'Her', la necesidad de conectar

'Her', la necesidad de conectar
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Me encanta 'Her'. Creo que es la mejor película sobre amor que habla directamente a una generación desde 'Annie Hall'. Es un hermoso film que explora cuestiones sobre la naturaleza del amor y la conciencia.

Si lo dice Alfonso Cuarón... Al fin, mañana llega a la cartelera española uno de los estrenos más comentados de los últimos meses en todo el mundo, 'Her' (2013), el nuevo trabajo como director de Spike Jonze tras la aplaudida adaptación de 'Donde viven los monstruos' ('Where the Wild Things Are', 2009). Ganadora del Globo de Oro al mejor guion original y nominada a cinco Oscars --incluyendo mejor película--, 'Her' plantea un futuro cercano donde aparece un sistema operativo que promete "satisfacer todas las necesidades del usuario".

Al usuario protagonista lo interpreta el camaleónico Joaquin Phoenix, líder de un reparto en el que encontramos a Chris Pratt, ahora en boca de todos gracias al sorprendente tráiler de 'Guardianes de la Galaxia' ('Guardians of the Galaxy', 2014). Llama la atención que en una película sobre el aislamiento humano y la dificultad para conectar participen cuatro actrices tan bellas como Scarlett Johansson, Amy Adams, Rooney Mara y Olivia Wilde, poderosos reclamos para el público masculino, por si no bastaban la firma del autor y temas tan fascinantes como el futuro de las relaciones sentimentales o las posibilidades de la inteligencia artificial.

¿Amor artificial?

Theodore está solo. Como tantísima gente. No obstante, su caso es especialmente curioso ya que se dedica profesionalmente a redactar mensajes, cartas y postales cargadas de sentimientos. Es capaz de empatizar con sus clientes, comprender la relación entre dos personas --al menos, el ideal de la misma-- y expresar lo que uno siente por el otro de la manera más bonita y emotiva posible. Escribe sobre amar pero es un hombre solitario. Aparentemente, la razón es una reciente ruptura, el final de la relación con la mujer que amaba. Echa de menos estar con ella y no encuentra la forma de superarlo. O de sustituirla, si se quiere ver así.

Ahí es donde entra una cálida voz, la de Samantha (Johansson), un ente artificial consciente de sí mismo, inteligente, que en un principio se relaciona con Theodore de un modo profesional, como una secretaria o una asistente personal a distancia. Tras un simple test previo a la configuración, la entidad es creada con unos parámetros que se ajustan a lo que el protagonista desea para sentirse cómodo. Es, en cierta forma, como si se le permitiera establecer comunicación con su mujer ideal. Una mujer que vive en sus dispositivos electrónicos. ¿El alma del futuro? Conforme Theodore y Samantha pasan tiempo juntos y se van conociendo --ella lee sus e-mails--, la relación se estrecha y se crea un vínculo entre ambos.

Enamorarse es como una forma de locura socialmente aceptable.

De la ¿amistad? comienza a brotar algo que parece una relación sentimental. Se ríen juntos, necesitan hablarse, escucharse antes de dormir, sentir la compañia del otro. De manera natural, involuntaria, Theodore ha encontrado lo que buscaba, alguien con quien compartir la vida. Y surgen las inseguridades, los miedos, los problemas... El más grave: él es un ser humano y ella una "máquina". Superficialmente, solo una voz en su móvil, como una aplicación más. Theodore se reencuentra con su ex en cierto momento del film y ella, al oír que Samantha es su nueva pareja, le dice: "Siempre has querido estar con una mujer sin tener que enfrentarte a nada real, y me alegra que hayas encontrado a alguien".

"Nada real". Ciertamente, la relación no parece real cuando se la compara con la habitual entre dos seres humanos --a menos que vivan distanciados, lo que suele enfriar la relación hasta destruirla--. La mejor amiga de Theodore también ha sufrido un desengaño con una relación seria y entiende la opción de establecer un vínculo con una inteligencia artficial. Al fin y al cabo nos relacionamos con máquinas y robots diariamente. Su perspectiva es diferente: "¿No es vuestra relación real?". 'Her' sería un fracaso si ante esa pregunta, no existiera duda, reflexión. La hay. Jonze logra crear una relación convincente, auténtica entre los personajes de Phoenix y Johansson. Capta la maravilla de amar. Señal inequívoca de que la película es un triunfo.

Y lo es también porque no se queda en terreno fácil. No acude a los extremos, no se conforma, avanza y evoluciona. Una vez que se ha conseguido conectar hay que mantener viva esa conexión. Atender a las necesidades del otro sin descuidar las propias, y cuidar lo que se ha construido en común. Ahí reside el verdadero problema, también para Theodore y Samantha. Las peculiaridades de ella es lo que diferencia al film y genera mayor interés. Samantha puede ver y oír, pensar y hablar, soñar e imaginar, pero no puede oler, saborear o tocar. Carece de cuerpo. Y pronto, ambos sienten la curiosidad y el deseo de sentirse carnalmente, y comunicarse sexualmente.

La imaginación les funciona hasta cierto punto --quizá Jonze se quedó corto con los inventos para provocar placer en el futuro--, y un experimento con una tercera persona fracasa estrepitosamente, lo que les lleva a un conflicto irresoluble. Frustración que tratan de paliar, aunque el rastro quede ahí. Del mismo modo, ella es capaz de procesar información a una velocidad imposible para un ser humano, y su voracidad de conocimiento parece no tener límites. Esto es, ella siente un deseo que Theodore no puede colmar.

Y paro de contar. Por si aún no la habéis visto. Espero haber conseguido que os intereséis por 'Her', una joya, inspirada y divertida, cautivadora visual, emocional e intelectualmente. Habla de nosotros y de nuestro tiempo, de cómo nos relacionamos y qué papel puede jugar la tecnología en ese campo --¿nos distancia o somos nosotros los que nos distanciamos--. Una de las pocas películas que cada año reciben merecidamente la etiqueta de imprescindible. Como imprescindible es la versión original, os dejo el tráiler original y el español para que apreciéis las notables diferencias.

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