Traducción procés-español del documento acordado por Pedro Sánchez y Quim Torra tras su reunión

Y se produjo. El primer encuentro institucional entre el Presidente de la Generalitat y el Presidente del Gobierno tras los acontecimientos del pasado otoño se celebró anoche en Barcelona. La reunión estuvo plagada de polémica y crispación: hoy casi todos los periódicos conservadores acusan a Sánchez de "claudicar" ante la amenaza independentistas, mientras la CUP llama "traidor" a Torra. Son palabras gruesas, que ilustran lo relevante del evento.

¿Por qué? En gran medida porque supone el primer paso hacia un deshielo aún incierto en el horizonte. La reunión manifiesta el interés del gobierno socialista por aplicar una estrategia distinta a la de Mariano Rajoy en Cataluña, y también su necesidad de aprobar los presupuestos en el Congreso, reto para el que necesita el apoyo de los partidos independentistas. También un cambio de rumbo en la política de JxC: ¿fin a un año de insurrección institucional?

Es difícil decirlo, dado que el encuentro tuvo un carácter preliminar y tentativo. El Govern solicitó una cumbre que imitara la parafernalia de los encuentros entre jefes de estado. El Gobierno se negó, pero pactó una vía intermedia de valor simbólico para la Generalitat: mientras Sánchez y Torra se reunían en privado (como presidente del gobierno y de una autonomía), sus ministros y consejeros lo hacían en una sala contigua.

En todo caso, las distancias siguen siendo siderales, como manifiestan las palabras de Elsa Artadi, consejera de Presidencia de Torra, cuando llamó a "desfranquizar" la sociedad española (signifique esto lo que signifique). El deshielo tan sólo es un diminuto rayo de sol sobre un iceberg gigantesco. Ese halo de luz se sintetizó en un documento que recupera el lenguaje críptico y genérico del procesismo, y que puede significar una cosa y la otra al mismo tiempo.

Una breve traducción.

"Tras la reunión celebrada hoy entre el Presidente del Gobierno de España y el President de la Generalitat de Catalunya"

Minipunto para Sánchez. La elección de la primera frase del documento revela cómo la Generalitat se ha plegado al orden institucional y constitucional tras la fantasmagórica declaración de independencia del pasado otoño. Ya no hay "República de Catalunya" ni ninguna otra fórmula que revela el carácter de "estado" del president. Torra es presidente de la "Generalitat de Catalunya", punto, sin mayores adornos. Hoy por hoy, de una comunidad autónoma.

"Coinciden en la existencia de un conflicto sobre el futuro de Cataluña"

Minipunto para Torra. Por primera vez durante los últimos cinco años, el presidente del gobierno española admite la existencia de un "conflicto" político en Cataluña. La estrategia del ejecutivo popular había sido la opuesta: minimizar o negar el choque de prioridades sobre "el futuro" de Cataluña (status quo innegociable, punto) y resumirlo a un ejercicio de revolución (o "golpe de estado") de los partidos independentistas. Una revuelta a sofocar.`

El reconocimiento representa la base sobre lo que negociar. Si no hay "conflicto" sobre el futuro de Cataluña no hay motivos para dialogar nada, reflexionó Rajoy. Sánchez ha elegido otro camino, abriendo la puerta a una hipotética resolución.

"[Apuestan] por un diálogo efectivo que vehicule una propuesta política que cuente con un amplio apoyo en la sociedad catalana"

Tablas. En esencia, Torra y Sánchez acuerdan estar en desacuerdo ("agree to disagree") sobre cómo resolver el "conflicto" sobre el futuro de Cataluña. Meritxell Batet dejó claro que la "propuesta política" que debe resolver el impás no pasa por un referéndum. Torra y su equipo no pudieron arrancar a Sánchez nada siquiera remotamente parecido. Las palabras son en su mayor parte vacías, pero ejemplifican la necesidad de avanzar hacia adelante.

¿Cómo? Para el gobierno, es probable que el "amplio apoyo" de la sociedad catalana se manifieste de otro modo (mediante una propuesta de reforma constitucional refrendada por los partidos del Parlament y del resto del estado, o meramente a través de las elecciones, cuya aritmética ya conocemos); para el independentismo, la consulta sigue siendo el punto de partida básico. El reto lo tienen aquí: encontrar un punto medio hoy inexistente.

"Deben seguir potenciándose los espacios de diálogo que permitan atender las necesidades de la sociedad"

O dicho de otro modo: "No tenemos muy claro cómo vamos a resolver este entuerto pero tenemos claro que lo que ha sucedido durante el último año no beneficia a nadie". Es el pequeño anticipo de lo que está por venir: un largo, tortuoso, en ocasiones infructuoso diálogo hacia una salida negociada al "conflicto" reconocido en la primera frase del documento. Torra y Sánchez no saben cómo arreglarlo, pero sí saben que tienen que hablarlo.

"Avanzar en una respuesta democrática a las demandas de la ciudadanía de Cataluña, en el marco de la seguridad jurídica"

Tablas de nuevo. Una de cal y otra de arena. Torra consigue colar "las demandas" de la ciudadanía de Cataluña, sintetizadas por el independentismo en la voluntad mayoritaria (según algunas encuestas) de celebrar un referéndum por la independencia, y también la "respuesta democrática". Si algo define al procés es la mutación de "democracia" en significante de "independencia". "Democrática" y "demanda" en la misma frase es puro procesismo.

¿Dónde gana Sánchez? En lo que viene justo después: "en el marco de la seguridad jurídica". Llanamente, ateniéndose a lo reglado por el marco institucional del estado. Es decir, de la Constitución. El gobierno se puede agarrar a estas siete palabras para romper las negociaciones si la Generalitat decide tomar el camino subversivo del último año, pasando por encima de la ley (la suya propia) y de las instituciones.

Pase lo que pase, debe caber en la CE. Es aquí donde Sánchez aspira a agarrar el "futuro político" de Cataluña por el mango. La CE se negocia también en el resto de España, no sólo en Cataluña. ¿Fin de la unilateralidad?

"La vía del diálogo requerirá del esfuerzo de todas las instituciones, de los actores políticos y de la ciudadanía"

Con el añadido: "Ambos gobiernos se comprometen a trabajar para hacerlo posible". Es un redondeo a todo lo anterior, y probablemente las palabras más francas y de significado más explícito de todo el texto. El "agree to disagree" que parece haber marcado toda la reunión. Nótese que el llamamiento no es exclusivo a las "instituciones" y la "ciudadanía" de Cataluña. La frase es abierta, por lo que cabe cualquier cosa en ella. Incluida España.

Son pequeñas pistas, muy pequeñas e insuficientes para asegurar el éxito de las negociaciones, que aventuran un nuevo camino en el larguísimo procés. Uno donde la unilateralidad del último año quizá quede de lado (tras su estrepitoso fracaso), y donde el gobierno de España, por primera vez, se ofrece a hablar de cosas. Cosas aún por definir.

Imagen: Joan Valls/GTRES

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