Mi experiencia usando un monitor 3:2 de 28 pulgadas: estaban limitados a portátiles, pero tienen sentido en diagonales grandes

Hace dos años contaba mi compañero Javier Pastor cómo algunos portátiles empezaban a llegar con pantallas 3:2 en lugar de las panorámicas tradicionales, 16:9 o 16:10. Simplemente pantallas algo más cuadradas y menos rectangulares, al estilo de los monitores 4:3 de hace unas décadas, pero sin llegar a ese extremo.

Los monitores panorámicos han tenido sentido especialmente a la hora jugar o de ver vídeos, y de esa forma evitar las bandas negras. Los que son algo más cuadrados, como los 3:2, tenían en su llegada a los portátiles el argumento de permitirnos maximizar la atención sobre una sola ventana, sobre una sola tarea, ya que ganan en torno a un 20% de pantalla y nos dejan ver más información sin tener que ir haciendo scroll. Varios Chromebook abrazaron este formato, y tenía todo el sentido que lo hicieran: en un sistema operativo basado en el navegador web, ganar espacio vertical mejoraba mucho la experiencia.

La cuestión es que, aunque ha costado, hemos empezado a ver monitores externos con esta proporción. Y uno, que trabaja desde casa, siente curiosidad por todo lo que prometa una productividad mayor y ya tenía un monitor más que amortizado, dijo… “probemos”.

Más celdas de Excel, más líneas de código, más contenido en la web…

El modelo elegido fue el Huawei MateView de 28”, uno de los monitores que presentó Huawei antes del verano, quizás sabedores de que con su negocio de smartphones más que comprometido, pivotar y abrirse a nuevas líneas de negocio suena a buena idea.

Más allá de su buen diseño, su más que razonable cantidad de puertos o el detalle de incluir un altavoz en su peana, el protagonista de este monitor es ese 20% extra de pantalla. La resolución 4K tiene 2160 líneas horizontales. Este monitor llega hasta las 2560. 400 más gracias a esa porporción de aspecto 3:2.

¿En qué se traducen estas 400 líneas extras? Según el uso que le demos…

  • En más celdas de Excel localizables y editables sin tener que hacer scroll
  • En más espacio para la edición de imágenes o vídeo
  • En más texto
  • En más líneas de código
  • Y por qué no decirlo, en un timeline de Twitter mucho más largo

Un ejemplo visual con celdas de una hoja de cálculo. El espacio negro es el que se pierde al volver a un monitor panorámico:

Las primeras horas e incluso quizás los primeros días con este monitor fueron extrañas, sintiendo que mi mirada tenía que ir ya no solo a los lados, sino también bastante más hacia arriba y hacia abajo de lo que era habitual. Como volver a los noventa con los monitores 4:3… pero a lo grande.

Para cualquier uso profesional que no se limite a ver vídeos o jugar, un monitor 3:2 es genial: permite ganar contenido en pantalla

Con el paso de los días me fui acostumbrando a esa nueva sensación y a no mirar por mirar, sino simplemente aprovechar ese espacio extra en las circunstancias donde venga bien. Me acostumbré a que el espacio adicional no tiene que ser utilizado siempre, sino cuando lo necesitemos. Y así dejé de tener dos ventanas de Safari abiertas por defecto ocupando todo el alto de la pantalla.

En esos días, por ejemplo, tuve que sacar un artículo para Applesfera en el que hice uso de una hoja de cálculo en la que agradecí poder abarcar todas las celdas de un solo vistazo sin tener que andar haciendo scroll para llevar datos de unas a otras.

Solo en una ocasión pensé que este monitor, con esta proporción de aspecto, no es ideal: al jugar en él. Bandas negras, claro. Un elemento que empaña experiencias pero que aquí es obligatorio. Únicamente para jugar y para ver series o películas (algo que nunca hago con el ordenador, si acaso solo en modo portátil) desaconsejaría un monitor 3:2. Los monitores gaming no se parecen mucho a este.

Para el resto de usos del día a día, para el entorno laboral, he aprendido a recurrir a ese espacio extra en los momentos en que sea conveniente, y no a hacerlo siempre solo porque tengo la posibilidad. Dejar de hacer algo simplemente porque podemos y pasar a aprovecharlo únicamente cuando tiene sentido suele ser una idea genial aplicable a cualquier entorno digital.

Si algo me queda claro tras más de un mes con un monitor así es que 16:10 todavía me parece una proporción aceptable para una pantalla de ordenador, pero los 16:9 dejaron de tener sentido. Una de 3:2 es conveniente para casi cualquier tipo de trabajo. Una tan panorámica, solo para el visionado de vídeo y poco más. Si quieres hacer un pequeño ensayo sobre cómo afectaría un monitor así a tu trabajo, simplemente elimina un 17% de espacio útil aproximadamente en tu monitor actual con la interfaz más reducida y luego compara con su ampliación. Otra cuestión es que a alguien le apetezca ganar mucho espacio horizontal para acumular ventanas. En esos casos, nada mejor que un monitor ultrapanorámico.

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