¿Sueñan las mujeres con androides? Así nos atrapan las nuevas voces de la ciencia ficción

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Desde el ‘Blazing World’ de Margaret Cavendish, un minúsculo cuento pletórico de imaginación publicado en 1666 y considerado por muchas voces expertas —junto al ‘Somnium’ de Johannes Kepler y la ‘New Atlantis’ de Francis Bacon— verdadera madrina de la ciencia ficción, hasta las grandes joyas del nuevo siglo, como el ‘Station Eleven’ de Emily St. John Mandel.

La sci fi siempre ha necesitado de la perspectiva femenina. No como adenda, sino como alimento esencial. La ciencia ficción engrosa cuanto más plural es. Y solo hay que observar esta revitalización en los últimos años.

Que nadie se lleve a engaño: cuando una personalidad como Kylie Jenner celebra una fiesta de cumpleaños inspirada en ‘El cuento de la criada’ podemos decir que estamos ante una sonrojante trivialización o ante la constatación definitiva de que cierta literatura ya es pop. Y como Margaret Atwood, Ursula K. Le Guin o Marge Piercy. Sin ellas, la ciencia ficción estaría gravemente coja.

Un muro invisible

Handmaids

Fotograma de 'El cuento de la criada'. HBO España

En cualquier caso, este no va a ser el enésimo artículo reivindicando a los “clásicos”. Habría que definir, en primer lugar, qué es clásico, ¿aquello que se transforma en canon con el paso del tiempo? Entonces debería serlo ‘El muro’ de la austriaca Marlen Haushofer, un prodigio de la literatura post-apocalíptica disfrazada de pastoral crudo y una obra a la que escritores como Cormac McCarthy le deben prácticamente todo.

Un muro invisible, una taxonomía innecesaria que no es tal aunque hay quien se esmera en erigir: las mujeres llevan escribiendo sobre ciencia ficción desde hace siglos, desde que una jovencita de apenas 18 años terminó un borrador para exorcizar la pérdida de su primera hija y un segundo aborto que la sumió en un dolor perenne. Monstruos que sirvieron de génesis para otro de los más míticos: claro, hablamos de Frankenstein.

¿Necesitas más nombres? Apunta: Sabrina Vourvoulias, Malka Older, Lois McMaster Bujold, Ariel Djanikian. Figuras clave en sus distintos afluentes, voces relevantes para la nueva literatura de ciencia ficción que, como reza el lema de la propia Vourvoulias, no dejan que «el futuro sea escrito para ellas» sino que prefieren escribirlo, a través de distopías de retórica perversa o especulativo realista.

En este último bloque podemos encuadrar a Annalee Newitz y su ‘Autonomous’, aplaudida por los mismísimos William Gibson o Kim Stanley Robinson por su perspectiva humanista y sagaz, una de esas novelas fácil de entender y leer pero con suficiente poso para resonar en nuestra memoria varios días después de la lectura. Una lectura que acaba de publicarse en España gracias a Minotauro y que ejemplifica el buen estado de salud de un género también perenne.

Inteligencias artificial + Inteligencia emocional

2000px Autonomous

La californiana Annalee Newitz ya era antes de ‘Autonomous’ una figura relevante en el periodismo tecnológico. Entre ficción y ficción ha cubierto eventos para Popular Science y Wired, ha fundado magazines, ha dedicado más de diez años como analista en cabeceras como io9 —como Chief Editor— y aún hoy trabaja en Ars Technica, uno de los referentes absolutos del medio.

Algo que conecta con el interrogante ¿es necesario ser “científico” para hablar de ciencia? Es evidente que el contacto de Newitz con la tecnología abarca mucho más que un tutorial de Android.

Quizá la clave vaya más allá, en la conexión y la verosimilitud interna del propio relato. Como apunta la periodista y radio host Gina Tost —en calidad de prologuista—, «lo que motiva de leer novelas históricas basadas en hechos reales es cuando la línea entre real y ficción es muy fina. En el que la base de realidad atraviesa punzante la literatura y la fantasía para que termines el relato pensando wow, el autor debió estudiar/investigar mucho para escribir esto. Al final una obra la leen muchos ojos diferentes, y cuando un autor consigue engañar incluso al más veterano para que se cuestione su realidad, es cuando realmente una obra trasciende más allá del “divertimento” para convertirse en una obsesión».

Annalee Newitz propone escenarios donde dilemas universales aterrizan sobre un contexto nuevo, pero que «se nota que conoce, domina y ama». Y el de ‘Autonomous’, nominada al Nebula el año pasado, se está saldando como un éxito prodigioso. La cadena AMC ha comprado los derechos para producir una serie de TV y la autora ya calienta los motores editoriales que publicarán ‘The Future of Another Timeline’ este septiembre y ‘The Terraformers’, su tercera novela, pautada para 2021.

Autonomous’ una pieza de sci-fi especulativa que, como sentencia Gina Tost, «aporta varios puntos de vista diferentes que seguro enamorarán al lector, llena de «personajes no hetero-normativos, muy acorde con los tiempos que vivimos y que cuesta encontrar en la literatura» tradicional. El deleite por lo nuevo parece marcar la pauta a seguir en un género donde cada vez es más difícil presentar ideas innovadoras. «Los lectores que seguimos este tipo de literatura desde hace años sabemos que es difícil sorprendernos».

