Esta calculadora se lanzó hace 45 años y ha sido modificada para tener carga inalámbrica y volver a funcionar como el primer día

Entre 1975 y 1978 Hewlett-Packard (o HP, como queramos llamarla) lanzó al mercado la HP-25, una calculadora científica y enfocada a la ingeniería. Tenía una pantalla LED roja de diez dígitos, funciones muy especializadas para la época, una batería de níquel-cadmio y un precio de 195 dólares que, ajustados a día de hoy, serían unos 1.009 dólares. Una calculadora vetusta, descataloga y que ahora vuelve a la vida gracias a la comunidad maker.

Y es que Jan Rytcher, fundador de PartsBox, ha conseguido volver a hacer funcionar una de estas calculadoras. Y no lo ha hecho cambiando las pilas sin más (algo que no es tan viable como parece), sino que lo ha hecho con impresión 3D, un poquito de ingenio y diseñando un paquete de baterías recargables de Li-Po con carga inalámbrica Qi/WPC y recarga vía microUSB.

De baterías NiCd a baterías Li-Po con carga inalámbrica

Según explica Rytcher en su publicación, el paquete de baterías original incluía dos celdas de NiCd selladas que fallaron hace años. Cambiar las pilas no era tan sencillo como parecía, ya que las baterías más nuevas "eran un poco más grandes y nunca encajaban bien". Por otro lado, el circuito de carga era "terrible": constaba de un diodo y una resistencia, por lo que si las celdas no hacían el contacto adecuado o se conectaba el cargador (que realmente era un transformador) sin las pilas dentro, la calculadora podría freírse.

Así pues, Rytcher se puso manos a la obra. La idea era reemplazar la batería original por una de Li-Po, añadir carga inalámbrica WPC / Qi y un conector microUSB y conseguir un indicador de batería baja, todo ello sin hacerle modificaciones a la calculadora en sí. Para ello, diseño la carcasa del paquete de baterías para imprimirla en 3D, metió las baterías de 2,5V y 900 mAh, usó un controlador TPS62740 de Texas Instrument y un bq51050B (también de TI) y una bobina de Wuerth Elektronik para la carga inalámbrica.

Todo ello se conectó a la placa, que también cuenta con un puerto microUSB para cargar por cable, un controlador de carga MCP73832, un par MOSFET que actúa como interruptor para la alimentación USB, algunas protecciones contra descargas electroestáticas y un termistor para monitorizar la temperatura de la batería. Finalmente, se las ingenió para conseguir que los LEDs de la pantalla (en concreto, los puntos decimales) se encendiesen cuando la batería estaba baja.

Y así es como una calculadora HP-25, 45 años después, ha vuelto a estar completamente operativa. Según las pruebas de Rytcher, las baterías son suficientes para ofrecer 10 horas de uso continuo y tienen la ventaja de que se pueden recargar tanto por microUSB como de forma inalámbrica, algo en 1975 era casi impensable. No olvidemos que el primer smartphone en tener carga inalámbrica fue la Palm Pre, que se lanzó allá por 2009.

Vía | PartsBox

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