Japón se está preparando para posibles ataques de Corea del Norte con loquísimos ejercicios simulados

Desde que Kim Jong-Un accediera al poder absoluto en Corea del Norte, el pequeño país comunista se ha convertido en el vecino un tanto insoportable al que todo el vecindario tiene manía. Es normal, por otro lado: las pruebas militares, los lanzamientos de misiles y los tests nucleares del país se han, err, disparado desde entonces.

La naturaleza paranoica e inestable de Kim ha provocado que tanto China como Corea del Sur le observen o con cierta sospecha o con abierto pánico. Pero en la peculiar comunidad vecinal de Asia Oriental hay un vecino que ha optado por prevenir antes que curar, y no es otro que Japón, cuya identidad y existencia contemporánea es fruto directo de uno de los mayores traumas bélicos de toda la historia.

La cercanía geográfica de Corea del Norte y Japón ha provocado que numerosas ciudades hayan activado procolos de simulación. Ejercicios en los que toda la urbe, o partes de ella, tienen la oportunidad de participar para prevenir posibles ataques balísticos de La Mejor Corea. La idea es minimizar daños a través de tácticas elementales (como buscar un buen refugio o agacharse) que reduzcan el impacto del misil.

No es que Corea del Norte tenga especial interés en atacar Japón. Podría tener especial interés en atacar a cualquier país del mundo, pero no es el caso. Japón simplemente está cerca, y la precisión norcoreana no cotiza al alza, por lo que aun por mero error de cálculo una de las muchas y muy pobladas ciudades septentrionales de Japón podrían verse afectadas.

De modo que desde enero el país ha iniciado fantásticos y loquísimos ejercicios simulados que se han compartido de forma entusiasta por YouTube. En Kotatu explican que la primera prefectura en activarlos fue la de Akita, la más cercana a la península de Corea, pero que desde entonces se han ido extendiendo.

Los japoneses los han tomado con cierta diligencia, como por otro lado cabría esperar de tan fascinante nación. Dada su peculiar geografía, Japón es un país extremadamente proclive a los terremotos y a los incendios, lo que ha generado una extensa y experimentada cultura de "hinan kunren", ensayos de catástrofes, ejercicios de simulación que buscan prever el peor de los escenarios posibles.

Comunidades vecinales, centros sanitarios, escuelas, los hinan kunren son bastante habituales en Japón, pero casi nunca en un contexto militar.

Ahora las cosas han cambiado. La progresiva militarización china y sus agresivas políticas exteriores, la inusual actividad militar de Corea del Norte y un floreciente renacimiento nacionalista japonés han colocado al país en el centro de un potencial terremoto geopolítico. Y dada la muy vívida memoria de la Segunda Guerra Mundial, era natural que Japón utilizara sus aprendizajes simulados para prevenir posibles bombardeos.

Las imágenes son alucinantes. Centenares de personas huyendo de edificios públicos o privados al golpe de sirena, ancianos cobijándose en un refugio improvisado tras pasear alegremente por un parque, una plaza al completo repleta de gente agachada esperando que amaine la tormenta. Las circunstancias en las que uno podría toparse con un misil son muy variadas, ergo han de ser previstas.

¿Qué utilidad pueden tener las simulaciones? Pues es difícil saberlo. La posibilidad de que alguno de los ataques random de Corea del Norte sea nuclear hace de "agacharse bajo un seto" una medida de protección bastante optimista. Ante todo, los hinan kunren muestran una sociedad alerta y movilizada. Y un pelín temerosa de su vecino.

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