De hecho, si nos ponemos a buscar “rivales”, una de sus principales "competidoras" es su pareja, Charlie Jane Anders, Premio Locus y Nebula en 2017, parte de una corriente de poderosas firmas en ciencia ficción y fantasía, como Victoria Schwab, de quien ya hablamos extensamente, o Mira Grant, autora de una cuchilla afilada como ‘Parasite’ y con quien comparte ciertos elementos argumentales.

Drogas, mejoras, castigos

Little Brother Illustration By Richard Wilkinson

Autonomous’ también se presenta como una de las cabeceras en una corriente mal transitada, la de la literatura biotecnológica, esa donde conectan mejoras a través de drogas y dependencias que nos recuerdan nuestra fragilidad. Jack, la protagonista del relato, es una especie de Robin Hood dealer que lleva droga barata a los pobres, en mitad de una epidemia de sobredosis letales a una nueva droga que obliga a personas a convertirse en adictas a su trabajo.

La biotecnología, al menos en la literatura, se antoja un peaje ineludible para sobrevivir más allá de lo natural. «Somos seres frágiles que tenemos unas necesidades muy concretas, vivimos en un sitio muy preciso del universo y nos acechan peligros horribles a cada puñetero paso. Que aún estemos vivos es como si nos hubiera tocado una lotería planetaria. Y la biotecnología es una de las formas para alargar nuestra estancia. Una carrera contrarreloj que permite muchos juegos y tramas literarias», señala Gina Tost.

Pero, a cambio de estas optimizaciones, esta evolución hacia el homo deus, aquel que trasciende mediante tecnología, la realidad dicta que hemos perdido cierto sentido de la libertad. Todo está tutelado en esta generación. La sci-fi aborda esto, muchas veces, proponiendo la destrucción de un modelo para renacer sobre otro. ‘Little Brother’ (Cory Doctorow, 2008) se convirtió en un clásico de nicho por esto mismo. ¿Cómo podríamos recuperar aquella vieja libertad individual?

A priori, «todo depende del sujeto», como nos apunta Gina Tost, en cómo aproveche esas herramientas. Pero es en la posibilidad de acceder a ellas y en la segregación que condicione donde encontraremos nuevos desafíos sociales, políticos y culturales. Algo que el magnífico videojuego ‘Deus Ex: Human Revolution’ se esmeraba en llevar más allá de lo especulativo.

«Hay presidentes que parecen monos con una pistola. Cómo utilicen esa arma (y como legislen) definirá el futuro de ese país y su comportamiento. En China es público que los habitantes tienen una especie de “puntuación” que luego se utiliza para acceder a créditos bancarios, puestos de trabajo, viviendas, seguros, etc. En Estados Unidos también existe, pero no es pública. Es información en manos de empresas y Gobierno y que no van a compartir ni sus mecanismos ni sus conclusiones. En un país es abierto y, en el otro, completamente secreto. ¿Quién aplica mejor este sistema?».

Una biblioteca por construir

Siempre nos quedará la bendita ciencia ficción. Un escenario por construir y sobre el que aprender. Si nos quedamos en lo estrictamente literario, el esfuerzo de Minotauro por traer algunas de las mejores firmas en ciencia ficción y fantasía cumple una doble función: descubrimos firmas que, de otra forma, pasarían fuera del radar. Por otro lado, nos ayuda a seguir tirando del hilo y encontrar nuevos autores de cabecera.

Autores que ya no tienen por qué ser señores ataviados con jersei de punto y pantalón de pana. Cada vez es más frecuente encontrar en Reddit o Twitter bibliotecas conformadas únicamente por firmas femeninas. Bibliotecas que nos descubren los vacíos y el desconocimiento que se puede tener del género cuando cambiamos, valga la redundancia, de género.

Tierra Fragmentada

Foto de N.K. Jemisin recogiendo su tercer Premio Hugo por 'El cielo de piedra', tercera entrega de su trilogía de la Tierra Fragmentada

«De los 34 autores que han sido nombrados “Gran Maestro” por la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción de Estados Unidos, solo 6 han sido mujeres. Hay algo raro ahí», señala Gina Tost. «Como si los baremos convencionales no valieran para nosotras. No me gusta hablar de cuotas, pero es preocupante que en algunos espacios vitales a las mujeres ni se las huela.

Internet ha hecho su parte, qué duda cabe. Muchas de las figuras más relevantes en la actualidad empezaron como blogueras, algunas aún no han salido de Medium. Nnedi Okorafor escribía relatos infantiles por puro hobby.

N.K. Jemisin era una freak del manga y el anime que decidió dar el “paso” y empezar a escribir sus propias historias. Historias que han hecho historia. «Es fascinante que N.K. Jemisin haya ganado 3 premios Hugo de manera consecutiva. ¡You Go Girl! Una declaración de intenciones brutal. Creo que hay algo que está cambiando en la ciencia ficción, y mientras este cambio sea integrador, progresista y reivindicativo, será un cambio estupendo», recuerda Gina Tost.

El ecosistema tech es un perfecto espacio de pruebas para teorizar sobre androginia, el despertar sexual entre robots o la anulación de arquetipos y prejuicios a través del mundo cyborg. ‘Autonomous’ es un fenomenal ejemplo de este hecho y una viga maestra en el andamiaje presente sobre el que construimos las bibliotecas del futuro.

Imagen de cabecera | Fotograma de 'Metropolis' (Fritz Lang, 1927)

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