos utilizando la información de múltiples sensores y cámaras.
El "vehículo 5G" será una extensión más de nuestro escritorio personal. Nos permitirá acceder a toda la información disponible en Internet y en nuestras redes sociales de forma transparente y sin tener que quitar la vista de la carretera, al tiempo que nos informa y evalúa los riesgos del entorno en tiempo real con datos procedentes de otros vehículos y de elementos del mobiliario urbano (farolas, marquesinas, semáforos, etc.) mejorando nuestra seguridad.
También será capaz de analizar la información meteorológica de forma inteligente, conocer la situación precisa del tráfico en cada instante y calcular rutas para que elijamos las más adecuadas en cada momento. Nos propondrá alternativas y modos de conducción para mejorar el consumo, la eficiencia o nuestra comodidad, y todo ello a través de nuevas interfaces avanzadas que entenderán nuestro lenguaje natural de forma cada vez más eficaz.
Será el comienzo de una nueva e interesante era en el mundo del motor, la del copiloto inteligente digital, un asistente avanzado que comprenderá el entorno y nuestras necesidades en cada situación y que se anticipará a situaciones de peligro mucho antes que nosotros.
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