El burnout ha desbordado el mundo laboral y su próxima gran víctima está clara: las relaciones de pareja

Pensábamos que afectaba a un 10% de la población de Europa. Ahora sabemos que no estábamos mirándolo bien

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"El 85% de la fuerza laboral mundial siente que su bienestar ha disminuido en los últimos años". Esas eran las conclusiones de Jennifer Moss, una de las divulgadoras más conocidas sobre los problemas relacionados con el burnout, y a poco que uno investiga cómo se ha ido desenvolviendo el mundo después de la pandemia solo puede darle la razón: el mundo se está quemando.

Lo que quizás nadie esperaba es que empezáramos a ver ese burnout dentro de las parejas.

Pero... un momento ¿Qué es exactamente el burnout? La OMS lo define como “un estrés crónico en el lugar de trabajo que no  se ha manejado con éxito y que se caracteriza por sentimientos de  agotamiento o poca energía, negatividad con respecto al empleo y reducción de la productividad laboral”. Parece algo indefinido, pero con el paso de las décadas nos hemos dado cuenta de que tiene importantes consecuencias: tanto físicas como psicológicas.

Según el Observatorio de Riesgos Psicosociales de la Unión General de Trabajadores (UGT), hablamos de cosas como el desgaste emocional (decaimiento constante, irascibilidad), el insomnio, la ansiedad (inquietud, excitación, inseguridad o todas ellas), los problemas intestinales, los musculoesqueléticos, el mayor consumo de alcohol u otras sustancias estupefacientes y, por supuesto, la baja autoestima.

¿Y si no es solo cosa del trabajo? Desde hace años, los investigadores sospechaban que se podía estirar la metáfora del quemado sin demasiado problema: si echaba a arder nuestra "vida laboral", era muy fácil que ese incendio se extendiera por el resto de la vida. Sobre todo, si el resto de la vida estaba lleno de situaciones "combustibles".

Sin embargo, no teníamos demasiada evidencia empírica sobre el tema. Por eso, unos investigadores israelíes se pusieron manos a la obra. Identificaron (y estudiaron) numerosas parejas tanto en Israel como en Estados Unidos. De hecho, como se puede ver en el artículo que han publicado en Social Psychology Quarterly, diseñaron incluso un cuestionario sobre el tema.

Un incendio que lo devora todo. Los resultados confirmaron la idea inicial. Descubrieron que efectivamente, "aunque el burnout se entiende comúnmente como una experiencia relacionada con el trabajo, [...] el agotamiento que estamos acostumbrados a sentir después de un largo y estresante día de  trabajo también se puede sentir cuando nos desconectamos o nos separamos de nuestra pareja".

Esto es más interesante de lo que parece. Hasta ahora, tendíamos a pensar en el "síndrome del quemado" como algo unidimensional, algo limitado a una faceta muy concreta de la vida. Sin embargo, en el momento en el que burnout desborda el mundo laboral, hay muchas implicaciones que tener en cuenta.

Una enfermedad... contagiosa. Esta es una de las conclusiones más preocupantes. No solo es que ambos tipos de burnout (el laboral y el sentimental) puedan interaccionar entre sí y retroalimentarse; es que, dando un pasito más allá, los investigadores han descubierto que el burnout puede pasar de una pareja a la otra.

Es decir, si una pareja experimenta este tipo de estrés (ya sea en el trabajo o en la pareja), la probabilidad de que la otra pareja lo desarrolle aumenta. Y mucho. No es algo que debiera sorprendernos, claro: ya sabíamos que el burnout "es contagioso" entre compañeros de trabajo. ¿Cómo no iba a serlo en la pareja?

Una de las enfermedades de nuestro tiempo. Conforme van pasando los ñaos, se hace evidente que el "estar quemado" es uno de los rasgos de nuestro tiempo. Hasta ahora, creíamos que las tasas de prevalencia superaban el 10 % en Europa y llegaban al 17 % en otros continentes. El problema es que solo estábamos mirando en el trabajo.

Ahora las preguntas se acumulan. Hace unos años Kate Julian señalaba que, pese a vivir en las sociedades más tolerantes con el sexo de la historia del Humanidad, los jóvenes viven en medio de una fuerte recesión sexual. Y es cierto, los jóvenes tienen menos sexo y a edades más tardías que las generaciones anteriores... ¿Puede deberse esto a unas formas sociales "problemáticas" de relacionarse? ¿A unos modelos relacionales que permiten el desarrollo del burnout del que hoy hablamos y muchas otras cosas más?

Está por ver. Pero este estudio abre una buena cantidad de "vías de agua" a lo que solíamos pensar sobre el burnout. Toca buscar un enfoque más amplio para dar cuenta de uno de los problemas de nuestro tiempo.

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Imagen | Andrik Langfield

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