El correo electrónico es el servicio online que menos ha evolucionado desde su nacimiento. Antes estaba empatado con la web de Mercadona, pero Juan Roig ganó ese mano a mano. Desde que se envió el primer mail en 1971 apenas ha variado. Nos han dado más espacio, le han conectado multitud de plataformas y hasta nos dejan programar envíos, pero esencialmente sigue siendo lo mismo.
No obstante, en 2006 hubo dos hermanos daneses, Lars y Jens Rasmussen, que se preguntaron “cómo sería el correo electrónico si hubiera sido inventado hoy”. Ese par de hijos del país de las galletas de mantequilla en caja metálica circular y las calles en silencio eran los que habían creado Google Maps tres años antes, así que el propósito era para tomárselo en serio. En mayo de 2009, durante un Google I/O, presentaron al mundo su propuesta. Se llamó Google Wave y aspiraba a dominar la nueva generación de las comunicaciones y la productividad online.
Herramienta tangencial
Aquel ambicioso proyecto salió verde y con ancas. Pese a que trataba de postularse como ese salto generacional para las comunicaciones en Internet, con edición conjunta de documentos en tiempo real, mensajería, llamadas y videollamadas, etc; Google tardó quince meses en anunciar que abandonada el servicio. El motivo, su falta de acogida.
En aquel momento era difícil ver a Google Wave y su barroco diseño —antes de la era del smartphone y el diseño responsive, esto era lo que había— como algo que no fuese un producto fallido, pero su mayor pecado no fue fracasar, sino entender Internet demasiado temprano. Cuando los usuarios todavía no estábamos listos para una propuesta así.
Más de diez años después están triunfando las plataformas de creación y gestión de contenidos con un espíritu muy similar al que tuvo Wave en su momento. Los más destacados pueden ser Notion, AirTable o Coda, que cada uno a su manera se basan en la creación de proyectos y documentos que integran características de procesador de texto, hojas de cálculo, herramientas de gestión y bases de datos.
Tras años en los que las plataformas similares apostaban por creación de contenidos aislados entre ellos, esta nueva ola (en inglés, wave, astuto lector) de plataformas priorizan la gestión y creación grupal. Justo como el experimento fallido de Google.
Sobre Notion, decía mi compañero José García en su momento que es “una navaja suiza”. Una buena síntesis. No tiene una función específica que hace muy bien, como pueden tener Trello para la gestión colectiva de proyectos o Bear para la toma de notas, sino un recorrido bastante más tangencial. Más versátil. Nuevamente, como Wave. Notas, documentos, hojas de cálculo y una suerte de bases de datos: todo a la vez. Lo que permita usarlo hasta para crear wikis o crear listas de tareas enlazadas y asociadas a proyectos concretos. Y además, sus actualizaciones y novedades avanzan a un ritmo espectacular.
La vocación colectiva ha permitido a Notion conseguir una comunidad fuerte de usuarios que comparten allí sus proyectos y hacen a su vez de ganchos para captar a nuevos usuarios. Algo muy similar a lo que pretendía Google Wave con su formato de waves y blips dinámicos.
AirTable lleva más tiempo en el ruedo, pero su impacto va algo más allá. AirTable eleva las bases de datos y hojas de cálculo tradicionales gracias a su capacidad colaborativa en la nube y su múltiples formas de organizar y visualizar la información. No le va mal, ya factura más de 30 millones de dólares al año. Coda es una especie de hermano pequeño de AirTable más enfocado en documentos colaborativos y productividad grupal.
Microsoft y Google por su parte han hecho evolucionar sus productos hacia estos mismos entornos y enfoques, trascendiendo el concepto de “suite ofimática” que dominaban hace unos años.
Aunque haya pasado a la historia como un fracaso, Wave realmente es un precursor
Mientras seguimos esperando a que se desvele la incógnita de quién ganará la carrera por la plataforma de productividad definitiva, como en los noventa la hubo por el editor de texto para las masas, quizás no esté de más recordar a Google Wave como el adelantado a su tiempo que fue. Entendieron a la perfección las posibilidades de productividad y comunicaciones grupales que suponía Internet, pero todavía era demasiado pronto.
Mensajes, conversaciones, wikis, ficheros, mapas, widgets, imágenes, vídeos, tablas... Muchas de sus funciones fueron migrando discretamente a Gmail, otras a Google Docs, otras a Google Drive y otras se transformaron para llegar a las herramientas que cogieron su testigo en un momento más propicio para triunfar. Incluso algunas llegaron a Google+, pero de otras caídas en desgracia ya hablamos otro día.
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