La polarización salarial de España: las desigualdades se han disparado en los últimos quince años

Tras una de las peores crisis en la historia del capitalismo, España afrontaba un reto mayúsculo: reducir su astronómica tasa de desempleo y reactivar su economía. Durante los últimos cuatro años lo ha logrado con éxito. El país redujo su volumen de paro y creció a un ritmo destacable de forma regular. Sin embargo, gran parte de su triunfo ha tenido un carácter precario. En determinados momentos, ocho de cada diez nuevos empleos fueron temporales. Los sueldos se estancaron.

En el camino, España ha creado un nuevo mercado laboral, uno más desigual.

El informe. Lo atestigua un estudio laboral elaborado por la Comisión Europea y publicado durante los últimos compases de 2019. En el trabajo se compara la situación laboral de nueve estados miembros entre 2002 y 2017. Quince años de evolución en los que se analiza hasta qué punto los trabajos cualificados, medios y no cualificados han ido al alza en cada una de las regiones que conforman sus casos de estudio (en relación a la media europea).

Cómo han crecido los sueldos altos (morado), medios (azul) y bajos (verde) en relación a la media europea (y medido en miles). Exceptuando Madrid, donde la ganancia absoluta de buenos sueldos frente a medios y bajos es clara, en las demás la calidad del empleo o se ha sostenido o ha caído. En el sur la predominancia de salarios es preocupante y significativa de lo precario de la recuperación.

Resultados. El caso de España es paradigmático, porque apuntala una tendencia ya conocida entre políticos y economistas: la desigualdad (laboral, salarial, social) ha crecido. Muy pocas comunidades cuentan con un crecimiento neto de salarios medios por encima de los altos o los bajos (sólo en Comunidad Valenciana, Aragón y País Vasco se da el caso). En el resto, la predominancia es o de trabajos muy bien pagados o empleos de escasa calidad y mala remuneración.

Los extremos. Por magnitud poblacional, las tres comunidades que marcan tendencia son Madrid, Cataluña y Andalucía. En las dos primeras casos hay ganancia de salarios altos. En la capital los sueldos medios se han hundido, en beneficio astronómico de rentas muy elevadas. Es la gran ganadora del modelo territorial. En Cataluña los salarios medios se han sostenido, pero se han visto superados por los altos y especialmente por los bajos. Y en Andalucía la gráfica es terrible: la gran mayoría de los nuevos empleos ofrecen sueldos muy bajos.

Lo general. El lienzo que se dibuja de España, en relación a la media europea, es pesimista. Sólo las comunidades prósperas del norte han logrado aumentar su porcentaje de buenos sueldos en detrimento de los bajos (Euskadi, Navarra, La Rioja, Aragón y Galicia). Madrid ha generado enormes puestos muy bien pagados, pero también mal pagados. Y en todas las demás el porcentaje de empleos precarios ha crecido, muy en especial en el sur (Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha).

En general, la calidad del empleo en España ha empeorado. Y se ha polarizado entre regiones, contribuyendo a una mayor desigualdad.

En Europa. ¿Es un caso aislado? No, es un ejemplo extremo. Se trata de la paradoja de la Unión Europea: durante los últimos veinte años ha conseguido que la desigualdad entre estados miembros se reduzca (gracias al crecimiento de países como Polonia, República Checa o Eslovaquia, entre otros), al tiempo que la desigualdad interna entre los estados se ha disparado. Las capitales y los centros urbanos están prosperando como nunca antes. Pero su periferia y las regiones rurales están entrando en un estancamiento muy peligroso.

Como hemos visto en Reino Unido y en Alemania, además de como atestiguan algunos estudios, es una inquietante receta para el extremismo político.

Imagen: Borja B Hojas/GTRES

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