El urbanismo táctico funciona. Y España tiene uno de los mejores ejemplos en una ciudad inesperada

El 14 de marzo de 2020 fue un día de inflexión en España. Al menos para algunas ciudades. Se publicaba el Real Decreto por el que se declaraba el Estado de Alarma y se obligaba a los ciudadanos a permanecer en sus casas. Mes y medio después, la vida fue volviendo a las calles. Poco a poco. Tocaba reinventarse.

Era el momento del urbanismo táctico. Con horarios para salir a dar una vuelta por las calles más cercanas y con la inmensa mayoría de los vehículos parados, las ciudades se lanzaron a abrir vías peatonales para asimilar a toda esa gente que necesitaba estirar las piernas. Dos años después, poco queda de aquellos cambios. ¿Seguro?

Un pequeña localidad resiste. Es Logroño, a la que la pandemia de coronavirus también cambió su forma de moverse. Dos años después de que se empezaran a implementar los primeros cambios, la ciudad es otra. Ha puesto en marcha un proyecto para priorizar los paseos, la bicicleta y el uso del transporte público. Y ha sido galardonada por ello.

Logroño, una ciudad flexible

La gran virtud del urbanismo táctico es que, con muy poco dinero, se pueden realizar grandes cambios. Un buen ejemplo es cómo en Estados Unidos han logrado reducir los atropellos con una actuación muy sencilla: pintar el asfalto. Algo parecido hicieron en la Piazza Aperte de Milán. Un poco de pintura, unas jardineras y ahora los niños tienen un espacio para jugar, el tráfico se ha pacificado y el flujo de vehículos reordenado.

En 2020, Logroño optó por soluciones parecidas. Aprovechando que las bases estaban asentadas con un proyecto de 2013 que no había llegado a realizarse, se impulsó el proyecto Calles Abiertas. Empezaron tomando medidas para ampliar los espacios peatonales y reducir el riesgo de contagio pero, dos años después, es la hoja de ruta del municipio, que ha ganado espacio al coche para devolverlo a los peatones y entregar una parte a las bicicletas.

En las primeras fases de la desescalada, el ayuntamiento logroñés tomó la rápida decisión de ganar un carril del asfalto para los peatones. Ahí comenzó la transformación.

Peatonalizar calles y categorizarlas como residenciales fueron los siguientes pasos. Aquí, el peatón tiene prioridad, el coche ha perdido espacio y está obligado a circular a menos de 20 km/h. ¿Cómo se ha conseguido? Tan sencillo como pintar el asfalto, instalar estratégicamente unas jardineras y poner al servicio de los vecinos unos bancos para descansar.

Poco después llegaron los cambios más ambiciosos. El Área pacificada del barrio Madre de Dios es un ejemplo de reordenación del tráfico, de cómo los vecinos han recuperado espacio y cómo con un poco de pintura y unos bolardos se ha creado una plaza donde antes no existía. Además, se mejora el flujo peatonal y se prioriza este tipo de trayectos en una ciudad pequeña y accesible andando.

De hecho, el fomento del paseo como forma de moverse por la ciudad ha terminado por crear un Metrominuto. Como sucede en Pontevedra, la ciudad cuenta con su propio entramado de caminos peatonales a modo de líneas de metro. Un cartel muestra cuánto se tarda de un lugar a otro. A 5 km/h, es posible atravesar Logroño en unos 60 minutos.

Y funciona

Lo mejor del urbanismo táctico es que, de contar con nuevas necesidades o de probar experimentos que, más tarde, se comprueba que no son los adecuados, es muy sencillo volver atrás y desandar el camino pensado.

De momento, el sistema parece funcionar. Logroño ha recibido una dotación de seis millones de euros para seguir adelante con su proyecto de Calles Abiertas que, además, ganó el Primer Premio Nacional de Movilidad (2021) que entregan el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, la Fundación CONAMA y la Real Academia de Ingeniería.

Para incentivar esta forma de moverse y que los nuevos vecinos de la ciudad mantengan una movilidad activa y menos contaminante, la ciudad también está llevando a cabo pequeñas transformaciones en los accesos de los colegios, con el objetivo de facilitar la llegada de los estudiantes a pie o en bicicleta. Incluso, se ha llegado a cortar el tráfico en algunas calles aledañas.

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Foto | Concejalía de Desarrollo Urbano Sostenible de Logroño

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